CINE › ALEJANDRO FERNáNDEZ MOUJáN Y SU NUEVO DOCUMENTAL, LOS RESISTENTES
El cineasta señala que su película es una continuación natural de Pulqui, su anterior trabajo. Fernández Mouján rescata testimonios de militantes que lucharon por el regreso de Perón y dice que apunta a que se discutan temas conflictivos, “sobre todo para los jóvenes”.
› Por Ezequiel Boetti
Terreno poco transitado en la cinematografía vernácula, Los resistentes propone la exploración de los pensamientos de los militantes que lucharon con más estoicismo que prudencia por el retorno de Juan Domingo Perón, luego de que la llamada Revolución Libertadora lo eyectara en septiembre de 1955. Fue uno de esos resistentes, que hoy rondan los ochenta años, el encargado de convocar a Alejandro Fernández Mouján para filmar una película. “Les dije que sólo podía acompañarlos porque estaba con otros proyectos. Empecé a asistir a sus reuniones semanales y planteé la idea de hacer un documental para registrar las historias de quienes resistieron, y que fuéramos registrando sus testimonios para luego ver qué podíamos armar”, explica el documentalista.
“Son hombres y mujeres que hoy siguen manteniendo la misma posición y coherencia. No se enriquecieron ni hicieron política, sino que están realmente convencidos de sus actos”, afirma el director de Espejo para cuando me pruebe un smoking a la hora de explicar la selección de los protagonistas de este documental, que se estrenó a sala llena en el último DocBsAs, y que desde hoy se verá todos los domingos de enero a las 18 en el Malba porteño.
–¿Por qué cree que el cine no ha puesto el foco sobre estos militantes?
–El cine no se ocupó porque tampoco lo hizo la historia política argentina; recién en los noventa se hizo un primer homenaje a las víctimas de los bombardeos. Se habló menos de eso que de la quema de las iglesias, donde no murió nadie y fue una escaramuza si se la compara con bombardear el centro de una ciudad y ametrallar a los civiles que atravesaban una plaza. La lucha también estuvo oculta y negada salvo para los sectores de la militancia peronista. La mayoría de ellos eran trabajadores que carecían de la formación intelectual y universitaria de gran parte de la militancia de los ‘70. Uno de ellos me dijo: “Después vinieron los que sabían escribir”. En esa época ellos tenían sólo las ganas de responder, pero no tenían elementos más allá de su práctica cotidiana.
–Usted dijo que Pulqui, un instante en la patria de la felicidad no era una película sobre el peronismo. ¿Los resistentes sí lo es?
–Plantea cuestiones de un cierto peronismo, no pretende abarcar la totalidad ni del movimiento ni de la resistencia, sino poner en discusión cuáles son las cosas pendientes por discutir, temas que siempre fueron muy conflictivos dentro del peronismo como el rol de Perón, por qué se fue o qué hubiera pasado si no se hubiera ido.
–A muchos de ellos se los nota desencantados con el devenir de los hechos.
–Sí, lo que pasó con las distintas variantes del peronismo, e incluso la expresión más denigrada que fue el menemismo, es para desencantarse. Ellos pusieron mucho en eso, arriesgaron todo sin pensar en el rédito personal y a veces se sienten defraudados por lo que resultó después. Pero eso no los desanima ni piensan que lo que hicieron no sirvió. Con esta película ellos apuestan a contarles a los jóvenes para que no olviden y tengan presente esta parte de la historia, apostando a que en un futuro se arme algo superador.
–¿Está de acuerdo con que los destinatarios de esta película son los jóvenes?
–Por una parte sí. La película trata de reactualizar la discusión. Es un momento interesante para iniciar una nueva etapa de reflexión donde los jóvenes tienen un papel central en reformular la política, hacer nuevas propuestas, avanzar sobre lo que está construido o reformular las cosas del pasado reorientándolas hacia el futuro. Hay mucha esperanza en la capacidad de la juventud para reinventar y recrear la política. Los resistentes se plantean una lucha contra la despolitización y la tinellización de la política.
–¿A qué se debe esa despolitización? ¿Cree que la televisión influye?
–La represión iniciada en 1976 les apuntó a militantes jóvenes, quisieron hacer un hueco en la historia. Hoy tenemos que seguir llenando ese espacio y hacer un trabajo muy fuerte sobre la juventud. Todo lo que hacen medios, con Marcelo Tinelli como ejemplo, es bastante lamentable: la cuestión de la sexualidad y la banalidad, el interés de pasarla bien a costa del otro. Nosotros tenemos que apuntar a los jóvenes porque ese proyecto apunta a ellos.
–¿Y la falta de líderes políticos como en su momento fue Perón?
–Evidentemente no han vuelto a surgir líderes de ese calibre como él, Evita o hasta dirigentes sindicales. Hoy la política está muy cuestionada y solemos votar por el menos malo y no el mejor. Es muy difícil que vuelva a surgir un líder como Perón, ya que deberían darse condiciones geopolíticas muy particulares.
–¿Existe hoy el peronismo o, como se dice en un testimonio de su película, “sólo quedan peronistas sueltos”?
–El peronismo existe con las variantes que arrastra desde su origen, con una vertiente obrera y otra más de clase alta. Han salido del peronismo cómplices de la desaparición de obreros o integrantes de los sectores más reaccionarios del país. Pero por otro lado dio lo más interesante como movimiento popular y como herramienta de debate a nivel de pueblo y trabajadores, no sólo en este país sino en toda Latinoamérica.
–Una de las militantes dice que el accionar que tenían en aquella época hoy sería catalogado de terrorista. ¿Está de acuerdo?
–Sí, claro. Mabel Di Leo dice: “Sí, éramos subversivos. Poníamos bombas”. La resistencia se trató de eso: desde pintar paredes hasta sabotajes y atentados. Siempre se cuidó mucho de no lastimar a nadie, de que no sufriera gente inocente. Era una forma de hacer política mediante el uso de la violencia que se de-sarrolló en la década del ’70.
–Muchos hablan de hacerse cargo y de la autoconciencia de sus actos. ¿Cuánto tiempo les llevó ese proceso?
–Siempre fueron muy conscientes, pero hubo épocas en las que no se podía decir públicamente. Buscamos gente que participó en esa experiencia y que siguió reivindicando su origen y un determinado tipo de peronismo muy ligado a su clase y a una condición política. En ese sentido creo que nunca se plantearon un arrepentimiento sino que eran producto de las condiciones del momento. Había una represión total, fusilamientos y asesinatos, y la única forma de responder era con más violencia.
–¿Fue compleja la búsqueda de gente que represente a ese peronismo?
–Buscamos a través de los contactos y conocidos que ellos tenían. Elegimos los que nos parecían más interesantes, por lo que somos conscientes de que la película no abarca toda la resistencia, sino que es un relato de gente que la vivió y una forma de evitar que quede en el olvido.
–Hay varios planos de diez minutos con testimonios interrumpidos. Se los nota muy entusiasmados con que sus historias se conozcan.
–La idea era hacer una película donde lo que se rescatara fuera el valor del relato, no me interesaba la entrevista para sacar algo preconcebido. No iba a ahondar en un tema en particular, sino a dejar que ellos mismos construyeran el relato de lo que habían vivido para conservarlo lo más entero posible. Dentro de una película que sabemos que es larga, tratamos de conservar cierto ritmo e interés, y a la vez ser fieles al relato de cada uno.
–¿La exhibición de las discusiones que surgen entre ellos apunta a eso?
–Sí, es la discusión más actual de la película. Donde se dejan planteadas todas las diferencias que siguen existiendo en el peronismo. Lo que demuestra que tampoco es un bloque y que no piensan lo mismo. No todos los participantes de la película tenemos una coincidencia total en lo político, sobre todo respecto de la actualidad. No es una toma de partido sino una toma de posición.
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