Mar 08.11.2011
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CINE › LA HISTORIA DEL TEATRO DE FITZCARRALDO, DONDE SE REALIZA EL AMAZONAS FILM FESTIVAL

Opera en la París de los Trópicos

En pleno auge del caucho, en Manaos se construyó el Teatro Amazonas, que luego Werner Herzog utilizó para su famoso film. Pero no todos los mitos que rodean al lugar (ni a la película) son ciertos, aunque sí se trata del sitio más emblemático de la ciudad.

› Por Oscar Ranzani

Desde Manaos

Basado en la historia real del Barón del Caucho Fermín Fitzacarrald, uno de los films más trascendentes de la historia del cine, Fitzcarraldo fue dirigido por el notable director alemán Werner Herzog y estrenado en 1982. La película, escrita por el propio Herzog, comienza con el sueño alocado de un personaje excéntrico, el irlandés Brian Sweeney “Fitzcarraldo” Fitzgerald (Klaus Kinski) quien, en plena “fiebre del caucho”, movilizado por su pasión por la ópera y por la admiración del tenor Enrico Caruso, planea construir un teatro de ópera en la ciudad peruana de Iquitos, ubicada en plena selva amazónica, con la colaboración –o mejor dicho, con la explotación– de los indígenas. Como se trata de un emprendimiento costoso, la manera que encuentra de financiar su disparatado proyecto es meterse en el negocio del caucho, el más redituable por aquel entonces en la región. Las imágenes de Fitzcarraldo muestran estas escenas y siempre se han dicho dos cosas: que Caruso cantó efectivamente en el Teatro Amazonas de Manaos y que la película se filmó allí. ¿Fue así? Mmmhhhmmm...

Como los mitos no siempre se sostienen sobre verdades absolutas, el historiador del Teatro Amazonas, Tiago Barreto, cuenta a Página/12 que, en realidad, la mayor parte del film fue rodada en el Teatro Da Paz, en Belém de Pará, un estado cercano a Manaos que, en la época en que Herzog realizó su clásico largometraje, resultaba de mayor acceso que Manaos. En realidad, Herzog filmó los exteriores en el Teatro Amazonas y los interiores los simuló en la otra institución. Pero la leyenda fue creciendo y siempre se creyó que todo había sido filmado aquí. Decir que Herzog rodó Fitzcarraldo en el Teatro Amazonas es, en realidad, una media verdad. La otra leyenda que creció en los pasillos del Teatro Amazonas es que Enrico Caruso lo había inaugurado. Sin embargo, no hay registro oficial de que el gran tenor haya estado en este teatro. En cambio, sí estuvo en el Da Paz y una placa así lo certifica.

Más allá de los mitos, el Teatro Amazonas es el espacio artístico más emblemático de Manaos. Tardó quince años en construirse, en plena disputa entre el Imperio y la República. Siete años antes de que se fundara ya existía la República. Fue inaugurado en 1896, durante el período conocido como Belle Epoque. Eran tiempos de bonanza económica por el negocio del caucho y muchos extranjeros llegaban a este territorio en busca de encontrar rédito a sus emprendimientos. Se habían propuesto embellecer la ciudad. Ya por entonces a Manaos la llamaban “La París de los Trópicos”. La mayoría de los habitantes eran ricos y el noventa por ciento de los Barones del Caucho eran extranjeros. Y el diez por ciento eran barones del sur de Brasil. Entonces, toda la población trabajaba para ellos. Participaron pocos indígenas en la construcción del teatro: más que nada fue construido por habitantes del nordeste del Brasil y en la última etapa trabajaron obreros africanos. Cuando se inauguró el Teatro Amazonas, durante la República, el gobernador Eduardo Ribeiro incentivó muchos las construcciones porque tenía importantes conexiones con Europa como para poder concretarlas. Como pensaba que el Amazonas debía tener un rasgo brasileño, fue a una feria de cúpulas en Europa y trajo treinta mil piezas de cerámica para armar su cúpula, que tiene los colores de Brasil.

El camino de entrada al teatro estaba hecho de caucho hasta su restauración en 1974, como para que los carruajes, cuando llegaran, no interfirieran con el ruido de su andar en la escucha de las obras del interior del teatro. La sala, imponente por sus estilos arquitectónicos, tiene ochenta y ocho luminarias (veintidós por piso), setecientas butacas, y en ella se combinan diversos estilos como el barroco y el rococó, mientras que en los exteriores predomina el estilo neoclásico. Toda la decoración fue hecha por un artista de Pernambuco llamado Crispim do Amaral. Este decorador vivió en París y cuando se encargó de trabajar en la decoración del Teatro Amazonas, quiso homenajear a esa ciudad. Por eso, la pintura del techo representa la base de la Torre Eiffel. Y alrededor hay pinturas que homenajean a cuatro artes: a la danza, a la música, a la tragedia y a la ópera. Arriba de cada una de las veintidós columnas de hierro de Glasgow (para facilitar la acústica) del Teatro Amazonas aparecen los nombres de grandes artistas europeos como Lope de Vega, Mozart, Schubert y Goethe, entre otros. El palco del gobernador es el mejor lugar para ver cualquier obra. Y los palcos que están más cercanos al escenario son los peores sitios. Pero en la época en que se inauguró, los Barones del Caucho los elegían para mostrarse ante el público, como una manera de hacer ostentación, aunque ello implicara perder una buena visión de la ópera.

El Teatro Amazonas fue restaurado en diversas ocasiones. Pero la más polémica fue, sin dudas, la que se realizó en 1974, durante la dictadura militar. La fachada fue pintada de gris (ahora recuperó el rosa y blanco, sus colores originales) y quitaron maderas de jacarandá de la base. Y lo que más controversia trajo: debido al calor que suele hacer en Manaos, decidieron incorporar un sistema de aire acondicionado, algo impensado para un teatro donde se presentan óperas. Es por eso que debajo de cada butaca hay una circunferencia de unos veinte centímetros de diámetro por donde se expulsa el aire refrigerante. De hecho, Luciano Pavarotti lo consideraba uno de los mejores teatros de ópera, excepción hecha de la idea de instalar aire acondicionado en la sala.

Estadísticamente, cuando la entrada no es gratuita, el setenta por ciento de los asistentes son extranjeros y el resto es de la población local. Pero el gobierno actual está impulsado fuertemente la cultura a través de la creación de espectáculos gratuitos para incentivar a la gente. Es que en Manaos no hay cultura de teatro y por eso para convocar al público hay que hacerlo con entradas sin costo. Hay espectáculos de jazz, música popular brasileña y ópera. Y desde hace ocho años es la sede del Amazonas Film Festival, el evento cinematográfico de mayor relevancia en la ciudad, cuya octava edición se está desarrollando hasta mañana.

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