Jue 31.07.2008
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CINE › EL PRECIO A PAGAR, CON CHRISTIAN CLAVIER Y NATALIE BAYE

Una guerra matrimonial inconclusa

› Por Horacio Bernades

¿Cuál es la mejor manera de rematar una comedia de guerra matrimonial? Una posibilidad es hacerlo con un armisticio de reconciliación entre ambas partes, como en Sucedió aquella noche o La octava mujer de Barbazul. Otra es con un acuerdo engañoso, que deje la puerta abierta a nuevas y más feroces escaramuzas, como en La adorable revoltosa. Y si no, deteniéndose justo al borde del exterminio mutuo, como en La guerra de los Roses. De la manera en que seguro no se puede terminar una película así (o cualquier otra) es con ambos contendientes sentados a una mesa, diciendo algo así como “y bue, aquí no ha pasado nada”. Congelado final y a salir del cine, que se acabó. Así termina El precio a pagar, aportando a los peores finales de la historia del cine una de sus perlas más cultivadas.

Hasta ese momento, esta película escrita y dirigida por Alexandra Leclère había coqueteado peligrosamente con la misoginia, adoptando el punto de vista del marido. Pero como de todos modos no deja de confrontar ese punto de vista con el de la esposa, es posible que la intención sea justamente denunciar la misoginia. Esposa de un empresario y vecina de una de las zonas más exclusivas de París, lo único que la señora Ménard (una Natalie Baye cincuentona y ligeramente amarga, pero aún atractiva) parecería saber hacer es salir de compras y volver cargada de bolsas. No es por eso que se hace problema el señor Ménard (el cómico Christian Clavier, que no es muy cómico), sino por la obligada abstinencia a la que lo somete su mujer. El señor Ménard, que a diferencia de su tocayo Pierre jamás escribió el Quijote, está a punto de caramelo para que algún misógino militante lo convenza de que su mujer es la culpable de todos sus males.

El militante aparece en la figura de Richard, su chofer (Gérard Lanvin, visto en El gusto de los otros). Típico machote pagado de sí mismo, esclavo del fitness y la lámpara solar, desde que su mujer (Géraldine Pailhas) intenta convertirse en escritora Richard está sacado, intentando exorcizar sus demonios a través del jefe, a quien en el fondo odia y convertirá en monigote. Aunque es verdad que Mme. Ménard aparece cargada de una negatividad que su marido no tiene, Leclère logra pintar en Richard un ser detestable, incluyendo una perturbadora escena de violencia familiar. Pero también es cierto que la pareja del chofer abusador y la escritora vocacional es tan creíble como una integrada por Aldo Rico y Eva Giberti. Por el lado de la pareja central, Odile Ménard parecería cobrar vida en el momento en que le declara la guerra al marido, lo cual paradójicamente la sexualiza y redobla sus atractivos. Sin embargo, cuando intenta una aventura extramatrimonial no logra concretar. Con lo cual queda la sensación de que su frigidez es más constitutiva que funcional, dejando otra vez mejor parado al marido. Que, está a la vista, es un desabrido total. En fin, daría la sensación de que la directora se hizo un matete bárbaro con su propia película.

5-EL PRECIO A PAGAR

(Le prix à payer, Francia, 2007)

Dirección y guión: Alexandra Leclère.

Intérpretes: Christian Clavier, Natalie Baye, Gérard Lanvin, Géraldine Pailhas y Patrick Chesnais.

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