Jue 18.09.2008
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CINE › MI HERMANO ES HIJO úNICO, DE DANIELE LUCHETTI

Un disidente contra natura

El director italiano sigue los pasos de Accio, militante fascista cuyas decisiones no son estrictamente políticas y que plantea un curioso juego de relaciones familiares. Con un tono deliberadamente ligero, el film presenta un elenco a seguir.

› Por Horacio Bernades

El motivo por el cual Accio abandonó el seminario religioso no es precisamente el más común. El muchacho consideraba que por sus “pensamientos sucios” le correspondía una pena más severa que los meros padrenuestros que el cura le indicó y en protesta por la blandura recogió sus cosas y se fue. Accio es, en efecto, la más extraña clase de disidente, algo así como un disidente de derecha. No es una mera vaguedad: en plenos ’60, cuando la entera juventud italiana se ponga a militar en la izquierda, Accio adherirá al neofascismo. Tiene sus razones. Aunque esas razones no sean políticas, y eso es lo que debe comprenderse para entender esta verdadera anatomía de un disidente contra natura que es Mi hermano es hijo único.

Que Antonio Pennachi, autor de las memorias en las que la película se basa, es un disidente, lo confirma no sólo su paso del neofascismo al comunismo (de allí el título del libro, Il Fasciocomunista), sino, sobre todo, su condición de stalinista. Stalinista hoy, cuando la Unión Soviética es un recuerdo lejano. Hasta para el PCI. Sobre todo para el PCI. Mi hermano es hijo único puede considerarse una película política, sólo en la medida en que transcurre en una época recontrapolitizada, como fueron los ’60. Pero no son razones políticas las que mueven a sus protagonistas a militar en uno u otro bando. No, al menos, en el caso de Accio. Hijo de una familia de clase trabajadora de la pequeña localidad romana de Latina, cuando Accio sale del seminario a sus padres no les hace ninguna gracia que quiera estudiar Literatura Clásica, como su hermana mayor. “Si ella estudia, ¿por qué yo no puedo?”, pregunta, dándose de cabeza contra la respuesta clásica: “Porque sos varón y tenés que trabajar”.

Si Accio tiene razones para rebelarse contra el orden familiar, la militancia de su hermano en il partito (y que sea, a la vez, el que se queda con las mejores chicas) le indicará la forma de esa rebelión: afiliarse al MSI. A partir de un guión coescrito junto a sus viejos colaboradores Sandro Petraglia y Stefano Rulli (autores de La mejor juventud), el realizador, Daniele Luchetti, se nefrega en el contenido político de la elección de Accio. Lo que le interesa es su condición de disidente. Disidente familiar, disidente histórico, disidente político: todo viene en el mismo paquete para Accio. Que, por más que se ponga a estudiar los discursos del Duce, alzar la mano derecha y formar parte de un grupo de choque, nunca llegará a ser (aunque quiera) un vero fascista. El que sí lo es es su maestro y mentor, un vendedor ambulante que añora aquellas épocas de oro en las que los hombres eran hombres. Y que cumple, en relación con Accio, el rol de padre sustituto.

Como en sus películas anteriores, estrenadas en nuestro país (el caso de Il portaborse, conocida aquí como La investigación) o vistas en ciclos y semanas de preestrenos (su ópera prima Domani accadrà; La scuola), a Luchetti (Roma, 1960) no le interesa tanto revisar la historia política italiana como analizar qué clase de interacciones practican con ella sus personajes. Más allá de que también ésta gire alrededor de una batalla entre dos hermanos, ese enfoque marca una diferencia mayor con La mejor juventud, donde los protagonistas sí eran encarnaciones de las grandes corrientes políticas. Basta ver el motivo por el cual Accio rompe con sus viejos camaradas de armas (la interrupción a patadas de un concierto de Beethoven, en una universidad tomada) para comprender que al protagonista la política le pasa por otro lado. De hecho, es justamente esto lo que lleva a tener reservas frente a un final que, en su carácter de épica micropolítica, es posible que constituya un exabrupto.

Planteada en tono resueltamente ligero, con abundantes toques de humor e incluyendo un triángulo amoroso de comedia romántica, Mi hermano es hijo único se beneficia con su música de época (los que andan encima de los 40 se sentirán retransportados hacia la galaxia San Remo) pero, sobre todo, por dos factores concurrentes. El primero es un estilo de rodaje que le da preeminencia al intercambio físico entre los actores, otorgándole a cada escena la infrecuente sensación de estar transcurriendo aquí y ahora. Para funcionar debidamente, este estilo de tomas largas, registradas con varias cámaras, requiere de actores que pongan el cuerpo, y es mérito del realizador haber sabido hallarlos. De todos ellos se volverá a hablar de aquí en más, sin duda. Empezando por el protagonista, Elio Germano, e incluyendo tanto a sus dos partenaires (los ultrafotogénicos Riccardo Scamarcio y Diane Fleri) como a Vittorio Emanuele Propizio, el Accio de 13 años que aparece en las primeras escenas. Sin dejar afuera a la mamma, claro, una Angela Finocchiaro tan sanguínea como suelen serlo sus congéneres. Pero bastante más lejos de la sacralización, por suerte.

7-MI HERMANO ES HIJO UNICO

(Mio fratello è figlio unico, Italia/Francia, 2007)

Dirección: Daniele Luchetti.

Guión: Sandro Petraglia, Stefano Rulli y D. Luchetti, sobre libro Il Fasciocomunista, de Antonio Pennacchi.

Intérpretes: Elio Germano, Riccardo Scamarcio, Diane Fleri, Angela Finocchiaro, Massimo Popolizio y Vittorio Emanuele Propizio.

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