CINE › ANDREA BARZINI, DIRECTOR DE LOS BUENOS DíAS, QUE SE VERá EN EL FESTIVAL DERHUMALC
En la Comunidad Jonathan, que intenta alejar a los jóvenes detenidos de Nápoles del contexto de violencia en el que crecieron, es donde hace foco la cámara del cineasta italiano. Se verá mañana a las 18 en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.
› Por Oscar Ranzani
En su juventud, el italiano Vincenzo Morgera supo ser un obrero de la famosa fábrica de automóviles Alfa Romeo. Y desde siempre tuvo fuertes convicciones políticas que cimentaron su idea de querer cambiar el mundo. Tal vez por eso, un día decidió estudiar sociología, una carrera que le permitió analizar con mayor profundidad la sociedad a la que pertenece. Pero pronto se dio cuenta de que cambiar el mundo era una tarea imposible, por eso se planteó que podía colaborar en modificar el pequeño contexto donde siempre vivió. Entonces pidió permiso a las autoridades penitenciarias de la cárcel de menores de Nisida, en Nápoles, para hacer un trabajo social en un espacio de esa unidad penal: la idea era encontrarse con los jóvenes recluidos, aunque más no fuera para dialogar, escuchar música y para proponerles otro tipo de actividades lúdicas y educativas. Tanto en el sur de Italia como en otras geografías del planeta, los chicos detenidos están prácticamente abandonados y sólo hay para ellos un sistema punitivo. Pero la experiencia dio sus frutos, entonces Morgera decidió junto a su colega Silvia Ricciardi fundar una comunidad que permitiera trabajar con jóvenes que tienen problemas con la ley, para que éstos puedan acceder a un futuro mejor. En 1993, ambos fundaron la Comunidad Jonathan, donde un grupo de chicos encuentra una especie de oasis que los aleja del contexto de violencia en el que se criaron.
El cineasta italiano Andrea Barzini conoció esta comunidad educativa y decidió realizar el documental I giorni buoni (Los buenos días), que podrá verse mañana a las 18 en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (ex ESMA), como parte de la programación del 13º Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos DerHumALC. Luego de la proyección del film se realizará un debate entre el director y especialistas italianos y argentinos sobre la temática “Jóvenes y encierro”. La idea del documental surgió casi por casualidad, ya que Barzini estaba filmando un largometraje de ficción en la isla de Capri. Allí leyó en un diario un artículo sobre la Comunidad Jonathan. “Me impactó muchísimo lo que leí, porque se contraponía al trabajo que yo estaba haciendo en ese momento: una ficción que contaba una historia de personas que eran muy ricas. Entonces, me causó un debate interior y dije que tenía que contar la otra historia, la que estaba leyendo en el diario”, comenta Barzini en diálogo con Página/12.
El objetivo del documental no era solamente reflexionar a través del cine sobre las posibilidades de reinserción social que tienen los jóvenes que delinquen. “Era más amplio respecto de lo que me planteaba pero, al mismo tiempo, también más simple, porque yo no era un experto de la temática”, reconoce Barzini. Antes que nada, se planteó a modo socrático la siguiente pregunta: “¿Es verdad que en Nápoles la delincuencia juvenil está tan presente en todos los espacios sociales: en las escuelas, en las calles, etcétera?”. El director sintió, entonces, que lo primero que debía hacer era escuchar a los fundadores de la Comunidad Jonathan. “La primera vez que nos encontramos, ellos pensaron que estaba completamente loco. Los dos decían: ‘No puede ser que un director de cine haga una pregunta tan ingenua’. Se asombraron de esto. Mi conocimiento del tema era a través de los diarios, pero ante todo quería tener una mirada de alguien que efectivamente estuviera involucrado en el tema, que estaba trabajando en eso. Por eso era una pregunta inicial, para conocer efectivamente el tema. Me di cuenta de que la problemática –tanto de Nápoles como de todo el sur de Italia– es muy compleja, porque se sobreponen diferentes cuestiones, por lo que me resultaba imposible establecer un juicio.”
Morgera y Ricciardi le contaron a Barzini que en Nápoles lo legal y lo ilegal son dos aspectos que se entrecruzan. Y que la Camorra “es una fuente de ganancia para la población de los barrios más marginales”. Barzini formuló entonces una nueva pregunta acerca de dónde empieza y dónde termina la legalidad en ese contexto. “Entonces comprendí que la ilegalidad ‘garantiza’ el orden social en algunos barrios de la ciudad. De hecho, a veces en una misma familia hay un integrante que está dentro de la ley y otro que no. O la mamá sabe que un hijo delinque y que el otro trabaja en la policía”, relata el cineasta italiano.
La Comunidad Jonathan les enseña a los jóvenes detenidos a volver a tener reglas. “Silvia y Vincenzo me contaron que cuando los chicos ingresan en la comunidad, lo primero que les comentan es que tienen reglas que respetar. Esto es porque vienen de un contexto social en el que no las tenían: no respetaban a los padres, no tenían horarios, no iban a la escuela. Era la ausencia de un marco que pudiera contenerlos”, explica Barzini. El sistema de funcionamiento de la Comunidad Jonathan es el siguiente: todos se despiertan a las 6.30, ordenan sus cuartos, lavan el espacio, y el que tiene que ir a la escuela, va a la escuela, y el que tiene que trabajar, va al trabajo. El grupo se junta a la hora de la comida, para compartirla colectivamente. También hay un espacio para la diversión, los juegos y para mirar televisión. “La situación no es tan simple, porque son todos chicos que han cometido delitos –subraya Barzini–. No es que pueden ir solos a la escuela, alguien debe acompañarlos. En el trabajo no pasa eso.” ¿Se los obliga a estudiar? “Analizan cada caso en particular, no tienen una receta predefinida. Si el chico tiene aptitud para el estudio, lo estimulan para que vaya a la escuela. Y si no la tiene, la idea es que se dedique a trabajar”, agrega el cineasta.
Un aspecto muy llamativo de la aceptación social de esta comunidad es lo que sucede con la Camorra: “Es una paradoja, pero los miembros de la Camorra están contentos si sus hijos están en un espacio donde se los cuida y donde adquieren valores. Es una paradoja, pero es así: la Camorra respeta a la comunidad”, confiesa Barzini. En contraposición, para el resto de la sociedad pasa prácticamente inadvertida la labor de las comunidades educativas. “Muy poca gente se entera del trabajo que hacen en la Comunidad Jonathan o en otras comunidades de este tipo. Pero hay todo un apoyo institucional para estas organizaciones.” Sin embargo, tanto Morgera como Ricciardi son un tanto pesimistas respecto del futuro de los chicos que reeducan. “Saben que de tres chicos que entran en la comunidad, uno va a salir bien y los otros dos tendrán muchísimas posibilidades de reincidir en el delito”, sostiene Barzini. Pero el título de la película, Los buenos días, es una especie de mensaje de esperanza, en el sentido de que estos chicos, durante uno o dos años, pudieron vivir en otro contexto, confrontándose con otras dinámicas sociales. “Entonces salen con otra mentalidad. Todavía hay chicos que salieron de la comunidad y reincidieron y que hoy son parte de la Camorra con un rol importante, pero ellos mismos dicen que los años que han compartido en la comunidad fueron de los mejores que han pasado en sus vidas”, concluye Barzini.
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