LITERATURA › SE LANZA UNA NUEVA EDICIóN DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE LITERATURA DE CóRDOBA (FILIC)
“Hay que reivindicar el proceso desde el cual uno emerge, que tiene que ver con una tradición de escritura y de lectura, y que está bueno rescatarla porque es entender desde dónde venimos y cómo podemos proyectarnos”, plantea Javier Folco, editor y director del FILiC.
› Por Silvina Friera
Los libros no muerden en las calles de la luna, en la esquina de Fructuoso Rivera y el pasaje Escuti, en el barrio de Güemes. Hace 30 años, dos quijotescas actrices y directoras de teatro cordobesas, Mónica Carbone y Graciela Albarenque, volvían del exilio mexicano con ganas de desplegar una propuesta cultural abierta para una comunidad que no tenía acceso “natural” a las experiencias teatrales. En ese barrio –que hoy es el objeto del deseo de las inmobiliarias y constructoras que lo llaman el “San Telmo” cordobés– las actrices construyeron un espacio de resistencia: el teatro La Luna, un centro cultural con diversos talleres y obras teatrales, desde donde se trabaja a diario para que el barrio siga siendo bohemio, arrabalero y mantenga a flote su memoria combativa. Luiz Ruffato (Brasil), Luis Miguel Rivas (Colombia), Leonardo Sanhueza (Chile), Juan Forn, Gabriela Massuh, María Teresa Andruetto, Eugenia Almeida, Liliana Tozzi, Federico Falco, Lilia Lardone, Dante Leguizamón, Mauro Libertella y Adrián Savino, entre otros de los que escritores que participarán del 6° Festival Internacional de Literatura de Córdoba (FILiC), –que empieza el jueves y termina el sábado–, van a compartir lecturas en esa esquina emblemática del barrio Güemes, acompañados con la música de Agustín Albrieu.
Esta flamante sede del festival, la calle del teatro La Luna, incorporada para esta edición, que contará también con la presentación de la documentalista y escritora francesa Ruth Zylberman (París, 1971), autora de La dirección del ausente (Mardulce), es un modo de elevar la apuesta del FILiC para lograr que la literatura circule por lugares adonde no llega. El escritor, editor y librero Javier Folco, director de este festival organizado conjuntamente por los institutos culturales europeos como la Alianza Francesa, el Centro Cultural España Córdoba, Instituto Italiano de Cultura, Asociación Argentina de Cultura Británica, el Goethe-Institut y la librería y editorial Portaculturas, trazó los ejes de la programación en torno a la crónica, la herencia y la memoria. ¿Qué pasa con la idea de herencia y legado en la literatura argentina? “Hay una sobrevaloración de los contemporáneos en la literatura; el horizonte de lecturas es de los contemporáneos. Yo no estoy de acuerdo con esa idea, me parece que hay que reivindicar el proceso desde el cual uno emerge, que tiene que ver con una tradición de escritura y de lectura, y que está bueno rescatarla porque es entender desde dónde venimos y cómo podemos proyectarnos –plantea Folco a Página/12–. La mesa sobre ‘El secreto del cuentista’, con Lilia Lardone y Federico Falco, la pensé porque Lilia fue la maestra de Federico y es una de las escritoras cordobesas más reconocidas. Me interesa que la gente más joven pueda reconocerse en sus maestros y que sus maestros puedan reconocerse en la evolución de sus alumnos, de sus discípulos. No salimos de la nada, sino que venimos trabajando en un contexto cultural que tiene una historia. Algunos escritores argentinos se leen sólo generacionalmente y piensan su producción también así. Me parece que eso empobrece el desarrollo literario. Reivindico que hay una tradición literaria que debe ser puesta en diálogo con lo contemporáneo”.
En manos de un lector elástico y sin prejuicios lingüísticos y geográficos, un contemporáneo puede ser Cervantes, William Shakespeare, Domingo Faustino Sarmiento, Marcel Proust, Franz Kafka, Borges, Roberto Arlt, Juan Filloy, Felisberto Hernández y Juan José Saer, por mencionar apenas un puñado de escritores. “Qué hace uno con las lecturas implica una lectura –agrega Folco–. Me parece que eso no está dado naturalmente, que no es la búsqueda que está instalada hoy, sino que la búsqueda pasa por lo contemporáneo en el sentido más laxo del término, el que tiene cierta edad y pertenece a una misma generación. Y se deja de ver la tradición como algo que puede ser contemporáneo también. Eso me parece que es un problema o una dificultad. Un festival internacional no tiene que ver con la cantidad de autores que puedan venir de afuera, sino con qué diálogos plantea con los autores. Uno podría plantear un festival internacional con una sola visita extranjera y poner en diálogo toda la tradición. Y ya la mirada es otra, es una mirada que excede lo geográfico. Para una ciudad como Córdoba, que geográficamente es mediterránea, esa mirada es fundamental. Córdoba no es una ciudad como Buenos Aires, adonde todos llegan. Si uno no piensa en una apertura o en poner en discusión ciertos autores que trascienden nuestras coordenadas geográficas, si no ponés en juego eso, estás perdido porque la dinámica cultural de una ciudad de provincia no es la misma que la de Buenos Aires. La literatura te da la posibilidad de romper las fronteras”.
Como todos los años, los sellos independientes cordobeses podrán mostrar sus catálogos durante los tres días que dura el FILiC. Por segundo año consecutivo, el festival invita a una editorial del interior del país a presentar su repertorio de publicaciones. El año pasado fueron invitadas Puente aéreo, La bola editora y Letra sudaca, de Mar del Plata. Este año la elegida es la Editorial Municipal de Rosario. “El festival va construyendo un público lector más atrevido, en el sentido de que muchas veces los autores que vienen al festival no están publicados en Argentina, sus libros no se conocen, no han sido leídos y sin embargo tenés actividades con 80 personas que van a escuchar a un escritor que no conocen. Me parece que eso gravita después en que ese público pueda animarse a confiar en el trabajo editorial independiente de Córdoba y a leer un autor que no conoce, a ir a una librería donde no haya best sellers. Esto enriquece la dinámica cultural. La gente va al FILiC para encontrarse con autores que no conoce y se anima a buscar después material para leerlos. Eso me parece muy significativo porque construís un público nuevo. Pero es como remar en dulce de leche”, subraya Folco una dificultad contra la que viene peleando como editor y librero de Portaculturas. “Los libros se hacen atrapando sueños” –una de las propuestas del FILiC– es una actividad de la editorial cartonera Amarillo, Rojo y Azul, coordinada por Analía Braga, que trabajará con los alumnos de la escuela “Atrapasueños” del Hospital de Niños de Córdoba para que los pacientes internados en las diferentes salas del hospital puedan editar su propio libro de cuentos. Otra iniciativa especial que se realiza en los días del festival es “Libero”, el encuentro de los escritores con los alumnos del PUC (Programa Universitario en la Cárcel) en el Penal de Bower. “Llevamos la literatura adonde no llega sola, como en la cárcel, el hospital de niños y las escuelas primarias y secundarias. Los presos están muy ávidos de escuchar a los escritores. Algunos vienen de Cruz del Eje, una ciudad al norte de la provincia que queda a más de 200 kilómetros de Córdoba capital, y viajan esposados, lo que supone un dolor físico. La literatura se resignifica en estos espacios”.
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