CARLOS FUENTES Y EL MúLTIPLE REGISTRO DE ADáN EN EDéN
› Por Silvina Friera
En una novela vibrante, que va de la farsa a una acidez corrosiva y no ahorra violencia, el autor mexicano enlaza historias que no necesariamente llevan a un desenlace: “Una novela que se cierra a sí misma se condena, no se puede volver a leer”, dice.
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