CINE › SANGRIENTO SAN VALENTíN 3D, DE PATRICK LUSSIER
› Por Horacio Bernades
Durante 20 minutos o media hora, Sangriento San Valentín 3D produce una fuerte impresión. Desde ya que esa impresión no sería la misma si esta remake de un viejo film “de hachazos” (aunque en verdad aquí habría que hablar de “picazos”) no hubiera sido filmada en tres dimensiones. Gracias a esa técnica y hasta que la sensación se vuelve costumbre, el espectador no se siente viendo una película, sino viviéndola. Vieja quimera de futuristas, adolescentes en busca de adrenalina y ejecutivos cinematográficos, ansiosos de hallar el arma secreta que permita ganarle la batalla a la tele y monitores caseros. Pasados los 20 minutos o media hora, el sistema ocular se ajusta y la película pierde bestialidad, deviniendo apenas una normalidad en relieve.
Hecha a la zaga de las Noches de brujas y Martes 13, el mayor acierto de la My Bloody Valentine original consistió en circunscribirse a un espacio de encierro, una mina abandonada a la que iba a parar un grupo de adolescentes en busca de rincones oscuros y un loco dedicado a masacrarlos, sin que se supiera bien por qué. La remake hace repetir la historia diez años después, con el regreso al pueblo de quien tal vez haya sido el psycho del pico, que partió al exilio para olvidar. Un dato nuevo tiende, si se quiere, a politizar el asunto: hijo del dueño de la mina, Tom viene decidido a venderla, para que algún empresario astuto la reconvierta en emprendimiento inmobiliario. El pueblito lleva el irónico nombre de Harmony, y alguien lo presenta como salido del lápiz de Norman Rockwell. En el subsuelo de ese american paradise, más temprano que tarde el asesino volverá a las andadas, a puro pico y pala.
Presentación local del sistema estereoscópico Real D (y presentación también del 3D con subtítulos, libres de mareos), los productores de Sangriento San Valentín pusieron (literalmente) toda la carne al asador de la tridimensión. Se intensifica la claustrofobia, se hace caer una mano chorreante de sangre a centímetros del rostro del espectador y se le tira a la cara, en el momento más texaveryano de la película... ¡una mandíbula que viene volando! La otra locura encantadora de Sangriento San Valentín es la escena en la que una rubia sale de un motel en medio de la noche, totalmente en pelotas pero con taco aguja, ofreciéndose entera al asesino del pico parado. Editor de Wes Craven en la última Pesadilla y las tres Scream, el director Patrick Lussier maneja muy bien el encierro, el fuera de campo y las zonas vacías del encuadre. Aprovecha la profundidad de campo propia del 3D, mete al espectador mediante subjetivas y no le tiembla la mano a la hora de ponerse imaginativo y barroco con los picos gore. Estos incluyen un empalamiento facial, un ojo atravesado en subjetiva y otro que sale disparado hacia cámara. Todo lo cual pierde relieve, como es obvio, si se la ve en dos dimensiones.
6-SANGRIENTO SAN VALENTIN
3D. My Bloody Valentine 3D, EE.UU., 2009
Dirección: Patrick Lussier.
Guión: Todd Farmer y Zane Smith, sobre guión original de John Beaird.
Intérpretes: Jensen Ackles, Jamie King, Kerr Smith, Kevin Tighe, Tom Atkins y Betsy Rue.
Estreno en 3D en Hoyts Abasto, Cinemark Palermo, Showcase Belgrano, Village Pilar, Cinema Devoto y otras.
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