CINE › MARTíN CARRANZA Y VICTORIA GALARDI, DIRECTORES DE AMOROSA SOLEDAD
Nacido de una experiencia personal, el film se concentra en Soledad, mujer abandonada e hipocondríaca que logra desatar la risa. “Es mayoritariamente femenina, pero los hombres se pueden sentir identificados desde varios puntos de vista”, dicen.
› Por Oscar Ranzani
La historia de Amorosa soledad, ópera prima de los jóvenes directores Martín Carranza y Victoria Galardi, nació como consecuencia de un fracaso amoroso en la vida real de la realizadora. “A raíz de eso empecé a escribir una historia sobre transitar la soledad, después de haber sido abandonada, y lo que te pasa cuando sufriste, querés recomponerte y tenés miedo a sufrir antes de empezar una nueva relación”, relata Galardi, que es también la guionista del film, cuyo estreno está previsto para el próximo jueves. “Yo me sumé con un guión ya escrito por Victoria. Lo leí, me gustó y decidimos codirigirlo. Tuvo algunos cambios a lo largo de tres años que estuvimos esperando para filmar”, agrega Carranza.
Si hubiera que sintetizar en cuatro ejes temáticos el contenido de Amorosa soledad habría que mencionar, a modo descriptivo, la soledad, el amor, las elecciones que se hacen en la vida y el aceptarse a uno mismo. Inés Efrón compone a Soledad (el nombre define el estado que atraviesa su personaje), una chica hipocondríaca que va de hospital en hospital tratando de tranquilizar su mente obsesiva y miedosa. Soledad cortó con su novio (Nicolás Pauls) o, mejor dicho, él con ella. Es por eso que, para evitar otro fracaso, se propone no tener pareja en los próximos tres años. Con una relación superflua con su padre (Ricardo Darín) y con una madre (Mónica Gonzaga) que se preocupa casi exclusivamente por su imagen, Soledad se dedica a trabajar: junto a sus socios se de-sempeña como vendedora en un local de decoración. Hasta allí acude un muchacho que se siente atrapado por su mirada (Fabián Vena). Con la excusa de volver a verla, le encarga la compra de un espejo. Pero su presencia, durante los días siguientes, obligará a Soledad a replantear su postura solitaria, contradicciones mediante.
Esta comedia dramática –en la que Efrón despliega una soberbia interpretación haciendo reír a partir de situaciones que, a veces, rozan lo absurdo– ganó el Premio de la Juventud en el Festival de San Sebastián del año pasado. “Estuvo buenísimo. La verdad es que fue muy inesperado”, recuerda Galardi, quien agrega que “había una película inglesa que venía ganando el premio del público y estaba puntera durante todas las semanas. Así que al ser la nuestra la última en proyectarse, lo vivimos sin ninguna expectativa. Cuando terminó la proyección de Amorosa soledad hubo una ovación muy grande, fue una sorpresa para nosotros y nos quedamos charlando con el público”. Carranza acota que tanto él como Galardi dudaban sobre “el target de gente al que apuntaba la película. Y cuando vimos la reacción del jurado, que son todos estudiantes de cine que tienen entre 17 y 21 años, estuvo bueno, porque vimos que funciona con un target del que no estábamos tan convencidos de que pudiera llegar a ser así”, ya que, según agrega la codirectora, ambos creían “que era una película más para treintañeros”.
–¿Se la puede catalogar como una película intimista?
Victoria Galardi: –Sí, puede ser. No soy muy buena catalogando. Me cuesta tanto eso como poner la película dentro de un género. Creo que puede ser una comedia dramática, muchos dicen que es una comedia romántica. El tema de la intimidad se genera porque es un solo personaje que está mucho tiempo dentro de su departamento. Eso puede ser que genere algo de intimidad entre el espectador y el sufrimiento de esa chica.
–¿Coinciden en que el film apela a temas minimalistas pero universales?
V. G.: –Ojalá. Creo que la soledad es un tema universal, y también sufrir por amor, tener miedo, fracasar, volver a empezar, ser contradictorio, no saber lo que uno quiere. Todo eso es universal y es parte de los temas que se tocan en Amorosa soledad. Ojalá sea universal porque va a querer decir que mucha gente se va a sentir identificada con lo que pasa. La hipocondría también terminó siendo un tema bastante universal. Al principio, creí que era algo que no le podía interesar a nadie y, a lo largo de la exhibición de la película en festivales, nos dimos cuenta de que es algo que a la gente le interesa. O por lo menos, hay más hipocondríacos de lo que uno cree. Otros de los temas son la contradicción y el deseo: las ganas de querer hacer algo y, a veces, hacer exactamente lo contrario a lo que uno desea por no estar en contacto con el deseo de uno mismo.
–¿Consideran que es más bien una película femenina? ¿Cómo creen que pueden verla los hombres?
Martín Carranza: –Es mayoritariamente femenina, pero los hombres se pueden sentir identificados desde varios puntos de vista.
–¿Como cuáles?
M. C.: –Uno de ellos es tratar de entender el funcionamiento de la mente femenina. La hipocondría también es muy masculina, o la soledad. Si bien los hombres pueden vivir la soledad no tan hacia afuera como las mujeres, los síntomas son más o menos parecidos. Los hombres se sienten identificados en cosas parecidas a las mujeres y también en otras. El personaje de Fabián Vena, por ejemplo, tiene que lidiar con una chica que tiene ciertas particularidades. Eso lo atrae y va buscando la forma de tratar de entenderla.
–¿Qué es la soledad para la protagonista?
V. G.: –Es lo que le toca transitar en ese momento que cuenta el film. Parte de lo que narra consiste en describir todo ese momento de soledad y de mucha tristeza que vive, tratando de armarse alguna regla para poder sobrellevar esa soledad y de no sufrir. Digamos, sosteniéndose desde el trabajo, ocupándose con amigos, con la madre, intentando volver a confiar en el amor. Qué es la soledad claramente en ese proceso no lo podría describir, pero en todo ese momento de soledad que vive este personaje lo transita con dificultad y tristeza como todo el mundo. Y con miedo.
–La relación con sus padres es bastante distante. ¿Por qué lo pensaron así?
V. G.: –Me interesaba que realmente ella estuviera sola en todo su entorno. Su madre no vive en la ciudad y cuando viene ella cree que la viene a apoyar pero, en realidad, viene a realizarse una intervención quirúrgica. El padre es de esos que hay un montón hoy en día: está pero diciendo te llamo, nos vemos, te dejé un mensaje. Pero no está. De hecho, en el momento en que le pregunta si ella está bien, no tiene un momento para que Soledad desarrolle que no está bien.
–Es una relación superflua con el padre.
V. G.: –De poca conexión.
–¿La idea es hacer reír un poco a partir de situaciones un tanto dramáticas, como la hipocondría de Soledad?
V. G.: –Cuando escribí el guión no me planteaba hacer reír. Después, terminó siendo mucho más gracioso por los ensayos, por la actriz. Pero para nosotros era muy importante ser conscientes de que lo que le estaba pasando a Soledad era serio y ella lo vive como algo serio. Y que cuanto más serio lo hiciéramos y así se actuara, más gracioso iba a ser. Es una comedia, pero lo interesante es que todos están haciéndolo de verdad. Cuando en la segunda escena de la película, Soledad llora y le cuenta al amigo por teléfono que cree que tiene una contractura muy grande y que, por ahí, tiene un ataque cardíaco, Inés está llorando despedazada y sufriendo, pero para mí eso es completamente gracioso. La tragedia se puede convertir en algo muy gracioso con el tiempo.
M. C.: –En realidad, era un de-safío conseguir que fuera simpática y risueña a partir de lo patético. Y fue algo que cuidamos mucho en cuanto al tono de actuación, de no acentuar ningún tipo de gag, sino que todas las situaciones se fueran dando simpáticas o graciosas por el contenido mismo.
–¿Qué perfil psicológico pretendían para Soledad, qué le indicaron a Inés Efron?
V. G.: –Ninguno. Justamente, hicimos mucho hincapié en que Soledad no fuera una analizada. Lo más interesante del personaje es que ella no sabe lo que le pasa. Estaba escrito así y hacíamos hincapié en que ella dijera: Estoy triste, y no estoy angustiada. Porque angustiado es alguien que puede hacer una revisión sobre lo que le pasa. Intentamos que no hubieran palabras psicológicas en el guión. Ella nunca dice: Soy neurótica, soy una hipocondríaca. Eso lo podemos decir los que nos analizamos. Pero Soledad no sabe lo que le pasa y para nosotros era más interesante eso.
M. C.: –Básicamente, es un personaje que no se escucha. Dice algo y, al ratito, está haciendo una cosa completamente distinta. Entonces, no se presta atención a lo que dice. Y un analizado sí presta más atención.
–Uno imagina a Inés Efrón ubicada más en el drama, al menos para el cine. ¿Qué cualidades vieron en ella para protagonizar una comedia?
V. G.: –Inés es una comediante genial. Yo la había visto en una obra de teatro y era muy graciosa. Tiene una manera y un tono muy interesantes para hacer comedia. Habíamos visto también Cara de queso, donde hace un personaje muy chiquitito y muy gracioso. La verdad es que apenas se hizo el casting de la película supimos que era ella. Nos reíamos cuando la estábamos haciendo. Yo creo que, a partir de esta película, va a hacer más comedias, porque es una actriz muy intensa para hacer drama, pero haciendo comedia entiende el timing. Tiene mucho humor en escena.
M. C.: –En lo que la pongas es una actriz creíble. Si bien nosotros le fuimos marcando cosas del tono, ella tiene una intuición impresionante para ir al lugar correcto. Y siempre es sumamente creíble.
–¿En Amorosa soledad los estados del personaje están por encima de las situaciones?
V. G.: –A veces se mezclan cuando la situación se vuelve dramática como, por ejemplo, cuando se le rompe el inodoro y se le inunda el baño. Otras veces, las situaciones son cotidianas y ella está en un momento muy trágico de su vida y no puede ver con claridad nada: ni dónde está ni lo que transita.
M. C.: –Yo creo que, en general, sus estados de ánimo están por encima de las situaciones. El personaje tiene tal intensidad que situaciones muy manejables pasan a ser dramáticas.
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