Sábado, 20 de septiembre de 2014 | Hoy
LITERATURA › PUBLICAN AQUI UN LIBRO DEL NOTABLE ESCRITOR CUBANO
Por María Daniela Yaccar
“En la Argentina no se sabe prácticamente nada de teatro cubano. A veces, este país funciona para el resto de América latina como funciona Europa para la Argentina. Estamos todos al tanto de lo que pasa acá: de los directores, los textos, de cómo se enseña la dramaturgia. Pero desde que vivo en Buenos Aires no veo la misma curiosidad por la escena de otros países de América latina”, opinó Nara Mansur, escritora y crítica cubana, oradora en la presentación de un libro que reúne obras del poeta, narrador y dramaturgo cubano Virgilio Piñera. También estuvo en el Centro Cultural de la Cooperación la investigadora Celia Dosio. Iba a hablar Eduardo Rovner, pero se ausentó.
Con aquellas palabras, Mansur dio a entender la razón de ser de la aparición de Dos viejos pánicos y otros textos teatrales, editado por Colihue Teatro, en el marco de la serie Dramaturgias del Mundo. Este libro es la posibilidad de conocer a uno de los dramaturgos fundamentales de la isla, por no decir el fundamental, fallecido en 1979. “Es un artista descomunal”, elogió la dramaturga. El libro, que cuenta con un estudio crítico de su autoría –muy rico e ideal para el que se está recién metiendo en el universo Piñera–, incluye Aire frío, la obra más celebrada del autor, que condensa dieciocho años de la vida de una familia cubana; La boda, una reflexión sobre el significado del matrimonio; y Electra Garrigó, rescritura del mito de la Orestíada. También, Dos viejos pánicos y El trac.
Las obras las seleccionó Mansur, quien leyó un fragmento del prólogo de Teatro completo, escrito por Piñera: “Un cubano se define por la sistemática ruptura con la seriedad entre comillas (...) este cubano no admite, rechaza, vomita cualquier imposición de la solemnidad. Aquello que nos diferencia del resto de los pueblos de América es precisamente el saber que nada es verdaderamente doloroso o absolutamente placentero (...). Nosotros somos trágicos y cómicos a la vez”. “Piñera escribió veinte textos teatrales”, contó Mansur. “Hay cinco recogidos. La intención fue dar variedad en términos de tiempo y de géneros.” La dramaturga destacó que, en sus textos, el autor construye su visión sobre el ser nacional cubano.
Se habló, también, de su triple paso por Buenos Aires; de que fue el primero en traducir Ferdydurke, de Witold Gombrowicz. “Fue un artista que dialogó con su tiempo. La escritura en él es una fuente inagotable de experimentación y una gran profusión de componentes, hay elementos ligados a lo nacional y también un deseo de incorporar el canon más desconocido, el europeo.” Sobre su personalidad, Mansur explicó que su esencia era dual: por un lado, era un ser marginal. Homosexual, pobre, ateo. Y, por el otro, era un hombre culto, aunque nunca se corrió de lo popular. “Cayó en desgracia en los tiempos en que muchos artistas fueron apresados por homosexuales. Fue una figura olvidada. Renació en los noventa”, relató.
“Esta es la parte de su obra menos difundida”, aportó Dosio, quien imaginó qué directores argentinos podrían volver teatro a estos textos (mencionó a Muscari, a Veronese, entre otros; y también los espacios en donde las historias podrían cobrar vida). “Fue importantísimo como dramaturgo, pero no llegó con intensidad a nuestra tierra. Siempre se lo leyó de manera incompleta y parcial, a pesar de sus lazos intensos con Buenos Aires”, concluyó la investigadora.
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