Mié 29.03.2006
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CINE › ENTREVISTA CON EL DIRECTOR JUAN SOLANAS, QUE ESTRENA SU FILM “NORDESTE”

“Quise contrastar esos dos mundos”

Una mujer francesa (Carole Bouquet) viaja al Nordeste argentino para adoptar ilegalmente. Su mundo es opuesto al de una madre soltera que vive hundida en la pobreza. Esa es la apretada síntesis de la trama de Nordeste, la película de Juan Solanas.

› Por Oscar Ranzani

La problemática del tráfico y la adopción ilegal de niños es el tema elegido por Juan Solanas, hijo de Pino, para su debut como realizador de largometrajes. Su opera prima, Nordeste (que se estrena este jueves), tiene como protagonista a la actriz francesa Carole Bouquet, quien compone a Hélène, una mujer cuarentona con un deseo de maternidad incontrolable, que viaja al Nordeste argentino para adoptar ilegalmente un bebé. En el medio se topará con la corrupción, la miseria humana y la pobreza del lugar, temas muy presentes en la historia. Esa pobreza está personificada en la formoseña Juana (Aymará Rovera), una madre soltera muy humilde que hace todo lo posible para seguir alimentando a su hijo Martín. Ese contraste entre dos mundos muy opuestos es el eje del conflicto de la historia. “Tenía ganas de hablar de mi país e involucrar a Europa en la mirada hacia la Argentina”, comenta Solanas en diálogo con Página/12.

–¿Cómo fue la experiencia de haber estudiado el tráfico de niños?

–Estuve varios años. Es una realidad dura y muy compleja de la cual mi única conclusión concreta es que de ambos lados del que lucra con eso hay amor y dolor. Ninguna madre del mundo quiere dejar a su hijo si no es porque no lo puede alimentar. Por otra parte, ninguna madre o pareja quiere adoptar su hijo en condiciones sórdidas. Es el último recurso si no es posible de otra manera. Siempre el adoptante tiene un nivel de vida mucho mayor que de donde viene su hijo porque se da así. De Europa se adoptan chicos del Este soviético, de Asia, Africa o América del Sur. No se adopta un americano ni un noruego. Porque justamente es en los países donde hay pobreza, donde hay falta de educación, de educación sexual, donde hay mujeres que pueden tener doce hijos por falta de profilaxis. Es decir, hay situaciones que hacen posible que haya chicos que uno no los pueda mantener. Por supuesto que en los países del Primer Mundo o de Europa (que es lo que yo conozco mejor) están legislados para “proteger” al niño. Las legislaciones son muy lentas y pueden tener cincuenta años de atraso con respecto al presente. La pauta es que el Estado te tiene que reconocer como posible padre adoptante. Para eso vos tenés que corresponder con pautas que están puestas en la ley. Ahí entramos en problemas. Por ejemplo, cuando estudié el tema (hablo en pasado porque hace dos años que no estoy leyendo la ley y todo el tiempo es dinámico y se va modificando), en Italia una mujer de más de 35 años no podía adoptar un bebé. Por cada año suplementario de la mujer, podía adoptar un chico de un año, de dos o de tres como mínimo. Y con cuarenta años, cinco años mínimo.

–¿Por qué?

–La respuesta en ese caso es para proteger al niño, ya que cuanto más joven es la pareja, en teoría es más felicidad para el niño porque va a poder gozar de sus padres más tiempo.

–Muy relativo.

–Sí. Ahí empiezan los problemas. De repente la ley pone normas que pueden ser muy discutibles. Para empezar: un hombre puede ser padre a los setenta o a los ochenta si todavía está en buena salud. Eso a nadie lo shockea. Nuestro ex presidente fue padre hace poco. Eso no es un problema. Pero una mujer, ¿por qué no puede ser madre a los cincuenta? Biológicamente, no. Pero, ¿de qué estamos hablando? Entonces, de este tipo de cosas nace la adopción ilegal. Si una mujer italiana de cuarenta años quiere ser madre y, por razones biológicas o de su vida, no lo pudo ser, ¿quién es el Estado para prohibirle adoptar a un recién nacido? Una cosa es adoptar a un recién nacido y otra cosa es adoptar a un chico de cinco años. No es la misma experiencia.

–¿El que adopta ilegalmente es víctima o cómplice de un sistema perverso?

–La película muestra las dos caras. Nadie puede acusar a una mujer que quiere ser madre y que tiene el deseo de tener y de criar a un hijo de ser un monstruo. Y la necesidad y las ganas de maternidad son fuertísimas. Entonces, ella es una víctima porque el sistema no le permitió poder hacer una adopción de manera legal y de manera más linda, justamente. Le aseguro que las mujeres que conocí y que lo hicieron así, no tienen un buen recuerdo. Fue una absoluta pesadilla. Pero era eso o no ser madre.

–¿Se podría decir que el deseo de ser madre atraviesa los límites éticos?

–Se podría decir. Por supuesto que uno siempre trata de ver lo menos posible. Si te ponés a ver cosas, podés ver la pesadilla en todas partes. A lo que voy es: la mujer que quiere un hijo y que no se da así y empieza a averiguar, y “que en Rumania o en la Argentina conozco a un amigo”. En Internet hay muchos grupos de padres adoptantes que dan consejos: “Yo hice así o no”. Y bueno, van pensando más bien positivo. Y van pensando lo que también es verdad: que a ese chico lo están sacando de la pobreza. Es verdad que ellos van a dar lo mejor para ese chico. O sea que, a ese chico lo quieren para darle amor y ofrecerle lo mejor. Eso es indiscutible. Después, en el medio hay un hijo de puta y, bueno, que dure lo menos posible. Por eso es que son víctimas: porque es pasar por un momento de mierda y algo muy feo, pero porque no hay otra solución. Y le aseguro que toda la gente que conocí intentó todo antes. ¿A quién le divierte sacar un chico con documentos falsificados? Es una verdadera pesadilla.

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