LITERATURA › LAS NUEVAS TECNOLOGIAS TAMBIEN LLEGAN A LOS TALLERES LITERARIOS
Casa de Letras, primera escuela de escritura creativa fundada en 2006 en Buenos Aires, abre literalmente una ventana virtual con la creación de la Escuela de Escritura Online, que comenzará a funcionar a pleno a partir de abril.
› Por Silvina Friera
Escribir es como abrir las puertas de una casa extrañamente familiar, habitada por secretos. En esa exploración inicial, en ese andar a tientas por una zona en penumbras, no abundan la magia y la inspiración. La escritura es más hija de la perseverancia y menos de musas y divinidades de cabotaje. El tiempo no siempre socava los fundamentos y certezas disponibles en las estanterías mentales. A veces impone adaptarse “naturalmente” a las nuevas tecnologías. Casa de Letras, primera escuela de escritura creativa fundada en 2006 en Buenos Aires, abre literalmente una ventana virtual con la creación de la Escuela de Escritura Online, que comenzará a funcionar a partir de abril. Un grupo reducido de catorce alumnos tendrá como docentes a tres veteranos en las batallas de la práctica y enseñanza: los escritores José María Brindisi, Hugo Correa Luna y Ariel Bermani. La apuesta de Blanca Herrera y Carlos Lutteral, directores de la institución, es replicar el formato presencial al aula virtual en ciernes. Todo empezó cuando se dispararon las consultas de personas interesadas en estudiar. La gran mayoría, por cuestiones de distancias o de tiempo, no podía asistir. Entonces decidieron firmar un acuerdo de transferencia de experiencia metodológica con la Escola d’ Escriptura de Barcelona –“nuestra escuela hermana”, como la llaman Herrera y Lutteral–, que ofrece este tipo de cursada por Internet desde hace cinco años. Después, convocaron al plantel de docentes-escritores para diseñar los contenidos teóricos y prácticos del programa online.
Herrera dice a Página/12 que es importante destacar que no se trata de clases por mail. “La metodología apunta a recrear en un aula virtual las condiciones de intercambio y comunicación entre docentes y alumnos propias de un aula presencial. Además de ampliar nuestra comunidad de escritores, la Escuela de Escritura Online va a democratizar la enseñanza de la escritura literaria en todo el país”, pondera la directora. “A diferencia de los talleres, proponemos un plan de estudios con varias materias –aclara Lutteral–; cada una tiene objetivos y contenidos que se complementan con los de las otras. En este concepto, cada una de esas materias está conducida por un escritor diferente para asegurar una pluralidad de miradas que favorece el proceso de búsqueda de la propia voz narrativa de cada estudiante.” Ariel Bermani tiene muchas expectativas ante la nueva cursada online que se avecina. “Mi deseo es acompañarlos y que mi mirada crítica pueda servirles para tomar el oficio de escribir con mucha calma. Pero, en este caso, el hecho de no ‘vernos’ cara a cara le agrega a mi expectativa una gran curiosidad. Me pregunto cómo será trabajar con personas de las que no voy a conocer los gestos, las sonrisas. No habrá oralidad, todo será escritura, un ejercicio constante de pura escritura. Y eso no está nada mal. En todo caso, la oralidad estará en las video-correcciones, pero eso será trabajo nuestro.”
José María Brindisi subraya que es “una chance importante, novedosa, incluso inesperada para mucha gente que está lejos de Buenos Aires, y me animo a decir de la Argentina”. “El nuestro ha sido siempre un país de referencia en el ámbito literario, también lo ha sido la ciudad, y es lógico que también lo sea en el campo de la enseñanza. No hay prácticamente experiencias de este tipo en Latinoamérica y, por lo tanto, es un espectro enorme que se le abre a muchísima gente que, por diversas razones, no podía encarar una formación de este tipo.” No es lo mismo el contacto cara a cara que la virtualidad. “La presencia permite un entendimiento a través de gestos, de tonos, una captación de climas, se hacen posibles muchos sobreentendidos –explica Hugo Correa Luna–. Y, precisamente, a veces los sobreentendidos llevan a los malentendidos. En el taller online no podés trabajar con sobreentendidos, tiene que estar todo explicitado. Por supuesto, este modo de eliminar los sobreentendidos sirve también para pensar los talleres desde otra perspectiva que alimenta la modalidad presencial”. Brindisi advierte que parte del desafío es que no haya “prácticamente” diferencias entre lo presencial y lo virtual; “que podamos hacer un trabajo cercano con los alumnos, lo más minucioso posible, pese a la distancia”.
¿Qué significa escribir en estos tiempos tecnológicos? ¿La concepción de la escritura se ha relajado a la vez que se democratizó más? “Creo que escribir ficción sigue siendo lo que siempre fue: crear climas, mundos, personajes –responde Bermani–. Un autor crea una lengua propia, por decirlo de alguna manera. Y la tecnología puede acortar caminos, si uno aprovecha las posibilidades que nos ofrece. Pero armar una buena escena o darle vida a un personaje va más allá, ya sabemos, de modas literarias y de revoluciones tecnológicas. El lenguaje va cambiando, por supuesto, porque siempre cambia, está vivo.” Correa Luna considera que la escritura se ha relajado y democratizado. “Hay más acceso a distintos modos de circulación. Pero no sé si es incidencia de la cultura de la PC solamente. Me parece que los de las generaciones que vivimos continuas dictaduras tenemos una relación más áspera con la palabra. En cambio, las generaciones posteriores tienen más agilidad, se relacionan más naturalmente con la palabra, con el decir. ¿El resultado? Los ‘viejos’ somos más ‘estilistas’ y desconfiados de la palabra; las nuevas generaciones fluyen más y tal vez dudan menos.” Brindisi plantea que la escritura siempre ha sido democrática, en tanto no necesita de casi nada y funciona en principio en el ámbito de la privacidad. “Otra cosa es compartirla, claro, y tal vez esa supuesta democratización lo que ha logrado es que sea mucho más importante mostrar que escribir. Para convertirse en escritor, hoy, sólo hace falta abrir un blog; probablemente, entonces, ya no haya grandes escritores en las sombras, no al menos por mucho tiempo –pronostica el autor de Placebo–. Al margen de eso, escribir significa algo distinto para cada persona, pero creo que muchos escritores coincidiríamos en que es, entre otras cosas, un modo de pensar en voz alta. Y de construir, incluso partiendo de los lugares más oscuros, un imaginario distinto.”
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