CINE › MUNDO ALAS SE PRESENTA EN EL FESTIVAL INTERNACIONAL DEL NUEVO CINE LATINOAMERICANO
El documental que León Gieco dirigió junto a Fernando Molnar y Sebastián Schindel se verá hoy en la muestra cubana. “Con Mundo Alas aprendí a ser mejor persona”, señala el músico santafesino, que no se siente dueño del proyecto: “Los que más hacen son los chicos”.
› Por Oscar Ranzani
Desde La Habana
León Gieco está notablemente entusiasmado con su visita a La Habana. El músico santafesino tiene recuerdos inolvidables de la capital de Cuba como, por ejemplo, su memorable concierto con Chico Buarque, Pablo Milanés y Mercedes Sosa en la Plaza de la Revolución. O bien, cuando grabó Canciones con Santa Fe con Silvio Rodríguez y otros destacados intérpretes, a beneficio de los inundados de la provincia argentina. Pero nunca había venido al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, a pesar de que se reconoce como un cinéfilo, una faceta menos conocida del autor de “Solo le pido a Dios”. Y ahora tiene la oportunidad ya que hoy presentará Mundo Alas, la road movie documental que dirigió junto a Fernando Molnar y Sebastián Schindel, que narra la gira que realizó con artistas y músicos discapacitados por el interior del país. “Siempre me interesó muchísimo saber cómo podía ser el Festival de Cine de La Habana. Así que ahora me di el gran gusto de participar. No nos convocaron para competir sino para un evento especial”, señala Gieco. Mundo Alas probará suerte en la isla, después de un recorrido exitoso por diversos festivales del mundo en los que cosechó numerosos premios como, por ejemplo, en Barcelona, Toronto y en el Encuentro de Otros Cines de Ecuador, entre otros.
“Los chicos están en una nube porque pasaron de ser artistas anónimos a que los conozcan en la calle, y a recibir premios. Yo creo que ellos están volando por el aire porque les pasó algo que nadie tenía previsto. Yo nunca tuve la experiencia de trabajar con la discapacidad y tampoco había tenido la experiencia de dirigir una película”, expresa el músico, mientras recuerda cómo empezó todo allá por 2006: durante la presidencia de Néstor Kirchner, realizaron un concierto en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, y desde entonces el proyecto Mundo Alas no paró de crecer. “Lo mismo que cantamos en el Salón Blanco lo fuimos a hacer a Córdoba, a Rosario, a varios lados. Y todo lo que pasó está relatado en la película. Una vez que tuvimos todo filmado y grabado (que eran unas doscientas horas) decidimos hacer un guión que quedó muy lindo. Además, tuvimos la suerte de que a la gente del Canal Encuentro le interesó muchísimo esta idea. Entonces, también hicimos un capítulo por cada uno de los artistas. Y esos documentales de Canal Encuentro fueron tremendamente populares: mucha gente en Argentina los vio. Además, eso colaboró para que Mundo Alas fuera para adelante”, manifiesta Gieco, que además grabó un disco editado por EMI y Página/12. También se publicó un libro de las musicoterapeutas Patricia Knopf y Silvina Mansilla, en formato común, parlante y Braille.
León recuerda que fue todo un debate elegir el nombre de la película. En principio, habían pensado en titularla ¿Para qué quiero pies si tengo alas?, una frase de la artista plástica Frida Kahlo, que vivió en carne propia la discapacidad, luego de sufrir un grave accidente. El inconveniente de titularla así consistía en que había que pedir autorización. Entonces, mientras Gieco compaginaba el documental con su equipo y recordaban todas las cosas lindas que habían sucedido en la gira –amores concretados, incluso–, pensaron en un momento: “Qué mundo éste!” Y, entonces, apareció el título: Mundo Alas.
Gieco comenta que al tema de la discapacidad fue “entrando de a poco. Me costó porque hay que bajar cuatro cambios. Es todo mucho más lento, todo mucho más sensitivo, todo tiene que ser mucho más cuidadoso. Y ahora me cuesta mucho salir porque ya lo entiendo”, reconoce. Y también confiesa que con este proyecto aprendió a “ser mejor persona. Aprendí también que cuanto menos buscás las cosas, mejor salen. O sea, sin especular. Por eso tomé la dirección de la película, ya que no quería trabajar con un director que, de pronto, quisiera repetir alguna escena. Yo dije: ‘Acá no se repite nada. Lo que es, es y lo que hacen los chicos va a ser’. Aprendí a dirigir, a llevar adelante un proyecto”. Pero entre todas las cosas que enumera del aprendizaje de Mundo Alas, hay una que Gieco resalta especialmente: “Ser uno más. La verdad es que Mundo Alas son todos ellos y con tanta polenta que yo soy uno más. Soy el tipo que está coordinando y haciendo el repertorio, pero nada más. Cuando hay una conferencia de prensa, vamos todos”. León no se siente para nada dueño del proyecto. Y todo el tiempo destaca que “ellos hacen mucho por este proyecto. Son los que más hacen. Entonces, eso me hace sentir uno más. Y uno más no me siento desde nunca. Siempre fui León Gieco y cuando voy a hacer una conferencia de prensa, no vienen mis músicos, voy yo. En cambio, ellos sí, son todos solistas, quieren conferenciar, hablar y tienen una ideología que compartimos. Por eso, subieron a mi escenario”.
Si le tuviera que decir a alguien que no vio la película por qué vale la pena verla, Gieco se remonta al principio del documental para argumentar. Es decir, al momento en que comienza a convocar a los músicos y artistas discapacitados para salir de gira: “Los espectadores ya se dan cuenta de que es algo muy especial. Y lo que pasa es que la gente pierde la cotidianidad. Enseguida, es como que pierden lo que ellos vienen haciendo cotidianamente y se meten totalmente en la película. Y terminan desparramados de emoción al final. Es una película muy emotiva y tremendamente humanitaria. Toca puntos sensoriales que no rozan otros films”.
Mientras aguarda la reacción del público de La Habana, Gieco expresa que Mundo Alas fue recibida en el exterior de la misma manera que en Argentina. Y recuerda lo que sucedió en Madrid durante la exhibición en la Semana del Cine Argentino. Allí les habían ofrecido una sala pequeña de un complejo de cines. Entonces, León decidió enviar invitaciones por Internet a los residentes argentinos. Cuando los organizadores se dieron cuenta de la demanda de entradas, y también debido a que el músico manifestó que iba a cantar algunos temas en la presentación, decidieron proyectar Mundo Alas en una sala con capacidad para novecientas personas. “La gente se paró durante cinco minutos a aplaudirla”, recuerda con la emoción de haber concretado un sueño. También relata la experiencia de Toronto, donde el público se conmovió con Mundo Alas, y en Ecuador, donde recibió uno de los premios más gratificantes para un director: el del público. Y relata especialmente el día que la vio Charly García, a quien había invitado no sólo por su amistad sino también porque hay citas a Charly en Mundo Alas: en un momento guarda una remera que lleva el nombre del músico, y también se canta “El fantasma de Canterville”. “Cuando terminó la película, Charly se levantó llorando a aplaudir. Me encantó que reaccionara de esa forma”, dice Gieco. Ahora, a Mundo Alas le llegó el momento de ser recibida por los cubanos. Seguramente, la historia se repetirá.
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