Jue 08.04.2010
espectaculos

CINE › LAS PRIMERAS PELíCULAS PARA IR MARCANDO EN LA GRILLA

Recorrido posible por tres continentes

Las mareas en la costa de Maine en Double Tide, de Sharon Lockhart, y el paisaje fabril alemán en Ruhr, de James Benning, proponen una experiencia contemplativa, mientras el coreano Hong Sang-soo entrega otro de sus pequeños cuentos morales en forma de comedia.

› Por Luciano Monteagudo

Para empezar, hay dos grandes películas en el programa de hoy en el Bafici, Hadewijch, del francés Bruno Dumont (16.15 y 19.15 horas, Hoyts 6), y Vincere, del italiano Marco Bellocchio (18 horas, Atlas Santa Fe 1). Ambas están entre lo mejor que ha producido el cine europeo en la última temporada (y quizás incluso en la última década), pero conviene dejarlas de lado. Las dos tienen estreno comercial local previsto para mayo y, si se tiene paciencia, queda entonces más tiempo libre para explorar aquellas películas –la mayoría, por cierto– que conviene ver ahora o resignarse a perderlas para siempre.

Si se quisiera armar, por ejemplo, un doble programa con el más puro y duro cine experimental estadounidense, la grilla de hoy lo tiene todo resuelto. No hay mejor combinación que la que pueda proporcionar Double Tide (14.45, Hoyts 8), de Sharon Lockhart, y Ruhr (16.45, Hoyts 5), de James Benning. El cine de Benning es bien conocido por los seguidores del Bafici, donde se ha visto casi toda su obra, de un despojamiento y un rigor formal sólo equivalentes a su sensibilidad y a su lirismo. Pero en el caso de Ruhr, hay una novedad fundamental: para un hombre que ha hecho del viejo formato 16mm todo un culto durante casi cuarenta años, su primera incursión en el registro digital promete un giro copernicano, al menos en lo que se refiere a la textura de sus imágenes. Hay también en Ruhr otro giro radical y tiene que ver con el paisaje: el cineasta que fijó como nadie su mirada en las grandes líneas del horizonte estadounidense, con sus planicies y sus trenes interminables, propone aquí siete planos fijos en alta definición sobre el valle del Ruhr, en Alemania, la zona donde nacieron sus padres, como si hubiera decidido utilizar las herramientas del futuro para viajar hacia su propio pasado.

A diferencia de Benning, Lockhart es desconocida para los fans del Bafici, pero quienes hayan seguido el DocBsAs/09 en octubre pasado recordarán dos films suyos verdaderamente magistrales: Lunch Break y Exit. Ambos estaban resueltos, también, con planos fijos en alta definición (Lockhart es discípula de Benning, que colaboró en la banda de sonido de Lunch Break) y ambos se ocupaban del mundo del trabajo, al punto que Exit funcionaba a la manera de un diálogo con la pionera Salida de los obreros de la fábrica, de los hermanos Lumière. En Double Tide –que viene directamente del Forum de la Berlinale de febrero pasado–, Lockhart levanta la apuesta y crea un díptico con apenas dos planos fijos, de 45 minutos cada uno, el primero filmado al amanecer y el segundo al atardecer. El paisaje y el personaje son los mismos –una mujer que recolecta almejas en la imponente costa de Maine (como si se hubiera escapado de Les glaneurs et la glaneuse, de Agnès Varda)–, pero la luz va cambiando dramáticamente frente a los ojos del espectador, creando, junto al suave murmullo del agua y los diálogos de los pájaros, un efecto de rara, hipnótica poesía. Casi una experiencia zen.

Otro de los platos fuertes del día es Like You Know It All (22.15, Hoyts 4), la nueva película del gran director coreano Hong Sang-soo, otra referencia obligada cuando se habla de cine contemporáneo. Aunque ninguna de sus películas llegó a las salas de estreno de Buenos Aires, Hong Sang-soo (Seúl, 1960) es bien conocido por los fieles al Bafici y a Mar del Plata. Entre ambos festivales, todos sus films se han exhibido en la Argentina. De una economía expresiva inversamente proporcional a su fecundo talento, Hong perfecciona en su nueva película –que narra la serie de graciosos malentendidos por los que atraviesa un director de cine muy parecido al propio autor– ese magnífico cine intimista que sólo él parece capaz de hacer hoy en día. Lo suyo son siempre films de relaciones, pequeños cuentos morales un poco a la manera de Eric Rohmer (la nouvelle vague es una marca indeleble en Hong), pero con un característico acento local y fuertemente contemporáneo, nunca exento de un humor seco, casi absurdo.

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