CINE › OPINION
El Instituto de Cine y sus temas pendientes
› Por Julio Raffo*
El Instituto de Cine ha quedado sin su presidente por cuanto Jorge Coscia ha empezado ya a legislar en la Cámara de Diputados de la Nación. Su gestión fue brillante en sus logros: la autarquía del Instituto, un importante avance en la regulación racional del fomento, la decisión de replantear la cuota de pantalla de nuestro cine y el fomentar su difusión en el interior del país y en el mundo, entre otras cosas. En esa tarea contó con la eficaz colaboración del vicepresidente, hoy a cargo de la presidencia, Lic. Jorge Alvarez.
Algunos de esos logros pueden y deben ser perfeccionados y completados. Quien quede a cargo del Instituto, sea para completar el mandato vigente o iniciando un nuevo mandato, deberá encarar algunos temas que estaban en la agenda de la Industria y del presidente saliente y que aparecen hoy como urgentes para evitar que los logros mencionados se desvirtúen o se frustren. En especial deberá precisarse la reglamentación de la cuota de pantalla para impedir las interpretaciones o los mecanismos que han obstaculizado la presencia o la continuidad de películas argentinas en algunas salas de cine.
Deberá este año el Instituto hacer comprender al Poder Ejecutivo nacional que es su obligación el reglamentar la cuota de pantalla del cine argentino en la televisión, de conformidad con lo dispuesto por la ley de cine; la televisión no sólo es uno de “los lugares de exhibición del país...”, cuantitativamente ella es el “más importante” lugar de exhibición, y no puede continuar al margen de su obligación de exhibir cine argentino.
Corresponde también regularizar el funcionamiento del Consejo Asesor, que fuera injustamente castigado por el Dec. 1536/02 al privárselo de la infraestructura necesaria para cumplir sus funciones de control.
Por último, pero quizá lo más importante, debe avanzarse en la transparencia respecto de la asignación de los fondos públicos, poniendo en marcha en el organismo las normas que garantizan a todos los ciudadanos el acceso a esa información; y debe modificarse, con urgencia, el sistema de control en el reconocimiento de los costos de producción, puerta de acceso a los subsidios que el Instituto paga. No es posible que el sistema permita presentar facturas que no se auditan, y que son retiradas por los interesados después de obtenido ese reconocimiento. En este punto no podemos dejar de recordar la sabia advertencia del astuto General: “Los hombres son buenos, pero si se los controla son mejores”.
* Abogado, director.