CINE › LILIANA MAZURE Y LA RESOLUCION 2114/2011
El arancel a films extranjeros desató una serie de discusiones y pedidos de corrección en lo que hace a los independientes. La presidenta del Incaa admite que buscan “generar un sacudón”.
› Por Oscar Ranzani
Tal como informó este diario el miércoles, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales que preside Liliana Mazure estableció un régimen de aranceles a la exhibición de películas extranjeras. Hubo varios motivos, pero el desencadenante de la medida que es analizada y discutida por toda la industria fue la sobrepoblación de tanques de Hollywood que les quitaron espacio, casi hasta asfixiarlas, a películas argentinas e incluso a extranjeras independientes. Mazure no toleró lo sucedido con los estrenos casi simultáneos de Piratas del Caribe y Kung Fu Panda 2 “que se quedaron con el 70 por ciento de las pantallas”, según comenta a Página/12. “Ese fue el desencadenante y el tomar conciencia de que estábamos en una situación fuera de control por parte de los privados, en relación con una responsabilidad de cómo ejercen su trabajo”, agrega la funcionaria, quien se explaya sobre las correcciones que podrá tener la Resolución 2114/2011 y cómo entiende que deben posicionarse los involucrados.
–¿Cree que estrenar “tanques” en tantas salas roza una conducta monopólica?
–Fue una conducta excesiva, por lo menos, en relación con las posibilidades que tiene el público de ver determinadas películas y con las posibilidades de productores y realizadores nacionales, y también los europeos y latinoamericanos, de exhibir sus películas.
–¿La medida apunta a fomentar la diversidad cultural o a consolidar la presencia del cine argentino en las salas?
–Fundamentalmente apunta a la diversidad, porque el cine nacional es muy diverso. Y a que esta diversidad pueda ser explicitada; diversidad que se da desde la producción y realización y en las necesidades del público.
–¿Qué criterios se tuvieron en cuenta para la escala de aranceles?
–Fue un criterio de sentido común. Por eso pusimos el equivalente a entradas, porque son esas entradas que no puede comprar quien quiere ver otra cosa y que no puede vender una película que no tiene pantalla. Los criterios tampoco impiden que una película se pueda pasar. No es una medida prohibitiva, porque una película que vende un millón de entradas, realmente pagar el equivalente a 12 mil entradas (que ni siquiera es el valor total, sino un valor medio que hoy estimamos en 20 pesos) no es una cosa tan grave.
–Si muchos de los tanques extranjeros convocan a uno o más millones de espectadores, ¿no es una cifra un tanto exigua?
–Lo pensamos, pero es una resolución que reglamenta esto y vamos a ir viendo cómo avanzamos. Nosotros nos debemos, o más bien el sector nos debe un análisis del escenario de cada uno de ellos. Y tienen la responsabilidad de dar respuestas a ese análisis. Me estoy refiriendo a los productores, los distribuidores y los exhibidores. Esta medida vino un poco a sacudir a todo el sector y yo supongo que es perfectible. Ya le encontramos algunas cosas que tenemos que mejorar y por eso estamos pensando en hacer una reunión donde cada uno pueda exponer este análisis de escenario y propuestas de cómo seguir y ver cómo reglamentamos lo que en realidad es la actividad de un sector privado. Hay una cantidad de temas que deben dirimirse entre privados. Y estos privados están intentando que el Estado los dirima todos. Y esto no es así: el Estado reglamenta en función de beneficiar a las películas nacionales a las cuales subsidia.
–¿Qué aspiraciones tiene respecto de la factibilidad de que se produzca un mayor equilibrio de exhibición?
–Es un tema a trabajar. Sólo la resolución no resuelve. Hay que trabajarlo y nosotros estamos dispuestos, pero también queremos que los privados empiecen a accionar cada uno en función de sus intereses, que es lo correcto, pero que diriman también este tema entre productores, distribuidores y exhibidores. Y nosotros saldremos después a reglamentar en conclusión a lo que suceda en los próximos meses. No en mucho tiempo. Actuaremos de acuerdo con lo que vaya sucediendo en la dinámica de estos tres sectores que tienen que salir a trabajar en conjunto.
–¿Qué reacción espera de las grandes distribuidoras y de la Cámara de Exhibidores Multipantalla?
–No lo sé. Ellos están muy tranquilos hasta el momento. Tampoco son sectores que estén muy unificados. En este sentido, éste es el problema que tienen el Incaa y el Estado nacional. Hay muchas diferencias entre los distribuidores y los exhibidores. Por eso digo que los privados deben resolver una cantidad de temas entre ellos. El Estado los acompaña y ayuda a todos los sectores, pero hay temas que tienen que dirimirse entre ellos.
–Pero no es lo mismo un exhibidor multipantalla que una sala independiente.
–Claro. El exhibidor multipantalla tiene que ponerse a tono con esta realidad: el Estado ayuda a la pequeña sala independiente. Ahora estamos con el tema de digitalización de salas. Ayudamos a las salas independientes, y es lo que los señores de las salas comerciales deben tener en claro, que esto es lo que está sucediendo, y no deben salir a competir o a matar a la pequeña sala, a tener problemas unos con otros ni poner al Estado y a nosotros como quienes tenemos que resolver esta problemática. Nosotros necesitábamos pegar un sacudón para que ellos entiendan lo que sucede y salgan a poner sus propuestas sobre la mesa.
–¿Se va a tener en cuenta a las producciones extranjeras independientes que estrenan con pocas copias y que la resolución hoy no diferencia?
–Sí, sí, lo estamos verificando.
–¿Para cuándo puede llegar a haber una novedad?
–Yo creo que esta semana vamos a tener una novedad, porque queremos que esas películas que en el país se distribuyen con pocas copias sean viables. Y que incluso puedan distribuirse con más copias, porque hay mucho público que quiere verlas y no las encuentra en ningún lado.
–El hecho de que queden salas disponibles para más películas argentinas no garantiza que automáticamente vaya más público a verlas. ¿Tienen pensado realizar una política de estímulo?
–La política de estímulo más fuerte que vamos a hacer es la de la digitalización de salas (ver recuadro). Cuando estén las salas digitalizadas, a través de un acuerdo con Arsat que permitirá que también estén conectadas, va a producir que la programación de las salas sea otra. Se vienen grandes cambios. Por eso sacamos resoluciones que salen a sacudir el sector, a poner la cabezas en movimiento, porque en un año estamos ante otra realidad de la exhibición. Y porque hay una figura, la del distribuidor, que es el afectado por esta resolución. Acá no es el exhibidor, es el distribuidor el que dice con cuántas copias va a salir. Y esta figura del distribuidor también tiene que reubicarse en lo que viene. El Incaa, que hasta hoy tiene una gerencia de fiscalización que se dedica a controlar las salas, la cantidad de películas que se exhiben y la taquilla de esas salas, en poco tiempo va a tener que controlar qué es lo que se exhibe por Internet y por TV. Estamos ante un gran movimiento.
–¿Se piensa establecer algún tipo de modificación en la cuota de pantalla y en la media de continuidad para que esos futuros espacios para las películas argentinas puedan mantenerse?
–La cuota de pantalla que tenemos hoy no está mal. Evidentemente, tuvimos problemas y está claro en los últimos dos meses. Con lo cual va a haber multas y sanciones, porque esta vez sí muchas salas no cumplieron con la cuota de pantalla. Pero hasta ahora venía funcionando y no es una resolución que esté mal la que indica las dos semanas de permanencia y una película nacional en cada pantalla cada tres meses.
–¿Por qué la resolución estableció una división entre área metropolitana y el interior?
–Si arancelamos de la misma manera, las distribuidoras van a priorizar las salas de Capital y metropolitana y no van a mandar películas al interior. Si tienen que pagar menos mandando al interior, harán un mix que no perjudiquen, porque hay algunas salas del interior que necesitan tener un tanque cada tanto porque si no, no tienen la mejor de las taquillas. Nosotros no queremos arruinarle el negocio a nadie. Queremos que todos trabajen mucho más y que cada uno sea feliz con su trabajo.
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