Lunes, 22 de noviembre de 2010 | Hoy
CINE › EMMA WATSON LE ESCAPA A LA MALDICIóN DE LA ACTUACIóN JUVENIL
A diferencia de personajes como Macaulay Culkin y Lindsay Lohan, la chica que tuvo un definitivo golpe de suerte con su rol en la saga Harry Potter se muestra más dispuesta a estudiar y superarse que a caer en la vida loca. Casi como su propio personaje.
Por Alice-Azania Jarvis *
En los anales de la mala conducta de las celebridades, es casi un incidente a la antigua: los rumores de la semana pasada hablaban de una foto en topless, con una toalla en la cintura, parada cerca de una bañera. Se dijo que Emma Watson, estrella de las películas de Harry Potter, estaba “apabullada” por la situación. “Está tratando de encontrar la fuente, para poder detenerlo”, indicó alguien al periódico Daily Mail. “Ella dice que la foto fue trucada.” Para los estándares de sus colegas de Hollywood –las desvergonzadas Paris Hilton y Britney Spears, las frecuentadoras de rehabilitaciones como Lindsay Lohan– no es mucho, pero es suficiente para provocar titulares en todo el mundo. ¿Por qué? Bueno, en parte porque el estreno de la más reciente película de Harry Potter –la penúltima aventura de Harry, Ron y Hermione– estaba a la vuelta de la esquina, y cualquier noticia relacionada con las rendidoras estrellas jóvenes podía desatar un frenesí de los fans. Mucho de ese furor estaba disparado por la protagonista del asunto. Después de todo, se trata de Emma Watson: una juiciosa estudiante de primera línea, pulcra chica de poster para todo el costado no hedonista de Hollywood. Pura coincidencia, la pecosa chica de Oxford acaba de dar una picante entrevista a The Sun: “Desearía haber hecho más cosas sucias”, se la citó. “Estoy lista para empezar a tomar riesgos.”
La foto es casi seguramente una farsa. Famosa o no, una chica debería ser ciertamente estúpida para dejarse fotografiar desnuda en esta era de actualizaciones vía Twitter y Facebook... y no es una cualidad que Watson posea. En una entrevista con la edición de este mes de Vogue (su cara, enmarcada por un nuevo corte de pelo, adorna la tapa), la actriz habla de sus preocupaciones sobre la vida comunal: “Una mañana estaba caminando por el corredor desde el baño con sólo una toalla y pensé que debía estar loca, cualquiera podía twittear mi toalla”. Nadie lo hizo, aunque no parece la voz de alguien que vaya a bañarse semidesnuda. Esta autoconciencia, este sentido del decoro, ha definido el ascenso de Watson a la fama. En 1999, con sólo nueve años, ganó el rol que la transformaría no sólo en una de las personas más reconocibles en todo el planeta, sino que le aseguraría que nunca más tendría la necesidad de trabajar. Junto a Daniel Radcliffe, de 10 años, y Rupert Grint, de 12, se convirtió en una de las protagonistas de la adaptación cinematográfica de la multimillonaria serie de libros infantiles de J. K. Rowling. Como su personaje, Hermione Granger, Watson se mostraba pensativa y con principios firmes.
Desde entonces, su estrella estuvo lejos de empequeñecerse. Su dinamismo en pantalla fue repetidamente destacado por los críticos, y sus estanterías empezaron a sumar premios y más premios. En 2005, se convirtió en la persona más joven en aparecer en la portada de Teen Vogue; desde 2007, la huella de sus manos adornan la vereda del Teatro Chino de Hollywood. Cuando, promediando la serie de Potter, renegoció el contrato, su paga pasó de un millón de libras a dos millones por película. Felizmente para una era en la que la salud financiera crece de acuerdo con el buen aspecto, la adolescencia de Watson no fue marcada por los granos sino por un florecimiento físico: a los 19 años consiguió un jugoso contrato de modelaje, agraciando carteleras de todo el mundo como la cara de Burberry. Este año, la revista Vanity Fair la definió como la estrella mejor paga de Hollywood, tras totalizar una llamativa suma de 19 millones de libras.
Si vale la pena preguntarlo, ¿qué sucede cuando se consigue semejante éxito, semejante celebridad tan temprano en la vida? Hollywood tiene un modelo bien testeado para sus estrellas jóvenes. A menudo involucra un período de rebelión pública, acompañada por el acceso a las trampas de la buena vida: fiestas, clubes nocturnos, ropas de diseño y alcohol. Lindsay Lohan, afuera y adentro de la cárcel, incapaz de conseguir un rol decente, es la última víctima del Síndrome de Joven y Famosa. Como dice el veterano representante Max Clifford, “la transformación de estrella infantil a adulta es increíblemente difícil, una de las más duras”. Para nombrar sólo algunos, antes de Lohan estuvo Drew Barrymore, Macaulay Culkin y Jack Wild.
Pero Watson no. Provista de un dinero de bolsillo de 50 libras al mes en los primeros 18 años de su vida, una vez que tuvo conciencia de su fortuna se anotó en un curso de manejo de dinero. Determinada a vivir su vida de la manera lo más “normal” posible, persuadió a los directores de Harry Potter para que le permitieran tomarse un año de vacaciones y se alejó de los tabloides para meterse en la universidad estadounidense. Allí, según dijo, eligió no beber: “Era menor de edad y hubiera sido una falta de respeto”, apuntó. Conduce un auto poco llamativo y comparte un piso con amigos. No parece apurada por gastar su fortuna.
Al comportarse de manera tan modesta, Watson sigue una tradición diferente en el estrellato. Los modos de Lohan, Wild y demás no son para ella, y sí los caminos menos problemáticos que siguieron Natalie Portman y Jodie Foster, dos estrellas infantiles que se volvieron serias actrices y a las que ella admira. Como Watson, Portman se dedicó al estudio. Tomó una pausa en su carrera para ir a Harvard y declaró que prefería “ser inteligente antes que una estrella de cine”. Foster fue a la Universidad de Yale y habla fluidamente varios idiomas. De modo crucial, las dos tuvieron talento para seguir mostrando más tarde en la pantalla. “Hay tantas personas en el reino público que no tienen ningún talento, que cuando aparece alguien que sí lo tiene, nos pegamos a ellas”, dice Clifford. “Emma es querida y admirada, y es vista como una buena actriz. Tiene sustancia. Esa es la combinación mágica.”
El otro lado de todo eso es una reputación de que una persona tan correcta puede ser algo aburrida. Watson nunca estará en el borde. No parece que vaya a convertirse en alguien cool cuando la Pottermanía se desvanezca, alguien que pueda producir el mismo interés excitado que sus colegas menos predecibles. Pero en una era de bloggers chismosos y fotos robadas, quizás eso no sea una mala cosa. Mientras las reseñas se mantengan favorables, Emma Watson aún seguirá vinculada con algo muy bueno.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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