El escritor Julien Gracq, figura de la literatura contemporánea francesa, murió el sábado a los 97 años tras ser hospitalizado por un desvanecimiento en Angers. El autor era conocido por sus singulares metáforas, su lenguaje filoso y la densa atmósfera de sus obras. Su antiguo mentor y amigo, André Breton, lo consideraba “el último heredero del surrealismo”. Nacido como Louis Poirier el 27 de julio de 1910 en Saint-Florent-le-Vieil, estudió en la escuela de élite ENS y trabajó hasta 1970 como profesor de historia y geografía. Gracq alcanzó renombre en 1950 con el ensayo La littérature à l’estomac (“La literatura en el estómago”), con el que criticaba la orientación consumista de la literatura francesa y los excesos de los premios literarios. En 1951 rechazó el prestigioso Premio Goncourt, que le fue concedido por El mar de las Sirtes, una actitud que le valió la admiración de la crítica literaria parisina. Lector de Gide, Valéry, Claudel, Cocteau, nunca publicó sus libros en edición de bolsillo y fueron tiradas limitadas. Gallimard lo honró en los ‘90 con una edición completa de su obra en la colección Pléiade, privilegio que pocos autores llegaron a disfrutar en vida. En sus reflexiones, el escritor abordó algunas de sus fuentes de inspiración, especialmente en el siglo XIX francés (Stendhal, Hugo, Balzac, Zola, Flaubert), los nuevos horizontes de la novela, los lenguajes narrativos y la experimentación, el surrealismo y su gran amigo Breton, y los efectos que su consumo tiene sobre el receptor.