LITERATURA › ERNESTO MALLO TIRA DATA DEL FESTIVAL BAN! BUENOS AIRES NEGRA
En esta segunda edición del festival de novela policial participarán más de cien invitados internacionales, entre ellos el español Pedro Palomar –autor de Mi vida como ladrón– y el chino Qiu Xiaolong, creador del inspector Chen Cao.
› Por Silvina Friera
La pasión por la sintaxis del crimen no es monopolio exclusivo de la ficción. No sólo los escritores bucean por los abismos de la mente humana. El trabajo del psiquiatra forense consiste en lidiar con esa zona oscura o en penumbras, de difícil acceso para el común de los lectores. Son muchos los actores que intervienen cuando alguien mata o comete un delito. Aunque parezca insólito reunir durante nueve días a narradores, sociólogos, abogados, fiscales, ex ladrones rehabilitados y médicos forenses, el BAN! Buenos Aires Negra, festival internacional de novela policial que comenzará el próximo viernes, lo hará. En esta segunda edición participarán más de cien invitados especiales de España, Italia, Francia, China, Congo, México y Uruguay. El rehabilitado Pedro Palomar –autor de Mi vida como ladrón– y su defensor oficial, Federico Stolte, se codearán con Qiu Xiaolong, el narrador chino creador de la serie de novelas policiales protagonizadas por el inspector jefe Chen Cao; con la catalana Rosa Ribas, con el francés Pascal Dessaint, con el italiano Maurizio de Giovanni y con el congolés Emmanuel Dongala, entre otros escritores. La nutrida tropa local está encabezada por Juan Sasturain, Pablo De Santis, Claudia Piñeiro, Elsa Osorio, Selva Almada y Gabriela Cabezón Cámara. No es un detalle menor que el slogan del BAN! sea “donde el crimen real se mezcla con el crimen de ficción”. Esta mezcla neutraliza el rubro rarezas. No debería asombrar que estén incluidos en la programación Daniel Rojo –ex asaltante de bancos barcelonés devenido autor de éxito– o Daniel Silva y Raúl Torre, dos eminencias de la psiquiatría forense.
“Los médicos forenses van a hacer un trabajo en vivo, no una autopsia porque no nos autorizaron. Pero sí van a mostrar cómo se trata la escena del crimen correctamente para no arruinar las pruebas. Hay un principio de transferencia que sostiene que la persona que está en la escena del crimen se lleva algo y deja algo. Esto es inevitable”, cuenta Ernesto Mallo, director de Buenos Aires Negra, a Página/12. “Pedro Palomar estuvo 35 años preso, se rehabilitó y ahora trabaja para la Justicia. Robaba, era un ladrón; él dice que nunca lastimó a nadie, sólo aplicó la amenaza necesaria para sacarles la plata. Robó acá, en España, en Francia; es un personaje muy interesante. Y ahora escribe –resume el creador de BAN!–. Y vuelve Daniel Rojo, el ex asaltante español que es tan simpático, otro rehabilitado. Los voy a juntar a los dos en una mesa. ‘La vuelta a casa: ¿existe la rehabilitación?’. Parece que sí, aunque las fuerzas del orden plantean que no, que cuando un tipo es criminal es criminal. Los acompañará Federico Stolte, el responsable de haber hecho posible la rehabilitación de Palomar. El ingrediente para la recuperación, dicen, es el amor. La posibilidad de que alguien lo espere a uno, que se preocupe por uno. ¡Así que los hippies tenían razón!”
La marca distinta de Buenos Aires Negra –que se realizará del 2 al 9 de agosto en el Centro Cultural San Martín y en el Centro Cultural de España en Buenos Aires– es la mezcla entre el crimen real y el crimen literario. “El crimen de ficción tiene influencia sobre el crimen real –subraya Mallo, ideólogo de la saga policial del Perro Lascano–. Me contaban que en Estados Unidos el auge de las series de forenses, donde muestran las técnicas, genera que los criminales sean más astutos y sepan más qué cosas deben cuidar cuando cometen un crimen. Entonces se hace más difícil pescarlos. La ficción tiene influencia sobre el crimen real. Con el auge de Los sopranos, muchos mafiosos empezaron a vestirse como los mafiosos de la tele, lo cual es muy gracioso. Y hasta aparecen sastrerías que se especializan en vestir mafiosos. Creo que se está poniendo en evidencia cómo entre el mundo del crimen y el mundo ‘normal’ hay una frontera muy permeable.”
No es que la realidad supere a la ficción, tantas veces reproducido y amplificado desde el más elemental sentido común. La contaminación asentada entre ficción y realidad provoca cierta desorientación, como quien no sabe dónde hacer pie y se queda flotando, un tanto absorto, a mitad de camino, entre dos lenguas familiarmente extrañas. “La realidad fue sorprendida y ahora es todo ficción –postula el autor de La aguja en el pajar y Delincuente argentino–. Ya no sabemos qué es real y qué es ficción, porque las noticias las recibimos filtradas, cargadas de opinión, de intenciones. Se escribe otra ficción en los medios, otra ficción en la televisión. ¿Qué es lo real? Estamos cada día más lejos de saberlo.”
El crimen de Angeles Rawson viene a cuento de la movida de Buenos Aires Negra; una de las actividades programadas alentará un debate en torno de la presunción de inocencia, regla elemental suprimida por los medios de comunicación. “En Castelar, por los mismos días, mataron a otra chica más joven que Angeles, en circunstancias parecidas, pero nadie se ocupó del tema. Angeles y su familia pertenecen a la misma clase social que los periodistas. A lo que nos toca de cerca le prestamos más atención. Pero estos crímenes contra mujeres muy jóvenes suceden todo el tiempo en las capas más bajas de la sociedad. Ojalá el crimen de Angeles sirva para ver esa otra parte de nuestra sociedad que parece que la estamos ignorando”, sugiere Mallo. “El padrastro fue declarado culpable por portación de cara. No hay presunción de inocencia en los medios. El medio dice: ‘el tipo tiene cara de culpable, es culpable’. Pero después resulta que no es culpable y nadie lo dice, pero al tipo le arruinaron la vida. La presunción de inocencia tendría que ser también válida en los medios de comunicación.”
La novela policial superó en ventas a la novela histórica. “Hay un resurgimiento de la literatura policial que tiene que ver con que cada vez hay más festivales en todo el mundo –pondera Mallo–. Pero por otro lado, como los medios tienen su línea política y tienen que vender noticias, la gente siente que no puede confiar mucho. Entonces recurre a la ficción, que al no tener la responsabilidad de decir la verdad ni de probar sus fuentes, puede decir cosas que todos los demás callan. La novela policial dice las cosas que otros no pueden decir.” Entre los escritores invitados locales al BAN! hay autoras como Selva Almada o Gabriela Cabezón Cámara, que probablemente no se reconozcan como narradoras de policiales. “Borges decía que la novela policial se nutre de la delicada transgresión de sus reglas. El policial empieza a absorber elementos de otros géneros. El asunto es cómo se mantiene el equilibrio para que siga siendo policial. Al cuestionar sus propias reglas, se dinamiza y se transforma en un género vivo. Pero si no hay un muerto, se hace difícil sostener el interés. Puede haber novelas policiales sin cadáveres, pero creo que no serían muy interesantes”, admite Mallo. “Los grandes autores siempre son discretos respecto de lo que cuentan y al nivel de detalle. El policial se parece al erotismo. Es mucho más sugerente ver una mano ensangrentada que asoma por un ángulo de la pared que ver todo el cadáver. Pero no hay que tomarse los géneros demasiado en serio. Hay sólo tres géneros literarios: la buena, la mala y la literatura mediocre. El género sirve para orientar al lector; tiene que ver más con el negocio editorial y con el marketing que con la calidad literaria en sí.”
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