Desde Guadalajara

El hombre de bigotes, narrador y crítico “de pluma aguerrida”, se pone de pie y camina, muy campante, hacia el estrado de una de las salas de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), la mayor cita editorial del mundo hispano. No es –todavía– el escritor que dirá que pretende desmontar con humor la “fábula” de que la transición española fue “una época modélica y pacífica”. Para eso falta que se siente junto a Beatriz de Moura y Almudena Grandes. Mientras tanto, todos lo aplauden. Pero antes que la escritora y miembro del jurado anuncie que Rafael Reig ganó los 20 mil euros de la sexta edición del Premio de Novela Tusquets con Todo está perdonado, el escritor asturiano parecía un periodista más, aunque no tuviera una libreta para tomar notas ni un grabador, y sólo se limitara a escuchar que la obra ganadora –la suya– “recupera la historia reciente de España y la reinterpreta con un enfoque inédito en la literatura hispana”. Antes de avanzar al futuro, al destino de un galardón que intuye le cambiará la vida, siguió escuchando la fundamentación, en silencio, como un sentenciado que disfruta de los últimos segundos de “clandestinidad”.

El jurado subraya “el mérito de un relato rico en tramas narrativas donde el argumento principal, una inquietante investigación policial, deja paso a un retrato realista e irónico de la postguerra, los últimos años de la dictadura y la transición española, con el telón de fondo de un Madrid insólito y sorprendente”. Reig, el hombre “lengua de trapo”, por la editorial donde ha publicado sus novelas Sangre a borbotones (2002), La fórmula de Omega (1998), Autobiografía de Marilyn Monroe (1992) y Guapa de cara (2004), entre otros títulos, es un titán del humor. De ese tipo de humor que empieza por burlarse de sí mismo. “Estuve hace veinte años en Guadalajara y me cambió la vida por completo; de acá salí con una novia”, recuerda el escritor y ensayista de 47 años, al que Grandes define como “uno de los novelistas más singulares, interesantes y valientes narrativamente” de su generación. En Todo está perdonado, Laura Gamazo, hija de un empresario enriquecido durante el franquismo, muere por envenenamiento el día de su boda. Su padre recurre a un antiguo guardia civil, amigo de la familia, para que aclare el caso.

“La investigación de la muerte de Laura se entrevera con las vidas cruzadas de las familias que, en sus maniobras para seguir en el poder, se convierten en emblemáticas de la trayectoria política española que conduce al tardofranquismo, la restauración borbónica y la transición, la historia de quienes ganaron la guerra y se aseguraron de que sus hijos ganaran también la paz”, anticipa la editorial. Como un pez en el agua, Reig se desliza entre la respuesta “seria” y el chiste fácil o la ironía. “Las novelas funcionan como el ajedrez: avanzan en diagonal; por eso le di forma de una novela policial, un género nuevo que sería una especie de ‘thriller teológico’”. La acción arranca cuando se produce una serie de asesinatos cometidos de una forma “extraña”. El arma del crimen son hostias consagradas a las que un súper villano les pone veneno.

“Los padres ganaron la guerra, los hijos ganaron la paz.” Esta frase condensa, para Grandes, “la manera más brillante de describir la transición española”. Reig plantea que “el dilema de los hijos es aceptar completa o sólo parcialmente esa herencia producto de una brecha que dividió el país y deja sentir sus efectos mucho después”. Y se pregunta si, tal y como decía Cánovas del Castillo, España está en manos de unas doscientas familias, “si en realidad no vivimos en una oligarquía administrada con formas de democracia”. El escritor advierte que ha tenido “la suficiente memoria para poner en entredicho la versión oficial” sobre la transición. Todo está perdonado, que se publicará en forma simultánea en México, España y la Argentina en marzo del próximo año, no es una novela realista. Reig comenta que aparece la ciudad de Madrid invadida por Estados Unidos y que hay máquinas de hostias consagradas en los bares. El escritor que dice que su proyecto era pasar “de joven promesa a malogrado sin estaciones intermedias” es autor de Manual de literatura para caníbales (2005), una especie de El mundo de Sofía “con veinte tequilas encima”. Y ejerce, además, la crítica literaria. “No con escritores finlandeses muertos –aclara–, sino con colegas y compañeros.”