“El periodismo tiene que ser de derecho público. No debe pertenecer a empresas privadas”, manifestó Osvaldo Bayer en la presentación del libro Prensa en conflicto, de la guerra contra el Paraguay a la masacre de Puente Pueyrredón (Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación), un trabajo de catorce investigadores que analizaron el rol de los medios en ocho conflictos sociales. Era inevitable que el turbio acontecimiento de ayer por la mañana, la represión en el Borda, se colara en una charla como ésta. Mariana Moyano, una de las fuentes consultadas para el libro, analizó la cobertura del Grupo Clarín. También estuvieron en el panel Luciana Mignoli, coordinadora del proyecto; Sol Benavente, una de las investigadoras, y Jorge Testero, secretario de Ediciones del CCC.

Así como estigmatizó a los aborígenes, el periodismo hizo lo mismo con los piqueteros a comienzos de este siglo. Y sigue ensañándose con ciertos grupos sociales. Eso dejó en claro la charla: que los medios siempre construyen un otro que representa una amenaza. Antes de comenzar su discurso, el orador principal hizo un movimiento desafortunado con sus manos y se le volcó agua de una botella en el pantalón. “Esto me lo mandaron Clarín y La Nación”, arrancó Bayer, con gracia. El escritor dio al público que lo escuchó en la sala Javier Villafañe del predio ferial de La Rural un mensaje central: “Este año cumplí 62 años en el periodismo argentino, así que conozco el comportamiento de las empresas. Así me fue. Fui dejado cesante en el diario que dirigía en Esquel porque decían que yo traía inquietud a esa zona que era fronteriza. Trabajé en Clarín muchos años. También me dejaron cesante, y eso que era secretario de redacción. Uno comprueba que el periodismo, en una verdadera democracia, tiene que ser de derecho público”.

Los panelistas reivindicaron la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. “Las empresas privadas siempre defienden los intereses del sistema. Los medios tienen que incluir a representantes de organizaciones de base, de partidos políticos, de sectores del trabajo, empleados estatales”, propuso el escritor. “Por eso cuando me mostraron este libro dije: ‘Esto es lo que faltaba en la Argentina’”, sostuvo. Según explicaron Mignoli y Benavente, el libro es el resultado de un trabajo de investigadores del CCC (además de ellas dos, Aymú, Biancardi, Giniger, Kneeteman, Lois, Pardo, Rimoldi, Rodríguez, Sarfati, Vázquez, Viladrich y Zubelet). “Analizamos ocho conflictos. Fue una elección política. Ni los medios ni los libros son neutrales”, deslizó Mignoli. Los temas que seleccionaron fueron la guerra contra el Paraguay, campañas al desierto, huelga de inquilinos, Semana Trágica, bombardeo a Plaza de Mayo, Cordobazo, huelga de la CGT en la última dictadura y la masacre del Puente Pueyrredón.

Como si estuviera en 6, 7, 8, Mariana Moyano desentrañó los sentidos que se desprendían de la cobertura que el Grupo Clarín hizo de la represión en el Borda. En Prensa en conflicto, la periodista responde a una entrevista sobre las muertes de Kosteki y Santillán. “A once años de aquel episodio, los medios siguen hablando de ‘incidentes’. De un lado hubo armas de fuego y del otro, personas con ambos blancos. La palabra está mal. También hablaron de ‘encapuchados’ que destrozaban el predio. Eso mismo dijeron cuando quisieron hablar de enfrentamiento de piqueteros en 2002.”