CINE › HOY COMIENZA LA EDICIóN NúMERO 25 DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE MAR DEL PLATA
Nueve días de funciones al público, cerca de doscientos largometrajes más casi cien cortos, tres competencias oficiales con premios (una internacional, una latinoamericana, una argentina) son algunos números de esta nueva edición marplatense.
› Por Horacio Bernades
¿A dónde va Mar del Plata? El interrogante, lejos de ser nuevo, parece ya un clásico de toda la vida para un festival que este año celebra su Edición de Plata, llamada así por tratarse de la número 25 (lo cual no es lo mismo que suponer que el evento, interrumpido durante décadas, se celebra desde hace 25 años). No hay más remedio que seguir haciéndose la pregunta, teniendo en cuenta que –con sus más y sus menos, yendo para adelante o para atrás, con el futuro asegurado o en estado de turbulencia–- Mar del Plata no termina de definir un perfil claro, una identidad indiscutible, una razón de ser que lo ponga más allá de toda duda razonable. Lo cual no quiere decir que su existencia no sea digna de celebrar, por cierto. Si algo se mantiene fuera de discusión desde hace más de un lustro es la calidad de una programación que, con inevitables altos y bajos, dejó atrás para siempre los tiempos del bochorno, llevando con dignidad la condición clase A del evento y poniendo al público frente a una producción local e internacional digna de atención. Bienvenidos a Mar del Plata una vez más, entonces, que cine que valga la pena no va a faltar, desde hoy y hasta el domingo 21 de noviembre.
Consolidada la fecha de mediados de noviembre tras algunos años de batallar en el mes de marzo, las cifras de esta edición del Ficmdp –que quedará inaugurada hoy a la noche en el Auditorium con la proyección de Somewhere, de Sofia Coppola, León de Oro en la última edición del Festival de Venecia– son semejantes a las del año pasado. Nueve días de funciones al público, cerca de doscientos largometrajes más casi cien cortos y medios, tres competencias oficiales con premios (una internacional, una latinoamericana, una argentina) y para solventar todo eso un presupuesto de unos cinco millones de pesos, aportado por la organización tripartita que comparten el Incaa, el gobierno de la provincia de Buenos Aires y la Municipalidad de General Pueyrredón. Las entradas a las salas seguirán siendo sumamente económicas: $ 8 para el público, $ 6 para estudiantes y jubilados. Se incrementa la cantidad de salas (doce, contra diez de la edición previa) y aunque esté lejos de tratarse de una invasión de estrellas, crece también la cifra de visitantes extranjeros, anunciándose la presencia de los actores Bruno Ganz y Dominique Sanda (vecina porteña desde hace rato) y los realizadores Hal Hartley, John Sayles y Bruce Beresford.
Mientras que la Competencia Internacional y la Latinoamericana presentan lotes similares a los del año pasado (13 y 10 títulos, respectivamente), la Competencia Argentina salta de 9 a 12 competidoras. En la Competencia Internacional, las que vienen con más “chapa” son las películas más recientes de los legendarios Otar Iosseliani (la muy autobiográfica Chantrapas, presentada en Cannes) y Jerzy Skolimowski (el thriller existencial Essential Killing, proveniente de Venecia), junto con L’illusioniste, nuevo film de animación de Sylvain Chomet, sucesor de Las trillizas de Belleville. Pero tanto el rumano Radu Muntean (de quien se programó su opus 4, Tuesday, After Christmas) como el iraní Rafi Pitts (que presenta The Hunter) son a esta altura nombres establecidos del calendario anual de festivales. Así como lo es, en su cojunto, el cine filipino, que aporta la aún desconocida Chassis.
Las representantes locales en Competencia Internacional ofrecen un espectro bien variado, que va del western criollo Aballay, el hombre sin miedo, del experimentado Fernando Spiner, a la ciencia ficción cotidiana de Fase 7, del debutante Nicolás Goldbart, pasando por el tarantinismo cuartetero de De caravana, del sanjuanino (cordobés por adopción) Rosendo Ruiz. Tres de las seleccionadas para la Competencia Latinoamericana vienen con un recorrido importante en festivales. Opera prima del mexicano Diego Luna (el “otro” de Gael García Bernal en Y tu mamá también), Abel pasó con buena repercusión por Sundance, Cannes y San Sebastián. En Cannes tuvieron también buena recepción otra mexicana, Año bisiesto, así como la peruana Octubre.
De las cuatro competidoras argentinas en Competencia Latinoamericana, dos son segundas películas: Agua y sal, de Alejo Taube (realizador de Una de dos, premiada en el Bafici 2004) y La vieja de atrás, de Pablo José Meza (cuya poco vista Buenos Aires km 100 resultó toda una sorpresita, años atrás). Son óperas primas la conurbana Caño dorado, de Eduardo Pinto, y la comedia romántica Amor en tránsito, de Lucas Blanco. Por el lado de la Competencia Argentina, debe decirse que hasta la semana pasada no alineaba doce títulos, sino trece. Pero Luis Ortega no llegó a tiempo con su Verano maldito, dejando esa sección salomónicamente repartida, entre seis films de ficción y seis documentales.
Entre los primeros merecen destacarse los de dos ex realizadores de UPA! (Antes del estreno, de Santiago Giralt, y Pompeya, de Tamae Garateguy), mientras que entre la media docena de documentales hay uno dedicado al mítico periodista y guerrillero temprano Jorge Massetti (La palabra empeñada), otro sobre el no menos mítico Orélie Antoine de Tounens (Un rey para la Patagonia) y otro sobre la autopista con la que la dictadura abrió una profunda incisión en medio de la ciudad de Buenos Aires (AU3, Autopista Central).
Sección tradicionalmente dedicada a films y cineastas consagrados, este año Panorama presenta un compacto bloque asiático, con el coreano Hong Sang-soo multiplicado por dos (HaHaHa y Oki`s Movie), el regreso de Kitano al cine de gangsters (Outrage), Poetry, de Lee Chang-dong (ganadora de una Palma en Cannes), el discutido documental I Wish I Knew, de Jia Zhangke, y la inesperada remake de Simplemente sangre a cargo de Zhang Yimou (A Woman, A Gun and a Noodle Shop).
Del lado occidental habrá que sumar sendos documentales de autor de los catalanes José Luis Guerin e Isaki Lacuesta (Guest y La noche que no acaba, este último sobre los años españoles de Ava Gardner), las últimas del invitado John Sayles (Amigo, sobre un episodio anticolonial en Filipinas) y la alemana Doris Dörrie (The Hairdresser) y hasta el documental que Lou Reed filmó sobre una prima centenaria (Red Shirley). Posibles sorpresas de esta sección son Tournée, opus 3 como director del actor Matthieu Amalric, y las dos películas realizadas hasta el momento por quien está considerado nuevo enfant terrible del cine francoparlante, el canadiense Xavier Dolan. Con sólo 20 años, ese tándem lleva los nombres de Yo maté a mi madre y Los amores imaginarios.
Geopolíticas del Ficmdp: así como se descuida cada vez más la presencia de cine latinoamericano, que hasta hace no tanto tiempo era uno de los ejes del evento (algo señalado por un colega en conferencia de prensa, lo cual por poco le cuesta un soplamocos por parte del presidente del festival), esta edición se abrirá decididamente a tres lejanas zonas del globo, a las que dedicará dos focos y una retrospectiva.
El primer foco se dirige hacia Europa del Este. Lo cual suena sumamente oportuno en momentos en que el cine rumano es la estrellita indiscutible del escenario internacional. La subsección ESTE (así, todo con mayúsculas) permitirá ver once largometrajes provenientes de países como Serbia, Hungría, Bulgaria, Croacia y, por supuesto, de los tres países cinematográficamente más fuertes de la región: Rusia, Rumania (que presenta dos películas) y Polonia (tres). ¿Puntos fuertes de esta subsección, que se anticipa como sumamente pareja? Conviene no dejar pasar, según dicen, la serbia The Belgrade Phantom, la búlgara Eastern Plays y la rumana Medalla de honor. El otro foco regional del 25º Ficmdp está dedicado al presente del cine iraní, puesto en interrogación tras la ola de fines de los ’80/principios de los ’90. Siete películas recentísimas, todas menos una óperas primas, que permitirán empezar a atisbar si hay vida después de Kiarostami, Makhmalbaf & Cía.
La retrospectiva apunta, a su turno, sobre el cine australiano de los ’70 y ’80, con nueve películas, algunas conocidas (Enigma en París, Después de la emboscada, Mi brillante carrera, La prueba) y otras no. De estas últimas aconsejan poner el ojo sobre Hombre sin mañana, que ostenta varias curiosidades: está dirigida por un canadiense (Ted Kotcheff, antes de... ¡Rambo!), estuvo perdida durante mucho tiempo, se la estrenó con dos títulos distintos (Wake in Fright y Outback) y se la considera uno de los films seminales en el posterior surgimiento del cine australiano. Con dos aportes en esta sección (la película de robos Asalto al camión blindado, la tragedia histórica Después de la emboscada) es a cuento de esta retrospectiva que –remontando las olas que llevan del Océano Indico hasta el Atlántico Sur– llegará hasta Mar del Plata Bruce Beresford, director de Conduciendo a Miss Daisy.
En esta zona, lo más importante son las retrospectivas dedicadas a Hal Hartley, Iván Zulueta y Marco Ferreri, así como el “estreno” semioficial de Kindergarten, el film más maldito de Jorge Polaco, terminado veintiún años atrás y jamás exhibido en ningún lugar del mundo que no fuera Uruguay.
La retro de Hal Hartley, que presentará la obra íntegra hasta la fecha de este nativo de Long Island, representará algo parecido a continuar, a casi veinte años de distancia, un coitus interruptus. Recuérdese: de Hartley se estrenaron en Argentina, a comienzos de los ’90 y en rápida sucesión, sus tres primeros largos, La verdad increíble (1989), Confía en mí (1990) y La última oportunidad (1992). Exito minoritario pero considerable, fenómeno de culto y ¡pluf!, erradicación de Mr. Hartley de la cartelera porteña. De que el hombre siguió filmando en continuidad dará testimonio la retro de diez largos, once cortos y un mediometraje. Completa es también la retrospectiva dedicada al vasco Iván Zulueta, autor de un mítico film de culto del posfranquismo (Arrebato, 1979, con Eusebio Poncela y Cecilia Roth) y fallecido en diciembre del año pasado, tras un largo y definitivo retiro del cine. La obra de Zulueta conoce sólo dos largos previos y una veintena de cortos: todos podrán verse en Mar del Plata, en lo que promete ser, para el espectador local, algo así como una iluminación tardía.
Reducido a seis films sobre un total de veintiséis, ante el Homenaje a Marco Ferreri caben dos posibilidades: lamentarse por todo lo que falta (más aún teniendo en cuenta que mucho de eso no se conoció jamás aquí, por ningún medio) o zambullirse sobre lo que hay. Sobre todo, Dillinger ha muerto (1968) y Ciao maschio (1978), ninguna de las cuales se ve por aquí desde tiempos inmemoriales. Algo semejante sucede con Kindergarten, que Jorge Polaco concluyó en 1989 y debió enterrar en el cajón para siempre, habida cuenta del juicio por corrupción de menores iniciado por un abogado sobreexcitado. El juicio quedó en la nada, pero bastó para arrastrar a la película de Polaco al mismo vacío. Llegó la ocasión de rescatarla: también para eso sirven los festivales de cine.
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