CINE › EN FEBRERO SE ESTRENA UNA BIOPIC SOBRE SERGE GAINSBOURG
La historia del cantante y compositor francés fallecido en 1991 fue abordada por el director Joann Sfar en Gainsbourg, une vie heroique. Jane Birkin, una de sus esposas, dice que la película no es una biografía sino “un cuento de hadas”.
› Por John Lichfield *
Para los británicos maduros, Serge Gainsbourg siempre será el francés feo y sin afeitar que cantaba un sucio dueto pop con una dulce rosa inglesa. Para los británicos más jóvenes y rockeros, Gainsbourg es el cantante y compositor francés que se las arregló para revertir, mucho tiempo después de su muerte, el tradicional flujo de la influencia musical a través del Canal de la Mancha o a través del Atlántico. El cantante francés, que murió en 1991, ha inspirado a bandas británicas y norteamericanas contemporáneas como Franz Ferdinand, R.E.M. y Portishead. En Francia se lo recuerda como uno de los más grandes maestros de la chanson française, o como un pesado poco patriótico, borrachín y pretencioso. Ambas facetas de la carrera de Serge Gainsbourg –y sus pocos conocidos primeros años como un chico judío aterrorizado en tiempos de guerra– son explorados en una biopic que se estrenará en Francia el mes próximo.
La película Gainsbourg, une vie heroique es, a su modo, tan conmovedora y dolorosa como la propia vida del cantante. Uno de sus papeles principales, el de la musa británica y tercera esposa de Gainsbourg, Jane Birkin, fue interpretado brillantemente por una joven actriz inglesa, Lucy Gordon, quien se suicidó el año pasado, poco tiempo después de que la película estuvo terminada. El director, Joann Sfar, que antes era guionista de libros de comics, le ha dedicado su película a Gordon, quien tenía 29 años al momento de su muerte. “El film les debe muchísimo a la calidez, la dulzura y el inmenso talento de Lucy Gordon”, dijo Sfar. “Su personalidad era luminosa, leve, divertida.”
Los críticos franceses que asistieron a la première en París el jueves pasado también aclamaron el retrato de Jane Birkin a cargo de Gordon. Y salieron igualmente impresionados por la labor del actor teatral francés Eric Elmosino, que interpretó a Gainsbourg en el pico de su carrera. Mucho menos los convenció la actriz y modelo Laetitia Casta en el papel de la sex symbol francesa y reina del mohín Brigitte Bardot, una de las muchas otras conquistas del cantante.
Una curiosidad de la película es la insistencia de Sfar en que los actores cantaran en lugar de hacer mímica sobre las grabaciones originales. La recreación de Gordon y Elmosino del clásico de respiración agitada y ruidos orgásmicos “Je t’aime, moi non plus”, de 1969 –el único hit global de Gainsbourg– es razonablemente convincente. Los esfuerzos de otros actores van desde lo efectivo y lo corajudo hasta los límites del karaoke. Sfar admite que ha simplificado y exagerado la vida de un hombre que, de todos modos, amaba caricaturizarse. Al hacerlo provocó el enojo de Birkin, hoy una rosa inglesa de 62 años y la más popular británica residente en Francia. Como guardiana en jefe del templo de la memoria de Gainsbourg, insistió en que el título de la película fuera seguido de una aclaración que dijera que no se trataba de una biografía sino de un cuento de hadas o una historia creada por el director.
Otra curiosidad de la película es el hecho de que Sfar originalmente intentó contratar a la hija de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, la actriz Charlotte Gainsbourg, para interpretar a su padre. Ella consideró esta oferta extraordinaria, pero después la rechazó. Elmosino, de 45 años, se ve mucho más parecido al seductoramente feo Gainsbourg que su bella hija. Cierta vez, cuando le pidieron que explicara su éxito en serie con las mujeres, a pesar de lo que él describía como su aspecto de “cabeza de repollo”, Gainsbourg dijo: “La fealdad es superior a la belleza porque dura más tiempo”.
Una curiosidad más de la película es que Gainsbourg es retratado en batalla constante con un alter ego –gracioso y creativo, pero también autodestructivo– que asume forma física, interpretada por el actor norteamericano Doug Jones. El director dijo que quería contar la historia de un hombre que tenía “una relación de amor-odio con su país y con las mujeres que amó, un hombre que tenía terror a estar solo y un deseo de-sesperado de ser querido, pero turbó el amor de sus seres queridos y el amor del público”. La historia de las relaciones a menudo destructivas de Gainsbourg con las mujeres también será examinada en un documental que será exhibido por la TV francesa la semana próxima.
El cantante nació en París, en 1928, como Lucien Ginsburg, hijo de una familia de inmigrantes judíos rusos pobres. Cuando tenía 12 años y vivía en Vichy, obligado a usar una estrella amarilla, fue afortunado al escapar de la deportación hacia los campos de exterminio. Después de la guerra, él intentó sin suerte convertirse en pintor antes de encontrar trabajo como compositor y como crooner de bares. Edith Piaf le pidió que compusiera canciones para ella, pero él rechazó el encargo. Sus primeros años como cantante y compositor pop, después de su álbum debut en 1958, fueron una mezcla de rebelión, originalidad y mímica cínica del pop comercial.
Entre otros, escribió canciones para Juliette Greco, Petula Clarke, Françoise Hardy, Marianne Faithfull, Anna Karina y Nana Mouskouri. Incluso compuso una canción ganadora del concurso Eurovisión, “Poupée de cire, poupée de son”, para France Gall en 1965. Le escribió un disco entero a la actriz Catherine Deneuve y cantó duetos con Brigitte Bardot, con quien tuvo un affaire amoroso de un año. La famosa “Je t’aime, moi non plus” (“Yo te amo, yo tampoco”) fue originalmente escrita para Bardot, quien llegó a grabarla, pero prohibió su lanzamiento (una opinión secundada por la BBC y el Vaticano cuando emergió la celebrada versión de Jane Birkin).
En la última década, Gainsbourg se ha convertido en un héroe de culto e inspiración para bandas británicas como Portishead o Franz Ferdinand. También ha sido redescubierto por gente más joven en su propio país como uno de los pocos músicos realmente originales que produjo Francia en los años clásicos del pop y del rock. Ahora se lo ve como un precursor de Queen o David Bowie, como a alguien que unió rock, jazz y música clásica, y como a un compositor que producía poesía en lugar de insensibles letras pop (aunque también haya escrito montones de ésas en su momento).
La primera mitad de la película de 130 minutos sigue la vida de Gainsbourg mientras todavía era Ginsburg, un tímido y poético chico y adolescente, avergonzado de lo que él llama su “horrible cara judía”. La segunda parte –menos efectiva según los críticos franceses– muestra su emerger como “Gainsbourg”, el provocador mujeriego serial, cantante y compositor. Termina con su descenso al alcoholismo, como el hombre que la prensa francesa bautizó “Gainsbarre”. Pero la película evita uno de sus aspectos más perturbadores: su obsesión en las canciones con la atracción sexual por chicas menores de edad.
The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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