LITERATURA › PAGINA/12 INAUGURA MAÑANA LA BIBLIOTECA DOSTOIEVSKI
La colección gratuita incluirá las obras más emblemáticas del escritor ruso, desde Los hermanos Karamazov hasta El jugador. Y arrancará mañana con el primer tomo de su novela más celebrada: Crimen y castigo.
› Por Liliana Viola
¿Quién no conoce a Raskolnikof? ¿Quién no ha sabido de sus esfuerzos por demostrar que es un hombre extraordinario? Este joven estudiante que empuña el hacha contra los sesos de una vieja usurera en la novela Crimen y castigo se aparece en la vida de los lectores aunque estemos en el siglo XXI, unos 200 años después de Dostoievski. Es que Raskolnikof pertenece, así como Gregorio Samsa y otros pocos, a esta categoría de personaje casi real, que acompaña incluso a quienes no lo han leído todavía. Las obras de Dostoievski están presentes en las reflexiones de Freud sobre la personalidad, en las de Bajtin cuando descubre y describe la escritura polifónica. En fin, los fantasmas del autor ruso circulan en las ficciones de otros autores al punto que gran parte de la literatura es impensable sin sus ecos. Extraña paradoja: circulan sus invenciones pero, hoy por hoy, resulta bastante difícil conseguir en librerías algún ejemplar de Crimen y castigo; también se han vuelto figuritas difíciles obras tan originales, aunque menos conocidas, como Memoria de la casa de los muertos o Un adolescente.
Ante este panorama, es doble la importancia de la Biblioteca Dostoievski que Página/12 inaugura mañana con el primer tomo de Crimen y castigo. Esta novela, dividida en 4 partes, se distribuirá gratuitamente con el diario durante los primeros cuatro domingos de marzo. Entre otros títulos figuran Los hermanos Karamazov, El jugador, Los demonios, Memorias de subsuelo, El doble, Memorias de la casa de los muertos, Un adolescente. Todos con prólogos especialmente escritos para la colección por Guillermo Saccomanno, Juan Forn, Juan Boido y Luis Chitarroni.
La selección ofrece títulos que representan las diferentes etapas de la vida y de la obra de su autor, desde El doble –escrita en 1846, cuando tenía 25 años– hasta Los hermanos Karamazov, que él mismo anuncia como “su última palabra” y que se publica un año antes de su muerte, en 1891. Cada pieza da cuenta del elenco de sus demonios, su inigualable talento para sostener la coherencia en la contradicción.
Vampiro de sí mismo
“En la rica personalidad de Dostoievski se pueden distinguir cuatro aspectos: el escritor, el neurótico, el moralista y el pecador. ¿Cómo señalar esta desconcertante complejidad?” Esto es lo que dice un desconcertado Freud ante la biografía y la obra del ruso que ahonda en las marañas psíquicas propias y de sus personajes. Y luego Freud, seducido y vencido, agrega: “De esos cuatro, el escritor es el menos discutible; él tiene su lugar no lejos de Shakespeare”.
En el prólogo a Crimen y castigo, Guillermo Saccomanno señala que Dostoievski, “vampiro de sí mismo, aprovecha su vida generosa en catástrofes y abyecciones en función de una literatura que busca atribulada una estética de la pureza y la santidad. Así discute con su tiempo y extiende sus cuestionamientos en el nuestro”.
Esa vida generosa en catástrofes incluye la mala salud, la epilepsia, la infancia que transcurre entre un manicomio y un cementerio, el asesinato de su padre, un injusto cautiverio en Siberia, la tuberculosis, un matrimonio errado, el amor prohibido, la ruina siempre, la estafa de los editores, la muerte del hijo. Todo entra en su obra. La palabra sobre el mundo se confunde con la palabra confidencial sobre sí mismo. Pero el sí mismo de Dostoievski es a su vez la realidad política y social de una Rusia que se inicia en la lógica del capitalismo. Lo escribe todo: “No es solamente una conciencia, es también un ideólogo”.
Juan Forn destaca en su prólogo las múltiples y contradictorias interpretaciones que él mismo provoca. “Por esta clase de cosas es Dostoievski tan inigualable. Porque en un libro (Los hermanos Karamazov) que demostraría la existencia de Dios, fue capaz de escribir que sólo habría una frase a decirle a Dios en el momento del Juicio Final: ‘Júzganos si puedes, y te atreves’.”
Cabe agregar que Dostoievski no sólo a Dios le ha dicho y le sigue diciendo esto mismo: “Júzgame si puedes, y si te atreves”. El reto sigue tentando a los lectores. Dostoievski los recibe en su oscuro paraíso.
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