Mar 24.11.2009
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CINE › NOWHERE BOY, UNA PELíCULA DIRIGIDA POR EL INGLéS SAM TAYLOR-WOOD

La ambivalente relación de Lennon y su madre

› Por Geoffrey Macnab *

Uno no esperaría que una película sobre el joven John Lennon tuviera el estilo lacrimógeno de un Douglas Sirk, pero es un poco lo que Sam Taylor-Wood entrega en su destacable debut como director, Nowhere boy, el film que cerró el London Film Festival. Su logro es haber hecho un melodrama familiar emocionalmente cargado que, sin embargo, no lima el filo y el sarcasmo inevitables cuando el tema es John Lennon. Ayudado por un perceptivo guión realizado por Matt Greenhalgh (el mismo que escribió Control, sobre Joy Division), Taylor-Wood demuestra hasta qué punto la emergencia de Lennon como músico estuvo relacionada con su intensa y problemática relación con su madre.

El Lennon adolescente (Aaron Johnson) que se ve en el film es una figura relativamente tímida, que vive con su tía Mimi (Kristin Scott Thomas) y su tío George (David Threlfall). Aún no descubrió a Elvis: los eventos que lo empujan al rock and roll son el regalo de una armónica, una muerte familiar, su rebeldía innata y el restablecimiento de su relación con su madre Julia (Anne-Marie Duff), quien lo abandonó cuando tenía cinco años. La metamorfosis de Lennon de adolescente inseguro a joven rockero está presentada de una manera quizá predecible, pero no por eso menos disfrutable. Se lo ve empezar a vestirse como James Dean y la música de la banda de sonido cambia con él: en un momento es “Mr. Sandman”, y al siguiente “Shake, Rattle & Roll” y Screamin’ Jay Hawkins. Las respuestas de Lennon también empiezan a mejorar, asoma el sarcasmo. Forma The Quarrymen y pronto puede entreverse a los futuros Beatles: una pequeña versión de Paul McCartney (encarnado de manera atractiva por Thomas Brodie Sangster) que toca la guitarra para zurdos y pide una taza de té, un George Harrison (Sam Bell) en la parte superior de un bus, mostrándole su habilidad con la guitarra a Lennon.

Hubo muchos otros films y documentales sobre los primeros días de The Beatles y el nacimiento del rock and roll en Gran Bretaña. Pero éste no es realmente el tema de Nowhere boy. La figura central es la madre de Lennon, atractiva y de espíritu libre, pero también con algo trágico. Anne-Marie Duff pone en su personaje una extraordinaria vitalidad, una nerviosa energía. Hay una incómoda dimensión edípica en la relación de ella con Lennon, tan fascinado pero a la vez consciente de que lo dejó y podría hacerlo de nuevo. Mientras Julia representa el caos y el hedonismo, la tía Mimi (personificada por Scott Thomas con severidad, pero a la vez de un modo emocionante) es la disciplina y el pensamiento rígido: Lennon está atrapado entre dos hermanas tan diferentes, y Aaron Johnson acierta en la combinación de desafío, egoísmo y vulnerabilidad con la que afronta su rol.

Sam Taylor-Wood podrá ser un “joven artista británico”, pero Nowhere boy tiene un estilo relativamente convencional. Más allá de un par de flashbacks y secuencias oníricas, los desbordes expresionistas están reducidos al mínimo. Aun así, se trata de un proyecto bien personal para Taylor-Wood, que sostiene la teoría de que Lennon debió lidiar siempre con el abandono de sus padres. Nowhere boy tiene suficiente música y detalle biográfico como para enganchar a los fans de The Beatles y de Lennon, pero es mucho más íntima que la típica biopic de una estrella de rock. Para el momento en que la cruda y dolorida balada “Mother” suena en los créditos finales, el público deberá hacer un esfuerzo para no apelar a los pañuelos de papel.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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