CINE › LOS CORTOS DEL CUBANO SANTIAGO ALVAREZ EN EL FESTIVAL DE CINE POLíTICO
“A la distancia, la obra de Santiago tiene tanta fuerza como cuando estaba vivo”, señala su viuda, Lázara Herrera, directora desde el 2000 del Festival Santiago Alvarez in Memoriam, que vino a la Argentina a presentar la retrospectiva.
› Por Oscar Ranzani
Resulta una ironía del destino que la vida del gran documentalista cubano Santiago Alvarez, figura esencial del cine de la isla, haya sido de película. A diferencia de otros grandes fundadores del cine post-Revolución como, por ejemplo, Tomás Gutiérrez Alea y Julio García Espinosa, Alvarez no fue director sino hasta los cuarenta años. En su juventud, se ganó la vida con diversos oficios: como aprendiz de linotipista, minero en los yacimientos de carbón de Pennsylvania, lavaplatos en Brooklyn... Hasta que finalmente estudió Medicina, Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana y Psicología en la de Columbia (Nueva York). Pero tres meses después del triunfo de la Revolución, se creó el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) y luego comenzaron a emitirse por las pantallas de los enormes cines de La Habana los históricos Noticieros Icaic, de los cuales Alvarez fue fundador y director. Estos noticieros terminaron por darle un carácter fundamentalmente político a la información que comenzó a difundirse, pero con un tratamiento estético muy personal. Si la Revolución había llegado para la transformación política y social, el cine sería desde entonces una herramienta más para consolidarla. Cuatro de los trabajos de Alvarez podrán verse hoy a partir de las 15.30 en el auditorio del Hotel Bauen (Callao 360), como parte de la retrospectiva, que integra la programación del Festival Internacional de Cine Político (Ficip).
“A la distancia, la obra de Santiago tiene tanta fuerza como cuando estaba vivo”, señala su viuda, Lázara Herrera, directora desde 2000 del Festival Santiago Alvarez in Memoriam, que vino a la Argentina a presentar la retrospectiva. “Empezó siendo un festival nacional y ya en la quinta edición se convirtió en una muestra internacional. Y puedo decir que ese festival, al menos en Cuba, cambió el espectro del cine documental, que había decaído por el Período Especial. Y poco a poco ha habido un renacer con bastante fuerza en este género”, explica Herrera en diálogo con Página/12.
En uno de sus primeros viajes a Estados Unidos, muchos años antes del triunfo de la Revolución, Santiago Alvarez conoció el significado de la discriminación. Es que estaba viajando en un colectivo por Miami, justo cuando subió al vehículo una mujer negra con su pequeño hijo. Por aquella época, en Estados Unidos, los ciudadanos negros tenían prohibido sentarse en los asientos delanteros de los medios de transporte público. Alvarez intentó cederle el asiento y se desató un escándalo en el colectivo. Entonces, tomó al niño entre sus brazos y vociferó: “¡Para quitarme este niño, me van a tener que matar!”. Luego, Alvarez pensó que si él bajaba primero, los pasajeros se iban a desquitar con esa mujer negra. Le devolvió, entonces, el niño, y sintió alivio al ver que la mujer iba a descender antes que él. Esa anécdota está grabada a fuego en la memoria de Herrera cuando se le pregunta cómo nació la idea de Now (1965), un documental que dura seis minutos y en el que, a través de la musicalización de Lena Horne de la canción israelí “Hava Nagila”, se van sucediendo imágenes de represiones contra negros. Y Now se convirtió en un sintético y potente alegato audiovisual contra el racismo, que ya desde su título planteaba una postura: “ahora” era el momento de terminar con el racismo. Cuando Alvarez escuchó la versión de Horne recordó todas las escenas del colectivo y decidió hacer el documental que dura exactamente lo mismo que la canción. Herrera no coincide en que Now, por su concepción estética, sea catalogado como un anticipo del videoclip. “A Santiago se lo preguntaron varias veces, pero jamás admitió ni le gustaba que dijeran que Now era el anticipo del videoclip. Siempre decía que Now era una clase magistral de montaje”, asegura Herrera.
Otro de los films que se proyectarán en el Ficip es El tigre saltó y mató... pero... morirá... morirá. Se trata de una denuncia contra la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. En paralelo a la emisión de la canción “¿Qué dirá el Santo Padre?”, de Violeta Parra, y de “Te recuerdo Amanda”, “El alma de banderas” y “Plegaria a un labrador”, de Víctor Jara –asesinado por la dictadura de Pinochet–, el documental muestra escenas de los militares quemando afiches y libros en la calle, un acto de la Iglesia con Pinochet y la famosa imagen del camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen filmando su propia muerte durante el Tanquetazo, un intento de golpe previo al del 11 de septiembre de 1973. Con el correr de los minutos –en donde se ve a Jara cantando en un estudio de grabación–, el documental se abre al mundo con imágenes de represiones en Colombia, Santo Domingo, Vietnam e Indonesia, entre otras regiones del mapa. Son imágenes que certifican que el cine de Alvarez no se ceñía a la Cuba revolucionaria, sino también a las denuncias de lo que estaba sucediendo en los países del Tercer Mundo. “Era la denuncia del golpe de Estado de Pinochet pero, a la vez, la de la situación que vivían diferentes regiones del mundo en aquella época, donde todo estaba muy convulsionado”, sostiene Herrera. “Cuando en Cuba se supo de la forma terrible en que Víctor Jara murió, Santiago lo tomó a Jara como la figura representativa para homenajear a todas las víctimas del golpe de Estado en Chile, que fue una masacre indiscriminada”, recuerda Herrera.
El Nuevo Tango es un documental filmado por Alvarez en 1973, durante y después de la asunción de Héctor Cámpora como presidente constitucional de los argentinos. En el film se observa la llegada del entonces presidente cubano Osvaldo Dorticós, que viajó especialmente a Buenos Aires para estar en la ceremonia de asunción de mando, aun antes del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Alvarez registró el discurso de Cámpora, el recorrido de los militantes hasta llegar a Plaza de Mayo y la liberación de los presos políticos. “El Nuevo Tango estuvo guardado cerca de quince años porque se veía a mucha gente que había sido liberada de la cárcel”, recuerda Herrera. Después de que Alvarez concluyera ese trabajo, “se había muerto Perón y estaba la mano peluda del enemigo, de nuevo”, describe Herrera. Entonces, Alvarez decidió no estrenarlo “porque había mucha gente que salía en pantalla. Y eso era como entregarlos. Santiago lo guardó y no se estrenó en Cuba ni en ningún lugar. Pero tuvo el placer de estrenarlo en Buenos Aires en 1996”, comenta Herrera.
El cuarto film que ofrecerá hoy el Ficip es Hasta la victoria siempre, documental hecho por Alvarez en 1967, pensado como un homenaje al Che Guevara. “Cuando al Che lo asesinan, Fidel confirma la noticia en la televisión y se decide que cuarenta y ocho horas después se va a hacer un homenaje en la Plaza. Y le piden a Santiago montar unas imágenes para el acto. En ese momento, había pocas imágenes del Che. Guevara no era una persona que se dejara filmar. Era muy difícil lograrlo. Y Santiago tuvo cuarenta y ocho horas para hacer ese material”, sostiene Herrera. Utilizando fotografías y material de archivo, Hasta la victoria siempre no contó con filmaciones propias de Alvarez, sino que consistió en un exhaustivo trabajo de montaje que incluyó el discurso histórico que el Che pronunció en la ONU. Si bien Alvarez siempre trabajó al calor de las luchas de los pueblos oprimidos, éste fue el único material que realizó sobre el Che.
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