CINE › ERIK POPPE, DIRECTOR DE AGUAS TURBULENTAS
› Por Ana Bianco
Como en una tragedia clásica, Aguas turbulentas, del director noruego Erik Poppe, el nudo central es la historia de un niño asesinado. El supuesto homicida con condena cumplida intenta reinsertarse en la sociedad. En esa búsqueda acude a una iglesia católica, que luego de un rechazo inicial termina contratándolo como organista por su sensibilidad e intensidad musical. El drama se completa con la aparición de la madre del niño que vive en la misma ciudad. ¿La culpa? ¿La redención? ¿Qué rol le compete a la Iglesia? ¿La venganza? ¿La posibilidad de continuar con sus vidas? Estos son algunos interrogantes que nos plantea el film. Con un guión preciso y una buena dirección de actores, Poppe recrea un atmósfera de tensión con silencios prolongados que se rompen de a ratos, por la potencia del sonido torrencial del agua y de la música que ejecuta el protagonista. En 2005 Poppe fue nominado por Hawai Oslo al Oscar como Mejor Película en Lengua Extranjera. Aguas turbulentas es su tercera película y ha obtenido varios premios en Europa. En charla telefónica con Página/12 desde Oslo, el director, integrante del nuevo cine noruego, comparte sus ideas del film.
–¿Cómo manejó el tono y la estructura de la película sin caer en la simplificación de dónde están el bien y el mal?
–Como principio la idea fue contar cada historia por separado, comenzando con la del joven, Jan Thomas, en su lucha por volver a reinsertarse en la sociedad, y que el espectador no lo juzgara, sino que tuviera empatía con su potencial como músico. Si hubiera intercalado las dos narraciones, que transcurren paralelamente, el público se compadecería de la madre de la víctima y no del joven condenado. Me convencí además de usar metáforas simples, basadas tanto en imágenes como en la tragedia clásica. Jan se limita a expresar sus sentimientos a través de la música, ejecuta en el órgano himnos y canciones como “Bridge over Troubled Waters”, de Simon and Garfunkel. Fue una de mis reglas. Así como la de valerme de pocos diálogos. Basar la película en esta estructura fue difícil, tuve que luchar con el productor y con el guionista Harold Rosenlow Eeg. Al final nos sentimos todos orgullosos del resultado.
–La iglesia sabe que Jan estuvo preso. ¿Cómo actúa?
–Creo que la Iglesia es una de las mejores instituciones en el tratamiento de los temas de la redención y del perdón. Más que del perdón, la película trata simplemente de la cuestión de la redención. Quise encontrar un ambiente en el que Jan Thomas se pudiera enfrentar con un cierto nivel de profundidad en la reflexión de este tema, y al mismo tiempo no transmitir la sensación de una reeducación social falsa. Jan mismo se enriquece al abrirse a una historia amorosa que lo ayuda a atravesar sus fantasmas.
–El agua desempeña una parte importante en el desarrollo del relato.
–El agua representa el nacimiento, el renacimiento y el tiempo como un elemento que transcurre. Como dice la Biblia, “El agua da la vida y el agua quita la vida”. El río además expresa posibilidades, así como también un cierto nivel de peligrosidad. Busco en mis películas diferentes metáforas para aplicarlas a temas contemporáneos. El agua es una de las metáforas visuales más fuertes, y probablemente no será esta la última vez que use este poderoso elemento.
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