Hay fechas clave en la historia de la isla Guadalupe, descubierta por Cristóbal Colón en 1493, durante su segundo viaje a América. Si bien los españoles fueron los primeros en llegar a esta tierra de las Antillas, fueron los franceses, muchos años después, quienes se apropiaron del archipiélago y, con el exterminio indígena consumado, llevaron a esclavos africanos que trabajaran la caña de azúcar, el principal recurso económico de Guadalupe. En Gosier, una ciudad de la isla, nació el padre de la directora francesa Sylvaine Dampierre. Y sus ancestros fueron esclavos africanos que sufrieron la explotación hasta 1848, cuando Francia abolió la esclavitud en la isla. Pero tuvo que pasar casi un siglo para que en 1946 Guadalupe dejara de ser colonia para convertirse en un departamento de ultramar de la República de Francia. Buscando conocer sus raíces, Dampierre viajó hasta Gosier y se encontró con una cultura tan rica como olvidada. El registro de ese viaje está narrado en El país al revés, documental que podrá verse hoy a las 18 en el Espacio Incaa KM 0 Gaumont (Rivadavia 1635), como parte de la programación del Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos DerHumALC que concluye hoy.

Dampierre cuenta que su apellido es muy conocido en Gosier, pero no tiene descendencia africana, sino que, en realidad, era el apellido del Caballero Dominique Louise de Dampierre, quien había adquirido una propiedad azucarera en 1772 en ese territorio. Y, entonces, le dio nombre a esa propiedad. Luego, parte del territorio de Gosier fue bautizado como Dampierre, en “honor” a este hombre que vendió su propiedad a Jacques Alexandre Kayse, quien en 1848 contaba con 135 esclavos. La anécdota es importante en el documental, porque precisamente Dampierre va en busca de sus orígenes, y con la ayuda de un profesional trata de armar su árbol genealógico para conocer con mayor profundidad su pasado familiar.

“¿Dónde vas?”, le pregunta ingenuamente su pequeño hijo a Dampierre en el comienzo del documental, ante la inminencia de su travesía a la isla Guadalupe. “Voy a la ciudad natal de tu abuelo”, le dice su mamá. A partir de ese momento, el documental es un viaje iniciático a la cultura afrodescendiente, en el que la directora realiza la investigación en escena sin recurrir a la típica estructura de cabeza parlante, sino más bien como una especie de road movie documental. Dampierre, que viajó a la Argentina para presentar El país al revés, señala que “a través de mi propia historia quería hablar de la historia de todo el pueblo de las Antillas, porque es muy interesante saber cómo sus miembros no podían tener identidad. Y esta película fue más un pretexto para abrir una página de una historia que es muy desconocida”. Ese diálogo que Dampierre establece en escena con su niño funciona como “la cadena lógica de la transmisión, porque también esta historia es parte de la identidad de mi hijo. Y como dice una chica en la película, cuando uno sabe su pasado puede pensar en el futuro. Y el futuro depende de cómo lo construimos previamente”, considera.

La revelación más importante que la cineasta nacida en París logró con su investigación fue “encontrar el nombre de mis ancestros esclavos en los registros del lugar. Era como establecer un contacto con ellos, que fueron borrados de la memoria”. ¿Qué sintió al encontrarse con parte de su historia tan lejana? “Era muy emocionante y muy íntimo pero, a la vez, tenía un carácter intelectual, porque también me interesaba el tema como cineasta. Y al hacer esta especie de viaje al pasado, traté de imaginar la vida de esta gente. Fue una especie de apertura de la imaginación”, confiesa Dampierre.

Buscando indagar en su historia familiar, la realizadora se encontró con la cultura afro en Guadalupe, pero reconoce que es poco lo que se conoce en la sociedad francesa. “Toda esta historia no la enseñan en las escuelas y queda por escribir”, asegura. “Pero lo bueno es que mi trabajo no se trata de un documento oficial sobre la esclavitud, sino que es algo muy íntimo, y yo también quería buscar cómo se inscribe esta historia trágica de la esclavitud en los cuerpos, en los seres humanos.”

Dampierre asegura que la cultura afrodescendiente no tiene el reconocimiento que merece en Francia. “Hay una presencia de toda esta cultura en Francia, ya sea en la música o en la literatura. También hay algunos escritores que son muy conocidos que vienen de esta isla. Pero la gente ve a esta cultura como muy simpática, casi como una caricatura de sí misma. Y así la Francia metropolitana no la toma muy en serio”, expresa Dampierre. Y agrega que esto es a nivel social y gubernamental. “Una de las acciones del gobierno fue promover este año como el de las antiguas colonias francesas, como Guadalupe. Pero nadie en Francia sabe que éste es el año en que se conmemora eso. No fue buena la comunicación y ésta es una prueba de que el tema no está tomado en serio por el gobierno, porque hizo algo pero mal hecho”, señala con fastidio. Y destaca que el tema de la cultura afrodescendiente “es muy importante, ya que hay una gran comunidad, y además en Francia hay más personas que vienen de estas islas que en las islas mismas”. Dampierre tiene más argumentos para explicar por qué a la cultura afrodescendiente no se la toma en serio: “Es complicado porque estamos en una situación post colonial con esas islas. La actitud del gobierno es muy ambigua. Hay una palabra oficial que dice que no hay diferencias entre las islas y la Francia metropolitana, pero las hay y son muchas, desde económicas y políticas a otras de diversos aspectos. Por ejemplo, los blancos herederos de los colonizadores son los dueños de las empresas en Guadalupe”.