Mié 18.05.2011
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CINE › ERNESTO ARDITO, LEOPOLDO NACHT Y NAZIóN, QUE PREESTRENAN HOY EN EL GAUMONT

Construcción de un “enemigo”

El dúo de realizadores y productores se propuso investigar el modo en que los discursos nacionalistas de décadas atrás siguen marcando conductas al día de hoy: “Son como llaves que permiten que, de alguna manera, la sociedad civil se vea influida”.

› Por Diego Braude

La identidad y la memoria, como los prejuicios, los racismos, los odios, no son algo que nacen, por combustión espontánea, sino que se construyen y son dinámicas a lo largo del tiempo. Durante los ’90 en el colegio secundario –muestra de que el intento por borrar la memoria también es un proceso–, lo inusual era que la materia Historia no terminara en la década del ’40; al finalizar la Década Infame no había más nada. En 2011, frases como “algo habrán hecho”, “no te metas”, “mejor no hablar de política” son resabios de la última dictadura militar que todavía marcan las prácticas cotidianas de la gente. No recordar (o considerar que revisar el pasado es algo negativo) permite que se permanezca en un mismo estado de cosas, inmóviles, pensando que no hay nada más natural que ese presente.

El cronista presiona play y el film comienza. Nazión, la película que se preeestrena hoy a las 20 en el cine Gaumont Incaa 0 km, con entrada libre y gratuita, no sólo fue dirigida por Ernesto Ardito y Leopoldo Nacht. Ambos fueron también los productores de la película, con Ardito (Raymundo, 2002; Corazón de fábrica, 2008) en la dirección y el guión y Nacht oficiando delante de cámara una suerte de detective de la historia. Tras la exhibición de esta noche, el film se verá en julio en el Centro Cultural de la Cooperación. Mientras corren los créditos, pasan imágenes escolares con el himno a Sarmiento de fondo: “Por ver grande a la Patria tú luchaste con la espada, con la pluma y la palabra...”. En un aula, un alumno lee palabras escritas en 1844 por el padre de la educación pública acerca de “los salvajes”: “Incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.

Leopoldo Nacht es químico y fue en su momento integrante de Cine de la Base, grupo realizador de cine político y militante con Raymundo Gleyzer a la cabeza. “Raymundo desapareció un viernes”, recuerda Nacht. “El sábado, Juana, su mujer, me llama y me dice que Raymundo no llega. ‘Andate’, me dijo, y cortó; así partí al exilio. Nueve años en México. Cuando volví acá, quise producir En la Semana Trágica, el libro de David Viñas... pero el proyecto se cayó.” En los ’90 Nacht empezó a evaluar nuevamente qué se podía hacer, y fue cuando Fernando Peña (investigador, crítico, docente, coleccionista preocupado por la preservación del patrimonio audiovisual, programador de ciclos, ex director del Bafici) le entregó un material filmado del golpe a Yrigoyen de 1930. A partir de ahí, la idea comenzó a rumbear en otras direcciones.

Después de varias idas y vueltas, Nacht terminó encontrándose con Ardito, que recuerda que “en principio, lo que andaba dando vueltas era un proyecto sobre el golpe del ’30. Nazión es otra película. Leyendo los libros que me traía Leopoldo, como Nacionalismo y Antisemitismo, de Daniel Lvovich, empecé a ver que todo estaba atravesado por una corriente ideológica, que uno siempre asocia con la oligarquía y los sectores conservadores en general; había una base ideológica –apoyada en conceptos que se fueron desarrollando con el tiempo–, que es el nacionalismo católico”. En la película se entrelazan imágenes de la inmigración, de anarquistas, de Miguel Cané (el mismo de Juvenilia) y su Ley de Residencia, de la Semana Trágica, de la Liga Patriótica (de sus hombres y sus mujeres)...

En la década del ’20, Lugones promovía “una enérgica adhesión a las instituciones militares. No hay decoro, ni esperanza, sino en las espadas argentinas”, decía, mientras se refería al “repulsivo frío” que le generaban “la urna y el comité”. “Se genera este dilema”, dice Ardito y elabora: “Con personajes de este tipo, cuando se destacan muchísimo por su obra y, a la vez, su posición política fomenta incluso hasta crímenes de lesa humanidad, uno dice ‘bueno, ¿qué lugar ocupa esta persona en la sociedad?, ¿hasta dónde su posición política puede influir a partir de la percepción de su obra artística?’.”

Si bien la película aparece como una afirmación basada en los materiales expuestos, en las voces escuchadas, en los discursos citados, lo que prima es la intención de estimular el debate; mostrar no para sentenciar, sino para discutir. Ardito sueña con poder hacer que el documental se convierta en un género popular, pero sabe que, por ahora, “el circuito tradicional no quiere la película, así que nuestra idea era hacer una función inaugural, en el cine Gaumont, para mil personas y hacer como un acto político de la misma función, invitar a las organizaciones sociales, a las organizaciones de derechos humanos, para que conozcan la película y se lleven copias para difundirla en otros lados. La apuesta nuestra es que no esté en una sola sala, sino que esté en muchos lugares y donde se pueda debatir. Para eso, se tiene que poder difundir y, para eso, las organizaciones cumplen un rol fundamental”.

En 1973, previo a las elecciones de ese año, Nacht y Gleyzer se escabulleron para filmar el lanzamiento del partido de derecha Nueva Fuerza, que contó con la presencia de personalidades como Jorge Luis Borges o el almirante Isaac Rojas, uno de los protagonistas de la llamada Revolución Libertadora que volteó al gobierno de Juan Domingo Perón en 1955, previo bombardeo por aviones de la Aviación Naval a la Plaza de Mayo tres meses antes, donde murieron más de 300 personas. El material estaba en manos de la hermana de Gleyzer, pero no estaba rotulado y sólo cuando Nacht contó la anécdota y luego de chequear otros datos, Ardito pudo confirmar lo que registraban esas imágenes.

“Está bueno trabajar con todas las fuentes originales”, comenta Ardito. “Primero, fue una revelación total cuando, revisando en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional aparecieron estos diarios nazis, como Bandera Argentina o Crisol. Después, me encontré con el audio de Leonardo Castellani, que era uno de los principales propagandistas, que en las homilías bajaba toda esta línea.” Ironía cruel, el sacerdote Castellani, a quien en la película se lo escucha proclamar que hay que defender “el orden natural” por la fuerza, habría sido uno de los últimos en ver con vida al amigo de Nacht, a Raymundo, en el centro de detención, tortura y exterminio conocido como El Vesubio. “Estos conceptos generan la idea de un enemigo virtual en un Otro al que hay que combatir, y que va justificando que te vayan generando estos golpes: el golpe del ’76 contra el marxismo, en la época de la Segunda Guerra Mundial los judíos querían dominar el mundo. Son como llaves que permiten que, de alguna manera, la sociedad civil se vea influida, tome ese discurso, genere ese enemigo al que hay que combatir y se posicione junto al que está combatiendo al Otro, que es la amenaza que viene, y eso es lo más peligroso y por eso la película. Sabemos que, si bien puede ser que no venga un golpe militar, puede ser de otro modo.”

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