CINE › INVISIBLES, DE ISABEL COIXET, FERNANDO LEON DE ARANOA Y WIM WENDERS
Conmovido por una experiencia que vivió junto a la organización Médicos sin Fronteras, el actor español Javier Bardem reunió a un grupo de cineastas amigos y los sumó en un film colectivo que da visibilidad a tragedias sociales silenciadas.
› Por Oscar Ranzani
INVISIBLES
España, 2007.
Dirección: Mariano Barroso, Isabel Coixet, Javier Corcuera, Fernando León de Aranoa y Wim Wenders.
Productor: Javier Bardem.
Estreno en versión DVD únicamente en el cine Cosmos.
Cuando el actor español del momento, Javier Bardem, necesitaba asesoramiento para componer el personaje de un médico en zonas de conflicto se contactó con la institución Médicos sin Fronteras (MSF), cuyos miembros le ofrecieron participar de uno de sus programas de tratamiento y prevención de la malaria en Etiopía. A Bardem lo marcó tanto aquella experiencia que el año pasado, cuando MSF cumplió veinte años, decidió producir un film en homenaje a esta organización de ayuda humanitaria. Antes que un documental sobre los programas de MSF, se decidió que la película focalizara en los problemas de las personas que están invisibilizadas socialmente y alejadas de las imprescindibles ayudas humanitarias. No caprichosamente, entonces, la película se llama Invisibles. Bardem convocó a cinco directores de experiencia que no cobraron por su trabajo: Mariano Barroso, Isabel Coixet, Fernando León de Aranoa, Javier Corcuera y el alemán Wim Wenders. Invisibles –que ganó el Goya al Mejor Documental– se compone de cinco historias que comparten la mirada humanista sobre quienes sufren en el mundo.
Cartas a Nora, de Coixet, está basada en una historia real: la protagonista es una muchacha boliviana, cuya hija se murió como consecuencia del mal de Chagas, una enfermedad que afecta a 18 millones de personas en Latinoamérica. Nora no habla en la película: se la ve en distintas acciones y permanentemente se escucha la voz en off de su hermana Rosa leyendo cartas a la distancia, ya que todos quedaron en Bolivia, excepto Nora, que debió viajar a España para que su familia pueda alimentarse. Su hermana le va contando acerca de su cuñado Walter, que está aquejado por la enfermedad producida por la picadura de la vinchuca. El punto más valorable de Cartas a Nora es que permite entender que se trata de una enfermedad “de pobres” y que al resto de la sociedad poco le importa lo que sucede con estas personas. Desde el punto de vista formal, parece un desacierto introducir siempre la misma melodía cada vez que no se escucha la voz en off, ya que produce un efecto de saturación que distrae al espectador del clima intimista propuesto.
Los dos más potentes de la serie de cinco son, sin duda, Crímenes invisibles, de Wenders, y Buenas noches, Ouma, de León de Aranoa, ambos documentales, capaces de producir un impacto emocional de grandes dimensiones. Wenders filmó Crímenes... en la República Democrática del Congo. A pesar de su nombre, poco se entiende allí por valores democráticos. Distintas mujeres cuentan los terribles padecimientos que sufren como consecuencia de los ataques de los Maï Maï, un grupo de rebeldes enfrentado al gobierno. El film da cuenta de una situación desgarradora contada por mujeres absolutamente desprotegidas ante los grupos armados, no sólo los Maï Maï; según sugiere el film, también son una amenaza para ellas los soldados del gobierno e incluso la policía.
León de Aranoa viajó hasta el norte de Uganda para filmar Buenas noches, Ouma, un corto que provoca un profundo estremecimiento a partir del relato del largo peregrinar de niños que cada noche van a dormir al refugio El arca de Noé, para evitar ser capturados por los rebeldes del Lord’s Resistance Army (LRA), un movimiento rebelde ultrafanático en guerra desde hace más de veinte años con el gobierno de Uganda. Los del LRA prefieren secuestrar niños durante las noches para sumarlos a su fuerza. ¿Los motivos? Porque los niños no saben regresar a sus casas, aprenden con rapidez lo que se les pide y se entregan en el combate.
El sueño de Bianca, dirigida por Mariano Barroso, es una ficción que se acompaña de imágenes documentales. En una reunión de la que participan un representante de una ONG y un empresario farmacéutico, ambos discuten acaloradamente sobre la falta de eflornitina en la República Centroafricana, donde es utilizada –cuando llega– para tratar la denominada “enfermedad del sueño”. La reunión pone al descubierto las distintas posturas: mientras que el farmacéutico dice que la eflornitina no da beneficios económicos, el miembro de la ONG insiste en la necesidad de investigar un tratamiento para la enfermedad.
Finalmente, Corcuera viajó a Colombia para reflejar en La voz de las piedras los problemas que sufren los campesinos frente a la violencia de distintos grupos armados y su lucha cotidiana por recuperar las tierras de las que fueron desplazados. Con testimonios de los propios protagonistas, el corto de Corcuera da cuenta de las consecuencias de un conflicto que aparece muy poco en los medios.
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