CINE › HERMES PARALUELLO Y SANTIAGO MITRE, DIRECTORES DE LOS FILMS ARGENTINOS EN LA COMPETENCIA INTERNACIONAL
Mientras Yatasto, de Paraluello, pone el foco sobre una familia de cartoneros de Córdoba, El estudiante, de Mitre, se interna en el mundo de la militancia política en la UBA. Razones y motivaciones de dos realizadores debutantes.
› Por Oscar Ranzani
En principio, el argentino Santiago Mitre y el catalán Hermes Paraluello tienen en común el hecho de pertenecer a la misma generación: el primero nació en 1980 y fue uno de los cuatro directores de El amor (Primera parte), aunque en el universo del cine argentino se lo conoce más por haber sido el coguionista de Leonera y Carancho, los últimos dos largometrajes de Pablo Trapero. Paraluello, en tanto, nació en Barcelona un año después que Mitre y estudió dirección de fotografía en el Centro de Estudios Cinematográficos de Cataluña. Pero ambos compartirán desde el sábado algo más: estarán presentado sus óperas primas en la Sección Oficial Internacional del 13º Bafici. Mitre se inicia en la etapa solista con El estudiante, donde combina, en clave de ficción, una historia de educación y militancia; mientras que Paraluello logró una producción ciento por ciento nacional (cordobesa, para mayor precisión) con Yatasto, que aborda una temática también de la Argentina contemporánea como es la historia de un grupo de cartoneros.
Mitre recuerda que comenzó a estudiar cine en 1999, el año del nacimiento del Bafici. Y reconoce que asistió como espectador a casi todas las ediciones de la muestra, lo que le permitió “seguir la evolución de cierto cine argentino. La verdad es que siempre quise que la película se viera en el Bafici y me parece un buen logro por el esfuerzo de todas las personas que la hicimos”. Paraluello, en tanto, siente que es un honor participar en la Sección Oficial Internacional “porque es una competencia donde ha habido películas que en los últimos años fueron referentes a nivel cinematográfico: el año pasado se exhibió Policía, adjectivo, de Corneliu Porumboiu, y en 2009, Aquel querido mes de agosto, de Miguel Gomes”.
El estudiante presenta la historia de Roque, un muchacho del interior que ha venido a estudiar en la Universidad de Buenos Aires y que, casi sin proponérselo, terminará militando en una agrupación política dentro del espacio educativo, luego de entablar relación con una chica. “No sé si tiene un germen exacto”, comenta Mitre respecto de la génesis de su película. “Yo tenía una idea en torno de la vocación y de un personaje que estaba perdido en la Universidad de Buenos Aires, y que iba saltando de una carrera a la otra, como en la búsqueda de algo”, sostiene. Por otro lado, el cineasta tenía muchas ganas de filmar la UBA. Y en determinado momento, surgió la idea de que el protagonista de su ficción “empezara a militar, pero pensado casi como un segmento. Y al empezar a tirar de esa línea, encontré que se podía contar bien la universidad y también las cosas que yo quería contar en torno de la educación. A la vez, permitía pensar determinadas cuestiones de la política en la actualidad utilizando eso como eje de la narración”, explica Mitre.
El director, entonces, abordó la política universitaria para poder reflexionar sobre determinadas cuestiones de la política argentina. “La película se centra en un elemento particular del mundo universitario. No es precisamente sobre el mundo universitario. Se centra en la militancia y en un personaje concreto, y en la relación de ese personaje con los otros miembros de ese universo político que plantea la historia. O sea, no es directamente sobre la UBA sino que tiene una lógica propia –aclara Mitre–-. Y parte de ese lugar, que es la universidad pública argentina, para después ir despegándose a través de la narración.”
La mirada que Mitre estableció se refiere también a la evolución moral de un personaje que empieza ingenuamente a hacer política y va aprendiendo los códigos. “Hubo un punto en el que se me relacionó la militancia con la vocación: cierta profesionalización en el quehacer político, como si la gente que se acercase a la política hoy, lo hiciese desde un lugar de profesión. Y supongo que eso es muy distinto a como era hace varios años”, reflexiona Mitre. La idea de la construcción de este personaje consistió en mostrar cómo un joven sin mucha ideología ni formación previas, “empieza a militar desde la praxis y no desde la reflexión o desde la discusión de ideas. Y a su vez, desde esa praxis logra avanzar porque tiene determinadas aptitudes, cierta simpatía, cierto carisma. Y es inteligente pero no tiene formación. Y esa praxis lo hace ser un buen rosquero, crecer y lograr objetivos dentro de ese esquema universitario que cuenta la película”.
Si bien Mitre nunca militó, reivindica la militancia en general, y la estudiantil también, “como lugar de pensamiento sobre la política argentina, sobre la política internacional”. Es por eso que El estudiante es, obviamente, una película política. “Se centra básicamente en eso. Toma a la política universitaria para analizar la política en general o la práctica política en el siglo XXI. Es política por todos lados”, define el director. Aunque Mitre también aclara que no es histórica “porque plantea un universo de ficción. Pero en varios momentos, se hace referencia a hechos políticos históricos: al alfonsinismo, al traslado de la Capital a Viedma, a Perón echando a los Montoneros de la Plaza de Mayo, a Ezeiza, a infinidad de situaciones que son parte de la historia argentina”.
Yatasto transcurre en el barrio Villa Urquiza, situado en la periferia de Córdoba capital. Y Paraluello focaliza en un grupo de cartoneros de una misma familia que todos los días deben salir a pelear por mantener el sustento. “No sé si es documental o ficción –plantea el cineasta–. Desde mi punto de vista de realizador, no le doy nombre porque creo que eso, de alguna manera, me limitaría a nivel creativo”, explica. Y sostiene que Yatasto nació de ciertos sentimientos reales que hay en ciertas personas. “Lo que se pretendí fue tomar esos sentimientos y hacerlos imagen. Ese fue el proceso –explica el director catalán que se mueve entre Argentina y España desde hace seis años–. Si alguien la ve y no sabe nada acerca de la película, no sé si se le ocurriría pensar que es una película de un director español. Nunca me lo he planteado tampoco. Yo simplemente estoy acá y es el lugar donde creí que tenía que filmar”, afirma Paraluello.
La familia reflejada en Yatasto está compuesta por seis generaciones “que se han dedicados y se dedican a trabajar y a vivir del carro”, confiesa Paraluello, quien estudió el tema y supo que los primeros cartoneros en Córdoba empezaron allá por los años ’30. Teniendo a esta familia como centro del relato, Paraluello relata que uno de los temas de la película es la transmisión del oficio de una generación a la otra. “Hay un padre y un hijo, también una abuela. El oficio atraviesa, sin duda, toda la película, pero no es solo del oficio de lo que trata Yatasto sino de cómo está organizada una familia en torno de ese trabajo. Y no solo en torno del trabajo sino también en relación con las personas de la misma familia que se dedican a otras cosas.”
Paraluello confiesa que era una realidad totalmente desconocida la que refleja Yatasto. “Y, en algún punto, lo sigue siendo. Me parece que tuvimos y tenemos una cercanía bastante grande con una familia, con un barrio, con un gremio, con una cooperativa de cartoneros durante más de un año, que fue lo que duró el proceso entre que llegamos al barrio y los primeros encuentros. Se creó ahí una relación, se presentó la idea de hacer una película, ellos también abrieron las puertas para hacer una película. Y empezamos a trabajar.” Como el cineasta catalán no tenía ningún preconcepto antes de empezar a filmar, reconoce que ahora “tampoco podría decir si tengo una visión concreta de los cartoneros”. Aunque la esencia de su película es “totalmente íntima”.
En relación con si hubo una determinada actitud respecto de cómo filmar a los cartoneros, Paraluello admite que, durante todo el proceso de realización, gastó más energía “en pensar qué relación debía tener el cine respecto de ellos. El cine respecto de la familia, los individuos, ese oficio. Tenía que ser algo que se fuera nutriendo de una manera recíproca. Y no deja de ser una irrupción ir a un barrio, poner una cámara y hacer una película. Por lo tanto, para mí era importante que la relación personal que se estableciera entre nosotros fuera siempre por delante de lo que podíamos filmar. Nunca al revés. Y que nunca la película fuera por delante de nuestra relación”, asegura.
Según Paraluello, Yatasto no es ni testimonial ni un documental de observación. “Yo no me paré a observarlos de manera externa ni tampoco busqué que me hablaran de ciertas cosas de sus vidas. Y al final, la película es una percepción mía de sentimientos que nacen en ellos. Y yo con los sentimientos de los personajes y con mi percepción y sentimientos respecto de lo que ellos sienten, pensé en imágenes”, concluye el director.
* Yatasto se exhibe por primera vez el sábado 9 de abril.
El estudiante se proyecta el martes 12 de abril. Ambas en Hoyts Abasto.
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