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Viernes, 9 de enero de 2009

CINE › SÜDEN, LA PELICULA DE GASTON SOLNICKI SOBRE MAURICIO KAGEL

El regreso a casa del gran maestro

Sin presentar el relato como alabanza a la figura del genial compositor contemporáneo, el realizador lo sigue junto a sus colaboradores en los ensayos previos a una presentación, con especial atención en los detalles cotidianos de su labor.

 Por Diego Brodersen

7

SÜDEN
Argentina, 2007.

Dirección y guión: Gastón Solnicki.
Fotografía: Diego Poleri y Gastón Solnicki.
Montaje: Andrea Kleinman.
Música: Mauricio Kagel.
Diseño de sonido: Jason Candler.

La música contemporánea –ese ámbito que parece condenado a ser reconocido por apenas un puñado de exquisitos escuchas– y el regreso a la Argentina de uno de sus hijos pródigos no parecía ser el punto de partida de una película que encendiera pasiones entusiastas o que fuera a descubrir nuevos territorios dentro del documentalismo. Sin embargo, algunas películas logran vencer los preconceptos a fuerza de talento y rigor expositivo. Ese es precisamente el caso de Süden, ópera prima del realizador Gastón Solnicki, un registro del retorno de Mauricio Kagel al país que abandonó en 1957, cuando la posibilidad de desarrollar su talento musical en Alemania lo alejó por varias décadas de su Buenos Aires natal. Kagel es uno de los compositores de música contemporánea –con un fuerte énfasis en lo electroacústico– más relevantes de la escena internacional, y su presentación en el Teatro Colón en el año 2006, como parte de un festival que lo tenía como homenajeado, se transformó en un verdadero acontecimiento cultural. Desconocido, claro está, para aquellos alejados del mundillo de la música de vanguardia producida en los últimos cincuenta años.

Lejos de disponer el relato como una simple alabanza a su figura principal –toda una institución en el cine documental centrado en artistas y creadores–, Solnicki sigue al maestro y sus colaboradores en los ensayos previos a una de las presentaciones porteñas, con especial atención a los detalles cotidianos de una labor que requiere talento pero también mucha paciencia y constancia. El ensamble Süden, un grupo de jóvenes músicos con quienes el compositor no había tenido ningún tipo de contacto previo, fue creado especialmente para ese encuentro y conformado exclusivamente, según su pedido expreso, por concertistas argentinos. A partir de un preciso uso de los encuadres y el montaje, el film retrata la relación profesional y personal que comienza a desarrollarse entre los miembros de la orquesta y su conductor –el mismo Kagel– e incluye la visita de una mezzosoprano a un dentista que se las da de bilingüe (¿o acaso la música culta está reñida con el humor?) y la preparación de una breve performance con decenas de ciclistas haciendo sonar sus timbres alrededor del Colón.

En off y en perfecto alemán –que se contrapone con ese porteño con un dejo de acento utilizado durante los ensayos–, Kagel reflexiona acerca de su arte y sobre la imposibilidad de desarrollarse plenamente como concertista profesional en la Argentina, especialmente en el terreno de la música experimental. En esos comentarios, que el montaje distribuye como salpicaduras a lo largo del breve metraje (apenas poco más de una hora), Süden se transforma en un film político, en el sentido de que hace implícita la excepcionalidad del personaje retratado y admite intuir la posibilidad misma de su existencia como creador gracias al autoexilio. Las imágenes y melodías que lo conforman, por otro lado, permiten acercarse a un universo paralelo al de los consumidores de música en general, a los que, según palabras del propio Kagel, habría que educar para permitirles el acceso a la música contemporánea.

Precisamente, la película posee ciertas cualidades didácticas (dicho esto en el mejor sentido posible de la palabra), al habilitar un paseo por la “cocina” de un arte virtualmente desconocido, sin vehemencias ni falsos aires de importancia. Ya cerca del telón de cierre, cuando los preparativos del concierto están llegando a su fin, Süden refleja el nerviosismo de los artistas, la mirada ubicada exclusivamente detrás de los cortinados que separan a los espectadores de los músicos. Fiel a la estructura que desarrolló desde la primera escena, con el énfasis puesto en las bambalinas y no tanto en el resultado final, el film se da el lujo de no incluir ninguna imagen ni sonido del concierto propiamente dicho (esa, parece decir Solnicki, es otra historia).

* Süden se exhibe exclusivamente en el Malba todos los viernes y sábados de enero a las 22. En todas las funciones, además de la proyección del film, el músico Federico Landaburu interpretará la obra Atem für einen Bläser para Clarinete bajo y cinta, de Mauricio Kagel.

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Kagel es acompañado por las cámaras durante su presentación en el Colón en 2006.
 
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