Vie 16.09.2011
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CINE › EN LA 59ª EDICIóN DEL ENCUENTRO, QUE ARRANCA HOY, HABRá MENOS PELíCULAS ARGENTINAS, PERO DE MUCHO PESO

Tiempo de cambios en el Donostia Zinemaldia

Sólo Los Marziano, de Ana Katz, es parte de la competencia oficial, pero en Horizontes Latinos están Abrir puertas y ventanas, de Milagros Mumenthaler, y Las acacias, de Pablo Giorgelli, que vienen con muchos premios en su haber.

› Por Horacio Bernades

Desde San Sebastián

Revisar a vuelo de pájaro la programación de la 59ª edición del Festival de San Sebastián lleva a pensar que la nueva gestión directiva, encabezada por José Luis Rebordinos, ha sabido apuntar los cambios en la dirección en que había que producirlos. Desde hacía varios años, el festival cinematográfico de mayor dimensión y trascendencia de los que se realizan en territorio español se mostraba atenazado entre dos fuerzas encontradas. Por un lado, la dirección del festival daba señales de advertir la necesidad de darle un viraje a la programación, que permitiera salir de esa suerte de mainstream académico internacional que marcó la media de San Sebastián durante demasiado tiempo. Pero ese viraje no era bien visto por el establishment cinematográfico español (que todos los años intenta imponer en lugar destacado a sus representantes naturales), como tampoco por cierto gusto medio del público, no precisamente afín a las tendencias más renovadoras. Ni qué hablar de buena parte de la crítica oficial española, que parecería andar a paso de cangrejo.

Desde hace varias ediciones, la administración encabezada por el donostiarra Mikel Olaciregui venía cuerpeando esa encerrona con juego de cintura, haciendo algunas concesiones a los intereses de la industria, al tiempo que aireaba distintas zonas de la programación con muestras de un cine no anquilosado. Tal vez ese hula-hula haya agotado la cintura de Olaciregui, que, como la de un buen español, no es precisamente de avispa. O quizá fue la década entera que pasó al frente del Donostia Zinemaldia (nombre del festival en euskera) lo que terminó por desgastar al muy querido director saliente. El hecho es que, ya antes de la edición anterior del festival guipuzcoano, Olaciregui había anunciado su dimisión, con la mayor prolijidad y antelación, así como el nombre de su sucesor. Nacido en esta ciudad hace 48 años, José Luis Rebordinos cuenta con una larga experiencia en gestión cinematográfica y cultural, notoriamente como director de la Semana de Cine Fantástico y de Terror que todos los años se celebra aquí, además de ser, desde hace quince años, miembro de los comités de selección y dirección del Donostia Zinemaldia.

¿Puro continuismo, entonces? No parece. Rebordinos representó siempre, dentro de la estructura del festival, a los sectores con mayor voluntad de cambio, a los conscientes de la necesidad de dejar de lado el provincialismo para conectar de lleno con el ancho mundo del cine contemporáneo. Esa conexión es, justamente, lo que la programación de esta 59ª edición del San Sebastian Film Festival parece estar confirmando, de una punta a otra de la programación. En cuanto a lo que podría denominarse “asignación de casilleros”, la competencia oficial internacional del festival no difiere demasiado de las de los últimos años. Predomina el cine europeo, hay escaso aporte estadounidense, el cine asiático sigue avanzando y se constata la presencia regular de ciertos “amigos de la casa”. El británico Terence Davies, por ejemplo, a quien el año pasado San Sebastián le dedicó una retrospectiva completa y este año estrena internacionalmente su nuevo film de ficción, The Deep Blue Sea, con Rachel Weisz en el protagónico. Otros “abonados” de Donostia son el japonés Hirokazu Kore-eda y el coreano Kim Ki-duk, ambos presentándose por tercera vez aquí en competencia, el primero con su flamante Kiseki, el segundo con Amén.

Si se tienen en cuenta que la difusión y el apoyo al cine iberoamericano se cuentan entre los compromisos de hierro del evento, no extrañan, en competencia oficial, la presencia de un film portugués (Sangue do meu sangue, de José Canijo, realizador con amplia presencia en festivales de primera línea), y dos latinoamericanos: el nuevo Ripstein (Las razones del corazón) y la única argentina en competencia oficial, Los Marziano, de Ana Katz. Además, claro, de la inevitable presencia española, este año más acusada que de costumbre: nada menos que cinco películas, sobre un total de veinte. Dos de ellas fuera de competencia (una es la co-producción en inglés Intruders, que inaugura oficialmente el festival hoy a la noche). Las otras tres vuelven a expresar un delicado equilibrio entre el mainstream hispano (La voz dormida, de Benito Zambrano), el cine de género (el policial No habrá paz para los malvados, del vasco Enrique Urbizu) y las vertientes más alternativas (Los pasos dobles, nueva incursión del catalán Isaki Lacuesta en el docuficción).

Entre los Especiales Zabaltegui hay dos rockumentaries no precisamente del montón. Uno es nada menos que el ¡tercero! que en poco tiempo Jonathan Demme dedica a su amigo Neil Young. Se trata esta vez de Neil Young Journeys, que registra los dos conciertos con los que el hombre del corazón de oro cerró su gira 2010, presentando, en su Canadá natal, el álbum Le Noise. El otro rockumentary que presentarán los Especiales Zabaltegui promete hacer más ruido, ya que se trata del estreno mundial de George Harrison: Living in the Material World, donde Martin Scorsese repasa la vida del beatle silencioso, desde su nacimiento hasta su muerte, y a lo largo de tres horas veinte.

La participación del cine argentino se ha visto bastante reducida esta vez. Una sola película en competencia oficial, ninguna en Zabaltegui (hacía años que no ocurría algo así) y sólo dos en Horizontes Latinos, la sección íntegramente dedicada al cine de la región, donde el promedio solía ser del doble. Eso sí: por más que la presencia en esa sección competitiva sea escasa, promete ser fuerte, ya que las dos seleccionadas vienen con buena cantidad de premios a sus espaldas. Opera prima de Milagros Mumenthaler, Abrir puertas y ventanas ganó nada menos que tres (además de dos menciones) en la última edición de Locarno. Entre ellos, el de Mejor Película. Y Las acacias, de Pablo Giorgelli, no se queda atrás: ganó la Cámara de Oro en Cannes y no hubo quien no la elogiara. Una de las concursantes de Cine en Construcción –donde se presentan películas no terminadas, en vistas a conseguir apoyos para hacerlo– es Infancia clandestina, ópera prima en la ficción del hasta ahora documentalista Benjamín Avila, realizador de Nietos. Teniendo en cuenta que dos de los protagonistas de Infancia clandestina son Natalia Oreiro (que ya estuvo aquí el año pasado, acompañando la presentación de Francia) y el casi local Ernesto Alterio, son de suponer sendos refuerzos para el plantel de famosos que integrará la delegación argentina.

Otra película argentina a presentarse aquí es el documental El camino del vino, que participará de una nueva sección del festival. La sección se llama Culinary Zinema: Cine y gastronomía, y puede llegar a ser de las más concurridas. Es que cada proyección de Culinary Zinema incluye, si el concurrente así lo desea, un cubierto para varios de los restoranes triple A de una ciudad que, como es sabido, es una de las capitales mundiales de la cocina gourmet. Que la presencia argentina sea atípicamente escasa este año no debería nublar el hecho de que Horizontes Latinos pinta fuerte en esta edición, con no pocas películas que llegan con las mejores referencias (la mexicana Miss Bala y la chilena Bonsái, entre otras).

En cuanto a las retrospectivas –otra de las tradiciones doradas del Zinemaldia–, una está dedicada este año a Jacques Demy –el hombre que parafraseó el musical post-Hollywood–, de quien, como es costumbre, se presentarán desde sus primerísimos cortos hasta sus films más rutilantes, incluyendo los más oscuros u olvidados. La otra “retro”, llamada American Way of Death, está dedicada a lo que se conoce como neo-noir: el cine negro producido en Hollywood durante el último par de décadas. El mismísimo Walter Hill (director de Driver, Calles de fuego y la serie Deadwood) viene a presentar el ciclo, sumándose a un listado de famosos que incluirá a Glenn Close (Premio Donostia de este año), Agnès Varda, Antonio Banderas, Clive Owen, Sarah Polley, la viuda de George Harrison y, faltaba más, don Guillermo Francella.

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