CINE › “AMANDO A MARADONA”, DE JAVIER VAZQUEZ
Maradona mirado por ojos argentinos
› Por Emanuel Respighi
“Desde que se fue Diego perdimos todo lo que teníamos. Ahora somos el desperdicio de Italia”, asume ante cámara, sin ocultar un visible dejo de tristeza, Cristi Dadora, una napolitana en la que en su cantina aún resuenan los goles que gracias a la genialidad desperdigada una y otra vez por Diego Maradona lograron sacar del ostracismo y el olvido a la ciudad de Nápoles durante el segundo lustro de la década del ’80. El testimonio de los napolitanos, que se reafirma con muchos otros, forma parte de Amando a Maradona, el primer documental argentino que se hace sobre la figura del astro del fútbol mundial. Pero aquí no hay lugar para el tradicional registro historicista sobre su vida ni para el compilado de goles memorables. El trabajo de Javier Vázquez, que se estrenará el mes que viene en las carteleras porteñas, tiene el plus de trascender la figura del Maradona jugador de fútbol para detenerse en otro aspecto: en la simbología social que el Diego representa a lo largo de todo el planeta. Aun en aquellos países en los que el fútbol es apenas un extraño y lejano deporte.
Rodado en siete ciudades diferentes del mundo (Buenos Aires, Bariloche, La Habana, Barcelona, Nápoles, Ginebra y Río de Janeiro), Amando a Maradona cuenta en clave emotiva todo aquello que Diego despierta en los pueblos de distintas naciones y culturas, demostrando que la devoción y el fanatismo no conocen de fronteras ni barreras. “Amando a Maradona no es otra cosa que la película argentina de Diego. Se hicieron muchas películas sobre Maradona, pero ésta es la primera hecha por argentinos. Y eso se nota”, subraya Vázquez, quien en “su vida anterior” –tal como él define a todo lo que hizo desde el 2003 para atrás– fue creativo publicitario. “Decidí cerrar mi agencia porque sentí una necesidad muy grande de hacer cine. No me quería morir sin hacer una película”, reconoce el director, que se asume como “bostero y maradoniano de ley”.
–¿Cómo logró darle a la figura de Maradona, una de las personas más mediatizadas del mundo, una visión diferente a la que ya se le conoce?
–La idea fue siempre rescatar a Maradona como símbolo máximo de la aldea global. Amando a Maradona no se trata de una biografía. Más bien es una película que se acerca al fenómeno que rodea al jugador de fútbol, símbolo e ídolo. Lo que hace el film es detenerse en cada uno de los lugares donde vivió, retratando ese fénomeno que Diego genera a lo largo de todo el mundo, a través de los testimonios de gente desconocida. Nápoles, Barcelona, Río de Janeiro, Villa Fiorito, La Habana son lugares muy alejados entre sí, pero que en su conjunto sirven para darle una real dimensión a lo que Maradona despierta en todo el mundo.
–¿Qué fue lo que más le sorprendió de la gente?
–No sé si me sorprendió, porque uno sabe lo que genera Maradona, pero es impresionante lo que son capaz de hacer sus fieles por estar cerca de él. Hay un chico, por ejemplo, que tiene seis tatuajes de Diego hechos en su cuerpo... Es muy fuerte. También me sorprendió el rito de la Iglesia Maradoniana, que roza lo bizarro, ellos lo saben, pero que es muy divertido. Y en el exterior, es impactante el amor que los cubanos tienen con Diego: en su noble humildad, los cubanos son los que más abren su corazón para hablar de Diego.
–¿Y en Nápoles?
–En Nápoles, la pasión por Diego es, incluso, mayor que en Argentina, porque tiene una connotación social muy grande. Para los napolitanos, Diego es un símbolo no sólo futbolístico sino también social y político. Es la bandera de la rebeldía hacia los poderosos. Sienten que sólo fueron algo cuando Diego jugó para el Napoli. Y es verdad, porque Diego los reivindicó como sociedad. Eso los napolitanos lo tienen grabado a full, porque con Diego pasaron a ser protagonistas en el interior de Italia. Ellos sienten que antes de Diego estaban olvidados por la Italia rica, y ahora, después de su paso, también. Diego representó el único éxito napolitano, que fue la victoria de los pobres sobre los ricos. Diego, para ellos, es un líder social. Y lo mismo pasa en La Habana, La Boca e, incluso, Río de Janeiro, donde para los brasileños más pobres Diego es mucho más símbolo de identidad que Pelé.
–En la actualidad tanto Emir Kusturica como Dino Rissi están rodando películas sobre Maradona. ¿Cómo influyó en su película ese hecho?
–Nosotros fuimos los primeros, empezamos a rodarla en 2003. Hay otras películas que se están haciendo sobre Diego, como la de Rissi o la de Kusturica, pero eso no fue ni es ningún tipo de conflicto. Es algo normal, dado el status que alcanzó la figura de Maradona a nivel mundial. ¿Cuántas canciones hay en homenaje a Diego? Decenas. Lo que pasa es que el italiano y Kusturica tuvieron un poco más de prensa.