CINE › DOS FILMS CUBANOS EN EL FESTIVAL DE CINE IBEROAMERICANO DE CEARá
Lisanka, del director Daniel Díaz Torres, es una comedia sobre una tractorista cubana que se debate entre tres candidatos en plena “crisis de los misiles”. Y Memoria cubana, un documental de Alice de Andrade e Iván Nápoles sobre los Noticieros Icaic.
› Por Oscar Ranzani
En octubre de 1962, cuando se producía la llamada “crisis de los misiles” en Cuba, el realizador Daniel Díaz Torres tenía tan sólo 12 años. Díaz Torres vivía en La Habana y recuerda que por aquel tiempo el gobierno había puesto en marcha una gran campaña de alfabetización. “Había un clima especial: todos los días se pasaban himnos, marchas, todo el mundo participaba en mitines, donde la gente hablaba. Y recuerdo sobre todo que, ya avanzado el año ’62, no se decía que los soldados soviéticos estaban con cohetes nucleares, sino que venían técnicos soviéticos a ayudar”, comenta el realizador cubano. También recuerda que los soviéticos participaban en algunas actividades culturales cubanas, por lo que se producía un clima de convivencia entre los ciudadanos de ambos países. Tal vez por ese recuerdo imborrable de infancia, Díaz Torres –que tiene entre sus pergaminos haber sido subdirector del mítico Noticiero Icaic y uno de los fundadores de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños– decidió realizar una película que tiene como contexto la crisis de los misiles en Cuba durante octubre de 1962. El film se titula Lisanka y se exhibió en el Festival de Cine Iberoamericano de Ceará.
La particularidad de Lisanka es que no se trata de una película histórica sino de una comedia. Todo un riesgo si se tiene en cuenta el contexto de entonces. “Si bien una comedia puede parecer superficial y liviana, yo no creo eso: la buena comedia es una muestra de inteligencia de la que participan los espectadores. Considero que el humor es una cualidad esencial de la inteligencia. Y permite dar una perspectiva más distanciada, más reflexiva, sobre aquellos elementos sobre los cuales se ejerce el humor. Hablo del humor y no del concepto más banal vinculado con la burla, con el cinismo”, explica el cineasta.
Díaz Torres se inspiró en el cuento “En el kilómetro 36”, del escritor cubano Francisco García González, quien también fue el guionista de Lisanka junto al propio cineasta y a Eduardo del Llano. El film cuenta la historia de una bonita joven tractorista cubana, que se debate entre el amor de tres hombres: un revolucionario, un contrarrevolucionario y un soldado soviético que será un firme competidor de los cubanos enamorados, ya que le recita poemas en ruso. Todo sucede en el pueblo imaginario de Veredas, que el film lo sitúa como un lugar cercano a donde se instalaron los cohetes atómicos. La película muestra un puñado de personajes humanos con sus contradicciones: además de Lisanka y sus tres amores, los otros personajes destacados son la prostituta del pueblo y el cura, que personifica la distancia y el enfrentamiento entre la Revolución y la Iglesia.
Ahora bien, ¿por qué contar una historia luminosa en un escenario tormentoso? Díaz Torres explica que lo que le llamó la atención del cuento de García González fue “la mirada diferente que tenía de un acontecimiento tan tremendo como había sido la crisis de los misiles, el único momento en la historia en que se ha estado al borde del holocausto nuclear. Pero lo miraba de una manera totalmente diferente: una persona un tanto ajena a lo que ocurría y, sin embargo, involucrada en esa situación en un pequeño pueblito”. El director considera que su película es “como una tierna ironía”. “Echa una mirada no exenta de nostalgia hacia ese momento en que todos éramos muy jóvenes y todos creíamos que se podía cambiar el mundo y se podía transformar la realidad muy rápido. Por lo tanto, quería mirar ese momento con una óptica contemporánea. O sea, se habla de un momento de la historia no muy lejano (tampoco tan cercano, ya que han pasado casi cincuenta años) pero siempre quise que se viera de un modo contemporáneo.” Se puede definir a Lisanka como una pequeña historia particular dentro de una gran historia mundial. O bien, como una pequeña crisis de amor dentro de una gran crisis política. “Eso es lo que quisimos”, coincide Díaz Torres. “Está ocurriendo una crisis mundial. Los que viven en ese pueblito no están muy conscientes de las dimensiones de esa crisis mundial. Para ellos, lo más importante es esa crisis de afecto, pequeños grandes conflictos que viven allí en su cotidianidad, en las relaciones interpersonales. Me interesaba precisamente esa situación un tanto extrema de la cotidianidad en la que viven los personajes que tienen sus conflictos amorosos y sus pequeños problemas, participando de esa dimensión pero sin estar aplastados en esa circunstancia. Es decir, esa contradicción de estar en el centro del mundo en un momento de crisis extrema y, a su vez, estar viviendo sus problemas como seres humanos. Eso me gustaba.”
Díaz Torres también está presente en una gran película de la competencia del festival: testimonia en Memoria cubana, de la realizadora brasileña Alice de Andrade y el cubano Iván Nápoles. Plato fuerte de la competencia internacional, Memoria cubana es un documental que registra la génesis, el desarrollo y el crecimiento de los Noticieros Icaic, producidos por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, que vio la luz a casi tres meses de producida la Revolución. El fundador y director de Noticieros Icaic fue el prestigioso documentalista cubano Santiago Alvarez, quien es recordado por su capacidad creativa a la hora de desarrollar los informativos que se exhibían en los cines. Un dato curioso: el primer Noticiero Icaic se exhibió en junio de 1960 e informó sobre la visita del entonces presidente cubano Osvaldo Dorticós a la Argentina, con motivo de la conmemoración de los 150 años de la Revolución de Mayo. Tal es el valor histórico y artístico de estos noticieros que los negativos originales fueron declarados por la Unesco como registro Memoria del Mundo.
El documental tiene dos ejes estructurales. En la primera parte, más íntima, diversos compañeros de Alvarez recuerdan cualidades tanto técnicas como humanas del gran realizador: desde el locutor del Noticiero Icaic, pasando por montajistas de negativos, directores de fotografía y asistentes de Alvarez, entre otros. En ese tramo se relata que trabajar con Alvarez era “entender que el cine no era apolítico”, que Alvarez no quería esperar a conocer las zonas de los países que frecuentaba sino filmar ese momento de primera impresión, y que fue el creador de las cortinas musicales en los Noticieros Icaic. El segundo eje del documental es un relato de los principales acontecimientos históricos del siglo XX, a través de imágenes del noticiero que se combinan con testimonios de compañeros de Alvarez, quienes relatan anécdotas muy jugosas en un trabajo que implicaba serios riesgos, como filmar en la guerra de Vietnam, en la Revolución de los Claveles en Portugal, en los campos de exterminio en Camboya, durante el terremoto de Perú en 1970, en la Bolivia de 1967 cuando fue asesinado el Che y en el golpe de Estado al presidente Salvador Allende en Chile, entre otros. Por esos motivos, Memoria cubana es uno de los grandes films de la competencia del Festival de Cine Iberoamericano de Ceará.
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