CINE › EL RESCATE DEL METRO 1 2 3, DE TONY SCOTT
Dos personajes dispuestos a llegar al límite (jugados por John Travolta y Denzel Washington) y un secuestro masivo de rehenes consiguen que esta remake se disfrute con los dientes apretados.
› Por Horacio Bernades
Es tan simple como sumar 1 + 1. Basta con oponer dos fuertes voluntades, ambas dispuestas a llegar al límite, para que se ponga en funcionamiento un indefectible mecanismo de olla a presión. Si a ello se le adosan otros factores de peso –un secuestro, un plazo lapidario, un encierro con rehenes, un grupo obligado a decisiones límite– no extraña que las casi dos horas de El rescate del metro 1 2 3 se vivan con los dientes apretados. Sucedía en la versión original y vuelve a suceder en la remake, a la que la cartelera porteña recurre hoy como perfecto antiviral. Podrá acusarse de lo que se quiera a esta remake, pero nunca de mera copia: daría la sensación de que a partir de un mismo original (The Taking of Pelham 1 2 3, novela de John Godey) no pueden hacerse dos versiones más distintas que aquélla de los ’70, dirigida por el televisivo Joseph Sargent, y ésta de ahora, que cuenta con guión de Brian Helgeland y dirección de Tony Scott.
Protagonizada por un infrecuentemente serio Walter Ma-tthau y un Robert Shaw recién escapado de las mandíbulas de Tiburón, La captura del Pelham 1 2 3 era un modesto y efectivo exponente del funcionalismo de la época, que obtenía todo su jugo de la sequedad y la concentración. No es el caso de El rescate del metro 1 2 3 (la traducción parece querer trasladar la acción a Madrid o París), que, como toda película de Tony Scott –las recientes Hombre en llamas o Déjà Vu, por ejemplo– es, antes que nada, una deslumbrante coreografía de planos breves y sincopados, recompuestos por un trabajo de edición que habrá dejado al equipo de montajistas con los dedos mochos. La cuestión es bien sencilla: un grupo comando, encabezado por un improbable ex tiburón de Wall Street, ex presidiario y heavy de la calle (John Travolta, con barba candado) secuestra a punta de pistola un vagón del subte neoyorquino, lo desengancha del resto del convoy y exige, a cambio de la liberación de los pasajeros, un rescate que deberá cumplimentarse en una hora. Del otro lado no hay un vulgar agente de tránsito, como Matthau en la primera versión, sino una suerte de olimpo tecno, bien a gusto de Mr. Scott. Se trata de un sofisticadísimo centro de control, dominado por una pantalla tan gigantesca como el cerebro electrónico de Déjà Vu.
Frente a la pantalla, el agente de control Walter Garber (Denzel Washington, en su tercer protagónico al hilo para Scott, ¡y luciendo también barba candado!). Alrededor de Garber, las autoridades de tránsito en pleno, un experimentado negociador policial (John Turturro, lejos de toda caricatura) y hasta el mismísimo intendente de Nueva York (el siempre imponente James Gandolfini). “Me dejé el traje Giuliani en casa”, dice el intendente, que para completar su mandato no quiere complicaciones de último momento. En relación con la versión original, abundan aquí los agregados: una sangrienta ejecución, una webcam oculta en el vagón secuestrado, un “bueno” con pasado sospechoso (pesa sobre Garber una acusación de soborno) y un “malo” que aspira a un botín acorde con los tiempos de la burbuja financiera. A ese genio del mal, al que Travolta presta un timing perfecto, el guión de Helgeland (autor de los de Los Angeles al desnudo, Río Místico y Hombre en llamas) le opone un tipo tan común que hasta es capaz de comprarle un par de botellas de leche a la mujer, después de haber enfrentado, solo y de cuerpo presente, al grupo comando en pleno. En la piel de ese personaje, Denzel Washington exhibe una calidez inesperada.
Como era de prever, Tony Scott recorre a ritmo de hip hop los laberintos de la red subterránea, contrapone la oscuridad de los túneles con enceguecedoras luces de posición, se deja fascinar por el cristal líquido de la pantalla de control, ralentiza algún momento de tensión y pone la música tecno a volumen de discoteca. Pero, calvo y sesentón al fin, su estilo se muestra esta vez más asentado y funcional, trocando la histeria clipera de sus peores tiempos (recordar Top Gun, Días de trueno o la inenarrable Dominó) por una envidiable dinámica visual. Dinámica que ahora no responde a vacuas imposiciones fashion, sino, se diría, a perseguir el tiempo en fuga, con la acerada elegancia de un reluciente Fórmula 1.
7-EL RESCATE DEL METRO 1 2 3
The Taking of Pelham 1 2 3, EE.UU., 2009.
Dirección: Tony Scott.
Guión: Brian Helgeland, sobre novela de John Godey.
Fotografía: Tobias Schliessler.
Montaje: Chris Lebenzon.
Intérpretes: Denzel Washington, John Travolta, John Turturro, James Gandolfini, Luiz Guzmán, Michael Rispoli y Gary Basaraba.
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