CINE › RODOLFO CESATTI, DURANTE EL RODAJE DEL DOCUMENTAL PUTOS PERONISTAS
El documentalista está trabajando desde hace tres años con la agrupación Putos Peronistas. “Retratamos un momento histórico de la Argentina. Ellos (los PP) son una parte curiosa, tal vez, pero reflejan una forma de la militancia y un volver a creer de la juventud”, dice.
› Por Diego Braude
El subte llega a la estación Once de la línea H, la que se supone un día conseguirá lo que alguna vez se consideró imposible: unir Nueva Pompeya con Recoleta. En la plaza (Plaza Miserere, más conocida como Plaza Once), un predicador sentado en un banco cercano al enorme mausoleo donde descansan las cenizas de Bernardino Rivadavia le habla a una audiencia invisible sobre los beneficios de su fe; algunos chicos juegan, mucha gente hace fila para tomar los colectivos que llegan y salen, de música de fondo un pastiche de estilos suena en el aire.
En el café de una estación de servicio cercana a la plaza, la tele sigue minuto a minuto los acontecimientos en Egipto. Se hace la hora y llega al lugar de encuentro Rodolfo Cesatti, periodista, documentalista y director de Putos Peronistas. Cumbia de un sentimiento. La idea es acompañar al equipo en una jornada nocturna de rodaje, siguiendo la reunión y luego una de las acciones de la agrupación (en lo que es el área de Territorio, donde se realiza el trabajo más de base y de campo). Cesatti se está acercando a las últimas instancias de un laburo que empezó hace tres años, el de seguir desde sus inicios los pasos de la agrupación Putos Peronistas (http://www.putos-peronistas.com.ar/).
“Llegué a Putos Peronistas por Internet. Haciendo un documental sobre José Ignacio Rucci, leo una cosa del ’73 que hablaba del FLH (Frente de Liberación Homosexual) y que aparecen en la plaza de Cámpora con un cartel que decía ‘Los putos con Perón’; y ya cuando leí esa frase dije: ‘¡Qué fuerte!’. Y buscando por ese lado, me encuentro con que había una formación nueva –en el momento que yo tomo contacto con los Putos Peronistas tenían sólo unos meses–, que eran los Putos Peronistas de La Matanza. Reivindicaban esta cuestión de ser putos, pobres y peronistas, como una triple marginación que ellos ponían en alto dándola vuelta, cambiando la marginación por una reivindicación. El contacto con ellos fue a través de Ariana Cano (http://www.arianacano.com.ar/mundo/), que es la primera transexual con carnet de locutora en la Argentina y que estaba en la agrupación. Ella era la única persona ubicable, digamos, alguien a quien buscar. Estaba trabajando en una radio, la contacté a ella y ella me contacta con la agrupación. En principio ellos no daban notas, no hablaban con nadie, no les interesaba hacer nada de prensa.”
En un departamento de un viejo edificio de Balvanera, algunos miembros están reunidos, charlando sobre materiales que han producido, haciendo previa antes de partir a una recorrida que suelen hacer, donde se dividen en grupos para repartir preservativos, lubricante e información (salud, legales, etc.); hoy, los destinatarios serán las travestis que trabajan en las áreas de Once, Flores y Puerto Madero. Cesatti y su camarógrafo –y compañero de aventuras desde que hicieron juntos Juruá. Hombres de Hierro, en 2007, sobre un conflicto de tierras de una comunidad guaraní en Misiones– Juan García Lewin (cámara y protagonista del film La Escuela, sobre la ESMA) ya están grabando. Para los miembros ya con algún tiempo en la agrupación está naturalizado, pero hoy hay gente nueva y se hace necesaria la presentación en cada caso.
“Putos, peronistas, pobres, travestis... hay mucho estigma con eso, y tienen una cosa de ‘¿y este qué viene a buscar con la cámara?’. Después, pasaba lo siguiente: todo el que aparecía en la agrupación, de repente llegaba a una reunión y se encontraba con alguien que lo estaba grabando. Gente perseguida, estigmatizada, de golpe entra a un lugar y ve que la están filmando. No sé... si yo fuera a la casa de alguien y el otro prende la cámara y me dice ‘¿te puedo grabar todo lo que digas?’, y bueno...”
Una de las últimas en llegar es A, travesti, peruana. Saluda y charla simpática hasta que se da cuenta de García Lewin y la cámara. Ahí se pone tensa y es Marcelo, dueño de casa y uno de los miembros más antiguos, quien le explica sobre el documental y el trabajo de Cesatti en todos estos años. A se queda más tranquila, pero igual, más tarde, ya listos por salir de recorrida, cuando Rodolfo le pasa por al lado, le pregunta si seguro que no va a salir en la tele o en un noticiero.
Cesatti lleva más de 100 horas filmadas y contando, la mayoría de las cuales fueron realizadas como se pudo, a los ponchazos, con la colaboración y el aporte de muchos, con dudas cada tanto sobre si seguir, para luego convencerse de estar registrando un proceso histórico.
Es la primera vez desde que empezaron a hacerlo que la agrupación le permite a Cesatti filmar esta acción nocturna, por temor a que la presencia de una cámara joda el trabajo de años en generar confianza. Ahí van, cargados con la cámara, mochilas varias y un micrófono con caña.
La gente nos mira por la calle, no falta quien nos grite “¡Fiera! ¡Copate y sacame un foto, dale!”. El auto va hacia Costanera Sur.
La celebérrima pregunta de Mirtha Legrand a Roberto Piazza la semana del debate sobre la Ley de Matrimonio Igualitario, sobre si al permitir a homosexuales adoptar un chico no existía la posibilidad de que aquéllos lo violaran debido a su orientación sexual, puso sobre el tapete, especialmente, el nivel de ignorancia de parte de la sociedad. Se piensa en la palabra “intolerancia”, pero Pier Paolo Pasolini ya decía allá lejos y hace tiempo que la “tolerancia” era hipócrita; no es aceptación real de la diferencia, sino un “te aguanto” hasta que decido que no te aguanto más.
“Si vos decís ‘Yo busco educación’, yo digo ‘¡Ah!, yo también busco educación. No soy puto, pero te apoyo, porque en eso estamos de acuerdo’; ‘Yo busco distribución de la riqueza’. ‘¡Ah!, a mí también me interesa ese punto’. Entonces vos decís: ‘El puto vive en una sociedad que quiere educación, trabajo, salud, las mismas cosas que queremos todos’. La única cosa que lo diferencia es lo que hace en la cama, y la realidad es que si me junto con vos o me junto con un amigo, no le pregunto qué le hace a la novia, si se la da por acá o por allá, si le gusta de a tres o de a cuatro. Parece que, obligatoriamente, si me encuentro con alguien que es gay, le tengo que preguntar cómo coge. Es el primer prejuicio que te tenés que sacar, no es una pregunta normal que le hacés a tu vieja, a tu hermano o a un amigo. Podés tener una charla sexual, pero no que todo se centre en eso; pero pareciera, hasta ahora, que el único interés que tiene la comunidad homosexual es qué hace en la cama. Es una comunidad económicamente activa y, a nivel militancia, fuera de Putos Peronistas, hay putos en todas las organizaciones políticas, de ultraizquierda y de ultraderecha.”
Sin perder de vista que, para que el documental llegue al público, es necesario contar una historia atractiva, Cesatti está siempre atento a no caer en el impacto fácil o a que no se terminen haciendo cosas específicamente para la cámara. “Yo vengo de trabajar mucho en tele, en docu-realities y cosas por el estilo, donde vas a buscar el palo rápido. Tenés que grabar 45 minutos y sacar algo fuerte para la historia. Lógicamente, alguien que está vestido de mujer, o que es mujer y que era varón, o sea, muestro esos dos contrastes y ya consigo algo; muestro la parte sexual y ya consigo algo. Pero a mí lo que me interesaba era esta cuestión de la reivindicación y de la militancia.”
Comienza la recorrida. García Lewin sigue unos metros a los chicos de la agrupación, pero luego se rezaga adrede. En la primera parada, entre las sombras de una escalinata, se acercan a una travesti. La noche está fresca y estrellada. La intención es que los miembros de los PP primero comenten del documental y pregunten si es posible acercarse con la cámara. Sin embargo, en este primer intento, ese cuidado tiene el efecto contrario. En la reunión con los PP, luego del infructuoso encuentro, comentan que no hubo caso, mucha desconfianza a la cámara. De hecho, cuando retoman la caminata, varias travestis, “alertadas” por el primero, se van y se esconden (están visibles en la penumbra, pero dando a entender que se están ocultando). Cuántas noches habrán pasado así, recorriendo calles, algunas más amables, otras más densas, tratando de generar un acercamiento.
El peronismo siempre ha tenido una peculiar facilidad para transformar la denigración ajena en una identidad positiva, desde los “descamisados” hasta el “Cristo vence” convertido en “Perón vuelve”, ahora los Putos Peronistas, que dieron pie a nuevas agrupaciones como Negros de Mierda. Los PP hacen que la puteada, en lugar de ser prohibida o negada, simplemente pierda su peso y se transforme en otra cosa. Si decirle a alguien que es puto, torta o trava deja de significar algo malo e hiriente (maricón, machona, fenómeno de circo, menos hombre, menos mujer, fallados, fracasos sociales, locas, enfermos y varios etc.), entonces, ¿qué lugar pasa a ocupar esa palabra? Así es como la bandera reza “tortas, travestis, trans y putos del pueblo”. Quizá sea más difícil aun desarticular la cuestión del cabeza, del paragua, del bolita, del peruano chorro, del negro vago, conceptos tan cercanos todavía para tanta gente. En su momento, una frase presente en el primer manifiesto de la agrupación generó polémica: “El puto es peronista, el gay es gorila”.
“Lo que ellos plantean es que lo más importante es la diferencia de clase y no tanto la diferencia sexual, que esto le agrega un condimento más. Si sos pobre, peronista y del conurbano, tenés una discriminación. Si además sos puto, tenés todavía más discriminación, pero es un combo. Si sos un puto de clase alta, dueño de un hotel cinco estrellas, formás parte del circuito gay friendly y ganás fortunas por mes, nadie te discrimina. Cuando vas a un restaurante de Puerto Madero, y sos gay y vas con una tarjeta Gold, te tratan como un duque, nadie te hace caras porque seas puto. Ahora si sos pobre y no sos gay, si vas al mismo restaurante, te tratan como el culo. Entonces ahí te das cuenta de que trabaja mucho más primariamente la clase. A eso se le agrega que, si encima sos una travesti que tiene hechas las tetas con aceite de avión, ahí ya pertenecés, como dice Scalabrini Ortiz, al subsuelo más profundo de la sociedad.” Y además hay otra realidad: “Las organizaciones también pueden ser sectarias y también pueden ser gorilas, a pesar de trabajar para una minoría. Trabajar para una minoría o para un grupo que sufre discriminación no te garantiza que seas buena gente”.
Se decide seguir a otra sección del área. Caminan un buen trecho entre los árboles, las calles semi-iluminadas. A comienzos del siglo XX, todavía en los comienzos del Puerto Madero, la zona se había convertido ya en una playa. Pero era una playa de escombros, remedos de la construcción del puerto. Por entonces se la conoció como la “Playa de los Pobres”.
En este segundo intento el acercamiento de los PP es más exitoso. En algún caso, el atractivo es sólo la posibilidad de recibir una bolsa de forros y lubricante gratis. En otros, se da la conversación. Con algunos, se arreglan futuros encuentros; con otros, se charla sobre situaciones de trabajo, legales (los PP buscan proveer información y asesoramiento legal para el caso de quienes están, por ejemplo, tratando de poner sus papeles de inmigración en regla). Ya García Lewin le ha sacado varios implementos a la cámara y ha quedado de un tamaño mucho más discreto. El micrófono sigue pareciendo un pequeño zepelín con pelo (al cobertor para el viento se le llama “gato muerto”...), pero parece ser que molesta menos o resulta menos invasivo que la cámara.
En uno de los carritos del fondo están viendo una película proyectada sobre una de las paredes que dan a la reserva. Está cerca la villa Rodrigo Bueno, la que incomoda al Puerto Madero que está a unas cuadras y a dos megaproyectos inmobiliarios (a uno de los cuales está vinculado el hermano de Horacio Rodríguez Larreta, el jefe de Gabinete de Mauricio Macri y uno de los precandidatos por el PRO a jefe de Gobierno de la Ciudad), la que hace años que están intentando erradicar. Lentamente se acerca el final de la jornada, al menos para el equipo de rodaje y la recorrida por esta zona para los PP.
Ya emprendiendo el regreso, García Lewin encuadra la última toma de la noche, Cesatti observa la escena en el visor de cristal líquido de la cámara y sonríe. Los PP de espaldas, caminando, a lo lejos (o no tan lejos), las torres de Puerto Madero iluminadas. Al lado nuestro, donde están viendo la película, el audio es el de una lucha épica.
“Yo creo que, al final, se va a retratar un momento único, no sólo de los Putos Peronistas, que era la intención inicial, sino que a partir de la muerte de Kirchner y de esta revalorización de la militancia, el documental está retratando un momento histórico de la Argentina, porque son tres años muy importantes para la vida política de la Argentina en donde los Putos Peronistas son una parte curiosa, tal vez, pero reflejan toda una forma de la militancia y de un volver a creer de la juventud en esta cuestión de militar.”
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