LITERATURA › FEINMANN, GONZALEZ E HISTORIA Y PASION. LA VOLUNTAD DE PENSARLO TODO
Estos dos protagonistas de la intelectualidad argentina se conocen desde hace cuarenta años y condensaron sus conversaciones en el volumen editado por Planeta. “Este libro tiene una densidad que trasciende lo político”, aseguraron en la Feria.
› Por María Daniela Yaccar
Son dos protagonistas de la intelectualidad argentina, dos amigos, “dos charlatanes”, según se autodefinieron. Estas facetas se condensan en Historia y pasión. La voluntad de pensarlo todo (Planeta), el libro que José Pablo Feinmann y Horacio González presentaron ayer en la 39a edición de la Feria del Libro y que reúne una serie de conversaciones entre ellos. “Es un diálogo ético y político sobre un país que hay que seguir reconstruyendo”, definió el director de la Biblioteca Nacional. Su compañero advirtió: “Los que esperen un libro de pensadores K se van a desilusionar mucho”. En la charla que brindaron en la sala Jorge Luis Borges, moderada por el periodista Héctor Pavón, Feinmann y González expusieron sobre los albores de su amistad, sus años de militancia en la izquierda peronista, el horror de la dictadura, el exilio de González y la esperanza que les significó el kirchnerismo. Hubo tiempo, también, para una intensa reflexión sobre la represión de la Metropolitana en el Hospital Borda.
“Lo principal que me dejó este libro fue una profundización de mi amistad con Horacio”, respondió Feinmann a una pregunta de Pavón, quien fue testigo y organizador de las charlas que ambos intelectuales mantuvieron en la casa del filósofo y que se convirtieron en Historia y pasión. Feinmann y González son viejos amigos: se conocieron hace cuarenta años, cuando colaboraban en la revista Envido, de la izquierda peronista. “Este libro tiene una densidad que trasciende lo político. El kirchnerismo no es hegemónico. Hay reflexiones sobre lecturas –de Marx, Hegel, Heidegger y Sartre–, sobre nuestra formación, nuestra infancia, la militancia, la dictadura, el miedo, el reproche por el miedo, la democracia, la muerte. Es un libro no perecedero, porque no se centra en la coyuntura”, se explayó Feinmann.
González dedicó un extenso párrafo de su discurso a Elogio de la traición, un libro de Héctor Leis que Hernán Lombardi, ministro de Cultura porteño, mencionó en la inauguración de la Feria. “La Argentina pasa por un período dificultoso para la rememoración. El libro de Leis, viejo amigo mío y quien fuera montonero, es muy bueno, pero es absolutamente equivocado sobre el pasado. Este libro dice que habría que hacer una acción monumental que pusiera en un mismo plano a la Triple A y a los Montoneros. Lo escribió alguien que participó de una acción y ahora se siente responsable. Es respetable, pero hace un mal balance. Todos estos temas son calcinantes en la historia argentina”, sostuvo González. “Con José optamos por no tomar las armas, pero teníamos simpatía por quienes lo hacían, matizada por el paso del tiempo. No eran lo mismo las dos violencias.”
Luego del horror de la dictadura, Alfonsín –por quien sintieron cierta simpatía–, los años de menemismo –en los que “todos los intelectuales eran progres”– y los cinco presidentes en una semana, el kirchnerismo les “devolvió la esperanza”. Reivindicaron a Néstor Kirchner y a las Madres de Plaza de Mayo. “Confieso que, entre Néstor y Cristina, me quedo con ella. Me parece brillante, necesita mejor gente a su lado y enfrente”, remarcó el autor de La astucia de la razón. “Quisiera que existiera una buena oposición. Esta es la oposición de la cacerola, la que dice ‘yegua’, ‘puta montonera’. Y ella se recluye. Esto es un despelote, pierdo el entusiasmo. Estos días han sido oprobiosos”, reflexionó Feinmann, que hizo varias bromas sobre Clarín. Hacia el final, González se explayó en torno de lo ocurrido en el Hospital Borda. “Veo el riesgo de que la ciudad sea una sociedad anónima, una empresa de negocios, y que haya una policía científica que no tenga en cuenta una conquista de la época, la abstención del uso de armamentos, que se ve en la Federal. Las balas de goma pueden ser más dañinas que las de plomo. Pueden lastimar mucho a la polis”, cerró el sociólogo.
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