CINE › ESTO YA PASó, DE LA DIRECTORA AUSTRíACA ANJA SALOMONOWITZ
Premiada en la Viennale y en el Forum de Cine Joven de Berlín, la película toma el tema de la explotación sexual de mujeres en la Europa próspera para un poderoso ensayo sobre la forma documental (bien) contaminada de cinematografía.
› Por Luciano Monteagudo
“Me interesaba cuestionar los métodos que prevalecen en el mundo del cine documental. ¿La víctima siempre tiene que contar su propia historia? Por otro lado, ¿puede alguien más narrar la historia y, sin embargo, comunicar algo del sujeto original? ¿Se trata de un documental si alguien aprende de memoria un texto y, mientras lo hace, yo lo observo y registro? Me interesan esas zonas grises.” Es en esa terra incognita de la que habla la directora austríaca Anja Salomonowitz que transcurre Esto ya pasó, su film premiado en la Viennale 07 y en el Forum del Cine Joven del Festival de Berlín, una obra celebrada precisamente porque se resiste al encasillamiento, a las rígidas etiquetas de la ficción o el documental.
El tema es el de la explotación sexual en la Europa próspera –porque no toda Europa entra en el llamado Primer Mundo– de las mujeres inmigrantes sin papeles. Pero en vez de recurrir al remanido sistema de entrevistas y cabezas parlantes, Salomonowitz pone en escena a gente cualquiera –un oficial de aduana, un taxista, un vecino, el barman de un burdel, una diplomática– que relata, en primera persona del singular, como si les hubiera sucedido a ellos, las experiencias testimoniales de mujeres que han sido víctimas del engaño y la explotación de las redes de trata.
El resultado es particularmente inquietante y eficaz, no sólo porque crea un raro efecto de extrañamiento dramático, sino también porque compromete e interpela al espectador de una manera inédita. Ya no está la coartada de la buena conciencia, la tranquilidad de asistir cómodamente al espectáculo de una víctima narrando su humillación y su dolor. Ese recurso, en el mejor de los casos, es el que emplea el cine documental más convencional, creyendo que de esa manera es políticamente correcto. Y en su manipulación más perversa, es el trámite que aplica la televisión, volviendo a violar la intimidad de la persona que ha sido abusada. Por el contrario, el film de Salomonowitz, enfrentándose al conformismo, dispara una suerte de imagen en espejo: si no es la víctima quien cuenta su propia historia, ¿cuál es el lugar del espectador? O mejor aún: ¿se puede ser espectador? Parafraseando a Frantz Fanon (y su famosa cita en La hora de los hornos de Solanas), se podría volver a decir que “todo espectador es un cobarde o un traidor”.
Los ejes de Esto ya pasó están sutilmente desplazados para provocar malestar y desasosiego. Los testimoniantes, es verdad, no son quienes sufrieron en carne propia la violencia, pero por sus actividades y profesiones conocen bien de cerca el tema de la trata. Desde un puesto de aduana hasta un consulado, pasando por una “whiskería”, todos tienen, de una u otra manera, información suficiente como para narrar esas experiencias con propiedad.
No es el único procedimiento con que Anja Salomonowitz genera zozobra. El film ubica las lógicas narrativas de la ficción –lo que pudo haber pasado– y del documental –lo que en verdad sucedió– en una relación tan estrecha como cambiante. Las imágenes son demasiado estilizadas y las secuencias demasiado construidas como tales para considerar a Esto ya pasó un documental. Es más, se diría que la vida cotidiana está cinematográficamente alienada, transfigurada en el film de Salomonowitz, por el encuadre, por la luz, por el vestuario y la ambientación. Pero sin embargo esa gente, esos lugares y esas situaciones existen realmente, aunque las historias contadas no coincidan exactamente con la propia experiencia. Al confundir a sabiendas esas fronteras, el film está invitando precisamente a traspasarlas.
8-ESTO YA PASO
Kurz davor ist es passiert, Austria, 2007.
Dirección y guión: Anja Salomonowitz.
Producción: Alexander Dumreicher-Ivanceanu para Amour Fou Filmproduktion.
Edición: Gregor Wille y Frederic Fichefet.
Sonido: Eric Spitzer
Intérpretes: Rainer Halbauer, Otto Pikal, Anna Sparer, Leopold Sobotka,
Gertrud Tauchhammer.
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