Domingo, 26 de julio de 2009 | Hoy
CINE › AUDREY TAUTOU Y SU PAPEL EN COCO ANTES DE CHANEL, SOBRE LA CELEBRE DISEÑADORA DE MODAS
La actriz que se hizo mundialmente famosa con Amélie se puso en la piel de la controvertida Coco Chanel, en un film de Anne Fontaine que evita el típico biopic y se concentra en sus años iniciales, “el período más interesante de su vida”.
Por Chris Sullivan *
Lo primero que hace Audrey Tautou es balancearse en su asiento y declarar: “¡Amo sus anteojos! Quiero unos, ¿dónde los consiguió?”. Es petite más que pequeña, leve más que flaca, encantadora. Lleva el pelo pelo negro corto, peinado hacia adelante como Audrey Hepburn en Funny Face; sus labios están pintados de un rojo mujer fatal y su blusa complementa perfectamente los Levi’s que cuelgan impecables sobre unos zapatos de taco alto. Tautou tiene un estilo inmaculado, que viene a mano con su más reciente personaje, el icono de la moda francesa Coco Chanel en Coco before Chanel, de Anne Fontaine.
“Una vez que Audrey accedió a ser Coco supe que podría hacer el film que imaginé –dijo la directora–. Me impactó su voluntad, su audacia, la densidad de esa mirada que parece atravesarte. Tiene la misma mirada impertinente, el aspecto andrógino, la misma dureza y el sentido innato de estilo. Es la única persona que puede encarnar a Coco.” Tautou encara el personaje con un aplomo poco común, entregando una performance delicada y a la vez multifacética que, con sólo enarcar una ceja depilada, provoca todo tipo de preguntas sobre ese icono que quizá uno preferiría evitar. ¿Odiaba a los hombres? ¿Usaba a los hombres? ¿Cómo se abrió camino? ¿Les puso un pie encima a todos para llegar a la cima? ¿O fue puramente producto de su ambiente, al que tuvo que usar para tener éxito?
Aun así, el film evita los aspectos más controvertidos de la diseñadora. No aparece su romance durante la guerra con Hans Gunther von Dincklage, un oficial alemán y espía nazi, así como su siguiente arresto por crímenes de guerra y su absolución antes del juicio gracias a la intervención de la familia real británica. La película se decanta por los inicios de Chanel. Como una novela romántica del siglo XIX, comienza cuando Gabrielle “Coco” Bonheur Chanel, nacida en una casa miserable el 19 de agosto de 1883, es abandonada en el orfanato del monasterio de Aubazine. La narración se mueve a su corta carrera como cantante (tomó su nombre de una canción que cantaba en un cabaret) y cubre su vida como concubina de Etienne Balsan, playboy rico que en el film encarna Benoît Poelvoorde. La película concluye en 1920, tras el romance de Coco con su financista, el millonario inglés Arthur “Boy” Capel (Alessandro Nivola), y termina cuando él muere en un accidente de auto, dejándola financieramente libre para revolucionar la manera en que las mujeres se vestían, pensaban y se comportaban.
“Durante años me llegaron proyectos sobre Coco Chanel –explica Tautou, ahora colgada del apoyabrazos de su silla–. Pero no quería hacer un biopic, una especie de saga que contara su vida del nacimiento a la muerte. ¡Chanel vivió 87 años! Inevitablemente, iba a caer en los clichés que puntuaron su camino. No, no, no. Esperaba una oferta para hacer Coco desde un punto de vista particular. Porque es su modernidad lo que me fascina, su espíritu, su ambición y la posición que les dio a las mujeres –dice, y se para–. Chanel tuvo que pelear contra convenciones que eran muy paralizantes para las mujeres. Cuando Anne Fontaine me explicó cómo se proponía tratar el tema, acepté. Quería evitar las perogrulladas y la interpretación mimética de Chanel, y concentrarse sólo en los comienzos, el período en el que Coco se estaba construyendo a sí misma, afianzando su personalidad. Que, para mí, es el período más interesante de su vida.”
Cuando los actores retratan a iconos nacionales, eminentemente controvertidos, aparecen los problemas. ¿Sintió la necesidad de hacerla algo menos esquemática? “Una cosa que no me preocupó fue buscar hacerla encantadora –responde Tautou, con los ojos brillantes–. Ella era muy determinada, dura y autoritaria, pero aún era la pobre nena de un orfanato en el medio de la nada, rodeada por esos aristócratas. Y tuvo que aprender a ser dura, a esconder su vulnerabilidad tras una fachada. Siempre amé su estilo, pero estaba más interesada en su carácter que en la moda que creó: su historia de vida es mucho más grande que la historia de la moda. Y no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que tras esa fachada de mujer dura había algo que intentaba ocultar. Y que detrás de la vida ficcional que ella fabricó había algo más.”
Tautou leyó cada libro, escuchó cada grabación y vio cada filmación que tuviera que ver con su personaje. Pero, tras lidiar con una red de contradicciones, simplemente tomó su inspiración de viejas fotografías. “Era una persona compleja, llena de contradicciones y negaciones –explica–. Y a medida que envejecía empezó a contar mentiras enormes sobre su pasado. Mi cabeza giraba sin control.” Muy parecida a la joven Coco, Tautou, hija de una maestra y un odontólogo, creció en Auvergne, en el sur de Francia, a 50 kilómetros del bar donde Chanel solía cantar. Y aunque ambas nacieron bajo el signo de Leo, las comparaciones, según Tautou, son mínimas. “La gente de Auvergne es muy sencilla, muy trabajadora, así que tenemos eso en común –dice con una mirada burlona–. La otra coincidencia es que Coco no planeaba convertirse en una diseñadora famosa, así como yo no planeé ser actriz. No tenía ni una pista de que sería famosa. Era como cualquier otra, tratando de seguir adelante con mis dudas, mi falta de certezas. Cuando era chica quería estudiar a los monos, pero cambié de idea con el golpe de las hormonas. Súbitamente era adolescente, y encontré mucho más divertidas las fiestas que la naturaleza, y me metí en el arte, el teatro y las películas. Cuando aprobé mis exámenes mis padres me regalaron un curso de verano en un teatro de París.”
Su maestra quedó tan impresionada que la invitó a volver en otoño. “Convencí a mis padres de volver –recuerda–. Leía literatura en la universidad al tiempo que estudiaba actuación.” Tras algunos roles en TV. en 1999 consiguió el personaje de Marie en Venus Beauty Salon, de Tonie Marshall, y consiguió el César a la Actriz más promisoria. Así calzó perfecto en el personaje central de Amélie, la fábula de Jean-Pierre Jeunet sobre la tímida y filantrópica camarera de Montmartre que le cambió la vida para siempre. El film fue un éxito global, y se convirtió en la película más taquillera de la historia de EE.UU. El peinado a la Louise Brooks, los enormes y traviesos ojos y su aire de duende estaban por todos lados.
“Ese personaje fue amado en todo el mundo, y de pronto fui muy, muy popular –exhala–. Me sorprendió muchísimo, porque no esperaba semejante cosa tan rápido. Con eso vinieron cosas buenas y malas.” Desde Amélie, además de su impecable labor como inmigrante ilegal turca en Negocios entrañables de Stephen Frears y El código Da Vinci, Tautou hizo una película por año en Francia, inclinándose por la notoriedad doméstica antes que el suceso internacional. “Soy feliz haciendo lo que hago, y eso ya es bueno –dice–. Me gusta trabajar de vez en cuando en Hollywood porque es como estar de vacaciones, pero soy feliz en Francia, feliz con mi vida. Gano suficiente dinero. Soy yo misma. Me gusta bailar cuando estoy borracha y pasarla bien. No salgo mucho, me quedo con amigos. Es lo que me gusta.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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