Sáb 05.03.2011
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CINE › LA RISA, óPERA PRIMA DE IVáN FUND, EL CORREALIZADOR DE LOS LABIOS

Cuatro amigos en un largo viaje a ninguna parte

› Por Diego Brodersen

A pesar de su título, y más allá de algunos momentos de humor subrepticio, La risa dista mucho de ser una comedia. La ópera prima de Iván Fund toma esa expresión tan humana no tanto como exteriorización de alegría, sino más bien como una mueca congelada, por momentos cercana al hastío. Las primeras imágenes del film muestran a un grupo de cuatro amigos a la deriva en las afueras de un pueblo entrerriano, en un amanecer luego de una noche de parranda. Mañana de resaca, fin de fiesta que no terminará hasta que sus cuerpos extenuados digan basta. De hecho, La risa es una pintura de esas pocas horas luego de la madrugada, en un probable tiempo real que parece interminable. Que el montaje esté poblado de problemas de continuidad en el uso de la iluminación natural –el sol está siempre apenas por encima del horizonte– puede en ese sentido dejar de ser un error básico en la narración para encarnar una licencia poética con visos de metáfora. Estos muchachos de veintipico parecen encadenados a una adolescencia tardía que no están dispuestos a abandonar.

Realizada poco tiempo antes de la notable Los labios –largometraje codirigido con Santiago Loza, quien aportó aquí alguna colaboración en el guión–, La risa es una película que parece autodefinirse como búsqueda estética, centrada casi exclusivamente en un recurso que aporta momentos de genuina emoción, pero que también genera una encerrona de la cual el film nunca termina de salir. El uso de los primeros planos, muy cerca de las facciones de los actores, puede estar justificado por el escenario casi único de la historia –el auto en el cual los protagonistas se mueven para no ir a ningún lugar–, pero al mismo tiempo se transforma en una excusa para no intentar algún otro método para narrar la historia.

Los tensos primeros cuarenta minutos, con la hermana de uno de los jóvenes convertida en la mecha ideal para la explosión de broncas contenidas, hacen precisamente de la utilización de ese tipo de planos el medio ideal para transmitir el apretujamiento físico y la incomodidad emocional. La cámara está en el lugar preciso cuando por el rostro del conductor corre una lágrima que rompe por completo con ese olor a testículos que se respira en el vehículo.

Nuevamente solos, el cuarteto se dedicará a beber más alcohol, a corretear gansos, a intentar golpear un globo con piedras, a boludear indefinidamente, intentando no quebrar un hechizo que probablemente nunca existió. Pero llegado ese punto el film ya logró su cometido y lo que sigue es apenas un subrayado de lo ya expuesto. Así aparecen las diferencias de intención con otro film que parece ser una de sus influencias más notorias, los Maridos, de John Casavettes, en el sentido de que la circularidad de la película de Fund no abre el juego y se asemeja a un animal mordiéndose la cola, agotándose en el gesto.

El final se reserva una escena en un bar donde la capacidad de observación de Fund, en base a pinceladas sutiles, vuelve a tener algo de la potencia que el film había perdido, anticipando además la extraordinaria secuencia que cierra Los labios en otro bar de pueblo. Es de esperar que este camino de búsqueda no exento de escollos continúe encontrando logros en el nuevo largometraje que el hiperactivo Iván Fund, de apenas veintiséis años de edad, ya tiene prácticamente completado.

5-LA RISA

Argentina, 2009

Dirección, guión y fotografía: Iván Fund.

Montaje: Lorena Moricone e Iván Fund.

Intérpretes: Leandro Airaldo, Gabriel Zaragoza, José Escobar, Santiago Young, Agustina Luz Nanio, Hugo Fund.

Estreno en el Malba (jueves a las 20 y sábados a las 22).

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