CINE › SOMEWHERE, EN UN RINCóN DEL CORAZóN, LA NUEVA PELíCULA DE SOFIA COPPOLA
Durante buena parte del metraje, la realizadora de Perdidos en Tokio planta su cámara frente a un actor famoso, evitando la crítica y proponiendo cierta empatía con el espectador. El único problema es un innecesario giro final.
› Por Horacio Bernades
“¿Quién es Johnny Marco?”, le pregunta un periodista a Johnny Marco en conferencia de prensa, como si una pregunta así de estúpida pudiera responderse. En Somewhere, Sofia Coppola hace lo contrario. En lugar de pretender “conocer la verdad” sobre el “verdadero ser” de un actor –instancia incognoscible por definición– convierte la lente de la cámara en su escort. Permite así que el espectador comparta, durante hora y media, la vida cotidiana del protagonista: el otro lado del glamour. Todo bien, si no fuera que en los últimos minutos la realizadora cae, cuando nada lo hacía esperar, en el mismo infantilismo del periodista, suponiendo que esa superficie opaca llamada Johnny Marco puede volverse transparente. Allí, Somewhere pierde coherencia, se desdice, trueca lucidez por una epifanía que es puro vicio de guionista, para terminar incurriendo también en el cliché del tipo exitoso que, tras “tomar conciencia”, renuncia a su vida de un solo golpe y deviene héroe existencial.
Pero Johnny Marco (excelente Stephen Dorff) no es ningún héroe. Es un tipo común y corriente. Aunque viva una vida que el prójimo supondrá olímpica: suite en el Chateau Marmont (mítico hotel de actores del Sunset Boulevard), auto supersport, chicas que le muestran las tetas. “¡Qué lindo es!”, comenta una vecina de mesa y él devuelve el piropo con sonrisa canchera. De la sonrisa para adentro, a Johnny le pasa lo que a cualquiera: se aburre en su habitación, se fractura la muñeca por culpa de un resbalón alcohólico, intenta matar el insomnio con documentales del History Channel, sigue chicas a las que no alcanza. Una noche llega a su habitación y se encuentra con una surprise party organizada por un amigo: Johnny como extranjero de su propia vida. Después están, sí, los gajes del oficio. Asistir a conferencias de prensa que parecen sucursales del sinsentido, ponerse paranoico con la posible persecución de un paparazzo, recibir SMS amenazantes, quedar atrapado en una máscara, en un estudio de maquillaje.
Si condescendiera a la sátira, Somewhere sería ramplona, demagógica, facilonga. Autora del guión, Sofia Coppola no echa sobre el protagonista una mirada criticona. El tipo podrá mandarse sus patinadas, sobre todo con las chicas, pero nada lo diferencia esencialmente de lo que cualquiera haría en su lugar. La estrella no como semidiós, sino como alter ego del espectador: es sumamente saludable lo que Sofia Coppola produce, en relación con el mito de la celebrity contemporánea. La hija de Francis tampoco facilita un ida y vuelta fácil entre el protagonista y el espectador. Johnny Marco es un tipo seco, casi impenetrable. Difícil saber qué siente, qué quiere, qué le pasa. Al menos, hasta el minuto noventa y pico, cuando de pronto todo derrapa hacia el confesionalismo y la verbalización.
Hasta tal punto la realizadora evita convertirse en fiscal de lo que muestra, que cuando la ex le endosa a Chloe, la hija de once años de la que Johnny sabe poco y nada (magnífica Elle Fanning, hermana menor de Dakota), el tipo no se comporta como padre ausente, sino como el daddy que más de una quisiera tener. ¿Como el que Sofia Coppola tuvo de chica? Pregunta para chismosos y cholulos. Por mucho que tenga de personal, no parece llevar a ningún puerto leer Somewhere como ficción à clef. Sí como ficción de observación, ficción antropológica, ficción semidocumental. Como en Perdidos en Tokio, pero más, Coppola planta la cámara (la de Harris Savides, DF favorito de Gus Van Sant) y la deja fija, generando un tempo que promueve la observación y el detalle.
De detalles está hecha Somewhere, no sólo en imagen sino también de sonido. En la primera escena, el motor del supersport de Johnny rompe el silencio del desierto. Dos bailarinas de caño practican su ensayado numerito en la habitación de Johnny. Al rozar el metal, sus zapatos sisean: un sonido tan poco erótico como ellas mismas. Al terminar, pliegan pacientemente los caños y se llevan el grabador: para Sofia Coppola, bailar caño es un oficio tan poco glamoroso como cualquier otro. Como el de estrella, sin ir más lejos. Lástima que al final se olvide y quiera convertir el oficio en vacío existencial, la materia en mensaje, la pura observación en sentido dado.
7-SOMEWHERE, EN UN RINCON DEL CORAZON
Somewhere. EE.UU., 2010
Dirección y guión: Sofia Coppola.
Fotografía: Harris Savides.
Música: Phoenix.
Intérpretes: Stephen Dorff, Elle Fanning, Chris Pontius, Lala Sloatman y Michelle Monaghan.
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