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Sábado, 14 de noviembre de 2009

CINE › JUAN RIGGIROZZI ESTRENA SU DOCUMENTAL ELLOS SON, LOS VIOLADORES

El primer escupitajo punk

El director, que hizo su entrada al mundo del rock en un show de la banda en Cemento, consiguió los testimonios de los integrantes del grupo, de músicos que recibieron su influjo e incluso de Omar Chabán, además de imágenes invaluables.

 Por Cristian Vitale

Principio del relato: viaje en lancha por los confines del sur. Dos tipos yendo hacia las montañas del río Turbio, detrás de Lago Puelo, a 900 metros sobre el nivel del mar. Uno escuchando y el otro hablando de su amor por el montañismo. Habían caminado dos días para llegar ahí y un par de minutos les llevó revelar quién era quién: uno, el que escucha, Juan Riggirozzi, joven director de cine; el otro, Pedro Broun según el DNI, o sea, Hari B, según la historia moderna del rock argentino. Sí, Hari B, el fundador de Los Violadores. El que, allá por 1978, se había autoproclamado el primer punk de la Argentina. El que, cuando todo era nada, llegó de Londres con un grueso paquete de discos de The Clash, Sex Pistols y The Stranglers. El que desparramó la semilla y cosechó a Los Testículos, luego Voladores, luego Violadores. Y el que se fue cuando su criatura empezó a pegar fuerte entre las masas enérgicas, recién despegadas de la dictadura. “Estamos ahí porque Pedro ama la montaña... Valió la pena viajar cinco días, ¿no? Es lo que lo identifica desde que abandonó el punk”, cuenta el director, revelando el pequeño enigma.

Así arranca Ellos son, Los Violadores (historias de amor, odio, vida y revolución), el primer documental sobre la banda emblema del punk en la Argentina, que se estrena hoy, 14 de noviembre en Artecinema (Salta 1620), y que repetirá durante tres sábados consecutivos. “Es una película de batalla, muy punkie, con escupitajos de VHS por todos lados. La hice como si fuera una patriada”, anuncia el joven director, también responsable del guión y la producción. Riggirozzi se arrojó al mundo del cine como parte de El Hombre Contrapicado, la productora de Mapuche, Nación que vuelve, y luego se cortó para seguir su senda. “Estuve tres años trabajando con esto, un vagón de tiempo. En parte porque Pil (Trafa) vive más en Perú que acá, y en parte porque trabajé con cámaras prestadas, con mucho apoyo de amigos. Armé un guión de cuatro o cinco hojas, busqué todos los testimonios y cambié varias veces la idea inicial”, cuenta.

Al viaje inicial le suceden conversaciones no sólo con Pil, Stuka, el Polako, Gramátika, el Tucán, Sergio Val y El Niño, sino con periodistas y músicos a quienes Los Violadores tocaron de una u otra manera: Flavio Cianciarullo, Walas, Fernando Ruiz Díaz, Claudio O’Connor, Campino y Gustavo Cerati, entre otros. “Si tocaron tanto tiempo no podían resultar indiferentes, ¿no? Creo que descubrí un universo de opiniones detrás de la banda. Es alucinante cómo todos, incluso Cerati, los toman como referente en algún punto: visual, estético o contestatario”, señala Riggirozzi.

–También aparece Omar Chabán. ¿Lo entrevistó en un break carcelario?

–Sí. Le pusieron el halo de misterio necesario a la figura: “Te llamo un día y tenés que venir”. Era en Floresta, después nos fuimos a comer a una parrilla y nadie nos dijo nada...

Entre los motivos que llevaron a Riggirozzi a hacer la película sobresalen dos. Uno es profesional: es un director de cine que, buscando su camino, se cruzó con Los Violadores y decidió hacer un documental. “Había que hacer una peli sobre Los Violadores... Acababan de hacer la de Luca”, dice. El otro motivo es pasional, porque asegura que la banda fue su puerta de entrada al rock. “Fue el primer grupo que vi en vivo. Tenía 13 años y un día me fui de casa vestido de traje diciendo que iba a un cumple de 15 y terminé entachado en Cemento. Era la bienvenida del Tucán. Tocaron seis temas, se pudrió todo y salimos corriendo. Estaba asustado, claro, pero así conocí el punk y a los Viola. Eso me marcó, fue mi segundo nacimiento. Los Violadores eran la banda en español que te bajaba línea, que tenía mensaje, con la que podías identificarte. A mí me llegaron en la misma época Never Mind the Bollocks (Sex Pistols), uno de Misfits, Animal Boys (Ramones) y el primero de Los Violadores. Me rompieron la cabeza por igual. Fueron mi primera Biblia.”

–O sea que cumple el doble rol de director y fan.

–Y sí, veo la peli como si fuera un fanático... Seré medio pelotudo, pero es lo que me pasa. Y creo que es general, porque cuando mandé la solicitada en la web onda “amigos, hagámonos cargo de la historia de esta banda, ayuden con archivo”, me llegó un montón de material. No sólo de los seguidores sino de Pil, de El Niño y del mismo Pedro, que me pasó un material único de ellos tocando en Vinicious, en 1980. Pil y él tenían 18 años, Stuka 20 y el Polako 16, un nene. Un show increíble en el que ya tocaban “Dónde están las mujeres”, “Represión” y “1, 2, Ultraviolento”, recién hechos.

En el devenir de la película también aparecen imágenes del show del vigésimo aniversario con Cemento a reventar, el antológico concierto en Perú (1984) ante 20 mil personas, Cosquín o el Festival de la Huella Perdida, mechadas con tomas de backstages, pruebas de sonido, ensayos y escenas bizarras. “Cuando La Renga nos autorizó a filmar en su festival, nos pasaron cosas alucinantes”, recuerda el documentalista. “En un momento nos paró la policía, por absolutamente nada, pero es muy simpático al hecho de la película. Muy gracioso. Y hubo cosas que quedaron afuera, como cuando Stuka tocó un cable y se electrocutó, en Perú. Muy fuerte ver eso.”

–¿Por qué no incluyó esas imágenes?

–Porque no hacían a ningún relato. La verdad es que adoro la estética punk, incluso casi toda mi filmografía (Cueros, La Naty, Un par de pulmones aparte, Ulises) está de alguna manera tocada por el punk y su estética: la calle, la juventud, los vicios, la violencia. Ese es mi perfil, pero esta vez me guardé ciertas prolijidades de producción para poder contar la película de la mejor manera. Por otro lado, no soy yo el que va a decir que en la historia de Los Violadores el 24 de junio de 2001 pasó tal cosa y así... Agarré a la banda como sujeto y protagonista total de una película y están sus vivencias de todo este tiempo. Una banda con treinta años de historia, con picos para arriba y picos para abajo, que la sigue remando y ese remo sigue teniendo algo de infantil, como si fueran primerizos, es algo que conmueve.

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Pil Trafa habla con Campino, de Die Toten Hosen, y Riggirozzi lo documenta cámara en mano.
 
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