CINE › ARRANCA LA 61ª EDICIóN DEL FESTIVAL DE CANNES, EL MáS IMPORTANTE DEL CALENDARIO
Mañana será el turno de Trapero, mientras que La mujer sin cabeza llega precedida por los encendidos elogios –vía blog– de Almodóvar. La muestra abre con Blindness, adaptación de Fernando Meirelles del Ensayo sobre la ceguera de Saramago.
› Por Luciano Monteagudo
Desde Cannes
Nunca antes el cine argentino tuvo una oportunidad semejante. A partir de hoy, cuando el Festival de Cannes –la cita más importante del calendario cinematográfico internacional– dé por inaugurada su edición número 61 habrá nueve películas nacionales, entre largos y cortometrajes, formando parte tanto de la sección oficial como de las muestras paralelas, en lo que puede ser considerado como una consolidación del llamado “Nuevo Cine Argentino”, al que tantas veces se lo dio por desfalleciente. Es más, por primera vez en su historia, el cine nacional tendrá –por encima de cinematografías industrialmente mucho más poderosas– no sólo una sino dos películas compitiendo por la Palma de Oro, el premio más prestigioso del mundo del cine.
La primera en salir al ruedo por la Palma, mañana mismo, será Leonera, el quinto largometraje de Pablo Trapero, producido y protagonizado por su mujer, Martina Gusmán, que tendrá su estreno en el Grand Théâtre Lumière, la sala mayor del festival, capaz de albergar a 2100 espectadores vestidos de gala. No es por cierto la primera vez que Trapero viene a Cannes –El bonaerense (2002) estuvo en la sección paralela “Una cierta mirada” y en el 2004 fue miembro del jurado de la Cinéfondation–, pero es su debut en la competencia oficial, con una película rodada íntegramente en penitenciarías de mujeres, escenarios reales para la historia de Julia, un joven acusada de asesinato, que tiene a su primer hijo tras las rejas, como muchas otras convictas. “Quería hacer una peli con una mujer como protagonista, con la mujer como centro del relato”, le dijo Trapero a Página/12. “Mi primera película sobre el mundo femenino es en realidad Familia rodante, pero en este caso la mujer es excluyente. Es Julia y el universo de las mujeres todo el tiempo.” Producida por Matanza Cine, la compañía de Trapero y Gusmán, Leonera (que además tiene como productor asociado al brasileño Walter Salles) es también la primera coproducción argentino-coreana, en la medida en que el sello Cineclick Asia, de Seúl (que ha estado detrás de grandes películas de su país, como el Oldboy de Park Chang-wook), participa de la película, sin haber puesto ninguna otra condición más que que Trapero hiciera la película con la que él soñó.
Cinco días después, el martes 20, llega a la inmensa sala Lumière la segunda película argentina en competencia, La mujer sin cabeza, tercer largo de Lucrecia Martel, quien ya había participado de la competencia oficial de Cannes con su film inmediatamente anterior, La niña santa, en 2004. La directora de La ciénaga volvió una vez más a su provincia natal, Salta, se rodeó de un elenco mayoritariamente femenino, encabezado por María Onetto, María Vaner e Inés Efrón, y bajo un estricto silencio de radio que impidió el acceso de la prensa al rodaje concibió una historia que promete borrar los límites entre la realidad y la imaginación.
Uno de los pocos que ha podido ver hasta ahora la película es Pedro Almodóvar, quien con su compañía El Deseo S.A. es coproductor del proyecto, como ya lo había sido en La niña santa. En el blog que redacta desde Madrid, Almodóvar se excusó la semana pasada de no poder acompañar a Martel en su aventura por Cannes, porque él mismo está rodando su nueva película, Los abrazos rotos, pero se desvivió en elogios para la directora argentina. Y contó, a su manera tan particular, de qué va la película: “Una mujer teñida de rubio conduce su coche por una carretera. Se distrae un momento, atropella algo y se golpea levemente la cabeza. En las horas y los días siguientes al accidente la mujer rubia siente que se ha roto el vínculo con los elementos que componen su vida cotidiana. No los reconoce, da la impresión de que ha perdido la memoria y se deja arrastrar por la corriente de la rutina diaria hasta estar segura de saber quién es y quiénes son las personas que la rodean. Tiene una familia, un marido, una hija, un primo, un hermano, una tía mayor, una profesión, dentista, y una enorme desazón: piensa que el día del accidente atropelló a alguien y tal vez lo mató. Inmediatamente después del accidente llovió mucho, y en Salta (provincia argentina donde ocurre la acción) da la impresión de que como la nieve en Fargo, la lluvia lo borra todo. Especialmente si perteneces a una clase social con medios suficientes para borrarlo...”.
“No quiero develar –añade Almodóvar– lo que ocurre a continuación. La directora argentina demuestra una vez más su habilidad para sugerir en segundos y terceros términos una historia desasosegante, contada desde un punto de vista moral desconcertante (lo digo como algo positivo) y con un talento extraordinario para coreografiar continuos tableaux vivants de un naturalismo equívoco y riquísimo. De nuevo muestra un universo húmedo y próximo a la putrefacción, sin énfasis y a través de detalles tan cotidianos como misteriosos. Es difícil hablar de las películas de Lucrecia Martel, pero supone un enorme placer verlas y oírlas, al menos para mí. Una creadora original, con un punto de vista inédito y una habilidad increíble para colocar la cámara y llenar la pantalla de sonidos. Espero que le vaya bien en el festival y que interese a las personas que debe interesar. Me gustaría acompañarla, pero para entonces ya me habré retirado a ese convento llamado Los abrazos rotos.”
La inclusión de las películas nacionales en concurso tiene un mérito extra si se considera que este año la lista de films se redujo de 25 o 23 que solían ser a sólo 22, algunas incorporadas a último momento (como Entre les murs, de Laurent Cantet, quizá porque la presencia francesa necesitaba refuerzos) y donde, como siempre, hay nombres de primera línea con los que deberán medirse los argentinos: entre ellos, tres ganadores de la Palma de Oro –el alemán Wim Wenders y los hermanos belgas Luc y Jean-Pierre Dardenne– más Clint Eastwood, el chino Jia Zhangke y los franceses Philippe Garrel y Arnaud Desplechin (ver aparte).
Pero el acento argentino no se acaba allí, ni mucho menos. En la competencia cannoise también estará Che, la promocionada superproducción de Steven Soderbergh sobre Ernesto Guevara, cuatro horas de película protagonizada por Benicio del Toro como el héroe revolucionario latinoamericano. En principio, el proyecto de Soderbergh sobre el Che se anunciaba como un díptico con dos películas independientes entre sí (así al menos se lo promocionó en febrero pasado en el Festival de Berlín), que ahora quedaron subsumidas en una sola. Y en la sección oficial, pero en el apartado “Midnight Screenings”, fuera de concurso, el director de Underground, Emir Kusturica, presentará por fin su demorado documental Maradona, con El Diego atravesando la alfombra roja del Palais des Festivals. Queda por preguntarse qué tan freak será la película que los responsables de Cannes programaron en la sección de medianoche...
Al margen de estas incursiones foráneas por la cosmogonía mítica nacional, el cine argentino suma en otras secciones una presencia determinante, repartida todo a lo largo de la Croisette, el bulevar marítimo que recorre las distintas sedes del festival. En la Quincena de los Realizadores, la sección paralela más prestigiosa de Cannes, creada al calor del Mayo del ’68 y que en esta edición cumple 40 años ininterrumpidos, estará Liverpool, el nuevo largometraje de Lisandro Alonso, un favorito de la Quinzaine, donde ya presentó en años anteriores Los muertos y Fantasma.
Pero esta vez Alonso no estará solo: Olivier Père, delegado general de la Quinzaine, seleccionó también Salamandra, ópera prima de Pablo Agüero filmada íntegramente en El Bolsón, protagonizada por Dolores Fonzi y Daniel Fanego y producida –en sociedad con Francia y Alemania– por Hernán Musaluppi para su compañía Rizoma. De la argentina Rizoma es también la coproducción de Acné, film uruguayo rodado en Montevideo que marca el debut en el largometraje de Federico Veiroj, otro invitado del programa de la Quinzaine.
No muy lejos de allí, siempre por la Croisette en dirección a Niza, en el venerable Espace Miramar, la Semana de la Crítica, organizada por la prensa cinematográfica francesa, presentará por segundo año consecutivo (la temporada pasada estuvo allí con El asaltante) una película de Pablo Fendrik. El director formado en el CIC estrenará aquí su segundo largo, La sangre brota, protagonizado por Arturo Goetz y Nahuel Pérez Biscayart. También en la Semaine de la Critique se verá el corto Oír tu grito, del paraguayo (radicado en Argentina) Pablo Lamar, mientras que en la Cinéfondation, la competencia internacional de escuelas de cine que organiza el Festival de Cannes, concursa El reloj, de Marco Berger. Ambos cortometrajes fueron producidos a través de la Universidad del Cine, que dirige Manuel Antín.
¿Y la apertura? Será hoy para Blindness, una coproducción internacional dirigida por el brasileño Fernando Meirelles. El realizador de Ciudad de Dios adaptó ahora la novela Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, y la vistió con un elenco encabezado por Gael García Bernal, Danny Glover, Julianne Moore y Mark Ruffalo. Los brasileños también tendrán un lugar destacado en esta edición de Cannes, que cuenta en competencia no sólo con el film de Meirelles sino además con la nueva película de Walter Salles, Linha de passe, filmada en las calles de San Pablo. Por ahora, al menos, el clásico Argentina-Brasil empieza en empate: dos a dos.
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