CINE › MOTIVOS PARA NO ENAMORARSE, DE MARIANO MUCCI
› Por Horacio Bernades
En términos éticos y estéticos, el cine de género hecho en Argentina suele resultar ofensivo. No es el caso de Motivos para no enamorarse, que Mariano Mucci construyó con cuidado y convicción, sin ceder al cálculo o la demagogia. Si no llega a ser buena no es por filisteísmo, sino por falta de mayor desarrollo, tanto de situaciones como de temas y personajes.
El guión incursiona en lo que podría llamarse “comedia romántica asimétrica”, con dos personajes que, aunque parecen tener todo en contra, terminan enamorándose. Resignada a no conseguir algo mejor, Clara (Celeste Cid, debut en cine) trabaja en un call center desesperante. Producto de un legajo amoroso que deja que desear, parecería la única persona incapaz de advertir que no conviene llevar al chanta ese que la levantó en un bar (una especie de Gassman joven llamado Esteban Meloni) al departamento que comparte con una linda amiga (Laura Azcurra). Sin novio, sin amiga y sin techo, Clara recalará en casa del cincuentón al que le pone por nombre Teo (Jorge Marrale), tan aferrado a sus manías como al recuerdo de su ex mujer.
Tratándose de una comedia romántica, por más que se empeñen en aclarar que se trata de una mera transacción inmobiliaria, nadie ignora que esa agua y ese aceite se mezclarán. El problema pasa por la escasa definición de personajes. ¿Por qué se pelean Clara y Teo al comienzo? ¿Qué los llevaría a unirse? ¿Qué desea cada uno, qué podría darle el otro? Nadie pretende densidad psicológica en una comedia, pero de películas como Cuando Harry conoció a Sally, Sintonía de amor o Mejor... imposible se sale con la certeza de haber conocido a los protagonistas. Aquí, el escaso desarrollo llega al desperdicio liso y llano en el caso de los secundarios, incluyendo a Azcurra (que sigue subexplotada), Mariana Briski (jefa-capanga de Clara), la reaparecida Mónica Gonzaga o, más escandalosamente, Rodolfo Ranni, que queda casi por completo fuera de campo.
Del mismo modo, en lugar de funcionar de modo orgánico, ciertas escenas (como la del partido que Clara y Teo ven por TV en un boliche) parecen “puestas” sólo para determinados efectos. Prolijamente fotografiada y con una banda de sonido en la que Sandro, Fabi Cantilo o Calamaro levantan un poco la temperatura, el film de Mucci (lejos del provocativo despelote de El boquete) cuenta con una perla llamada Celeste Cid, todo un fenómeno cinematográfico. Que sea bonita es (casi) lo de lo menos. Lo notable es el magnetismo que es capaz de generar, tanto cuando sonríe como cuando grita un gol. O cuando se asoma a la ventana de una pajarera de cemento, dando la sensación de que toda la tristeza del mundo cayó de pronto sobre ella.
5-MOTIVOS PARA NO ENAMORARSE
Argentina, 2008.
Dirección: Mariano Mucci.
Guión: María Laura Gargarella.
Intérpretes: Celeste Cid, Jorge Marrale, Mariana Briski, Rodolfo Ranni, Laura Azcurra y otros.
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