CINE › ENTREVISTA A JOE DANTE, UNA LEYENDA DEL CINE QUE ESCAPA A LOS CANONES DE HOLLYWOOD
El director de Gremlins y Pequeños guerreros encontró en la ciudad costera una buena legión de fanáticos que celebra sus proyecciones. Aquí habla del cine que más disfruta y de por qué “con Hollywood ya no somos novios, digamos que no salimos más”.
› Por Diego Brodersen
Desde Mar del Plata
Si bien alguien en la organización del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se lo había anticipado telefónicamente, Joe Dante no esperaba una respuesta tan calurosa del público local. La función nocturna de la secuela a su mayor éxito, Gremlins 2: la nueva generación, con la enorme sala del Auditorium prácticamente colmada, lo recibió con aplausos y un coro de fanáticos que no paraba de canturrear su nombre luego de la presentación. Durante la proyección del film, un grupo importante de espectadores simulaba una interacción con los personajes y bichos en la pantalla, aplaudiendo los gags y acompañando la evolución de Gizmo, el gremlin titular, de tímido bichito peludo a émulo de Rambo en miniatura.
Parte de una generación de cineastas que creció a la sombra de la exhibición televisiva de clásicos –y no tanto– del cine de Hollywood de los años ’40, ’50 y ’60, Dante no se considera, sin embargo, como miembro de ninguna escuela o corriente cinematográfica: “Por supuesto, está la gente junto a la cual inicié mi carrera, directores como Jonathan Demme o John Landis. Pero ninguno de nosotros se considera parte de una generación o grupo. De hecho, hacemos películas bastante distintas entre sí”. Luego de un par de largometrajes que incluyen la versión original de Piraña (1978), Dante lograría un gran éxito comercial con un film de presupuesto moderado, el clásico del terror ochentoso Aullidos (1981). Gracias a esa historia de lobizones remozados se le abrirían las puertas de la Lista A, de las producciones de gran presupuesto que comenzarían con Gremlins (1984), dando asimismo inicio a una relación siempre tirante con los ejecutivos de la soleada California. Es que en las películas de Joe Dante anida siempre un espíritu anárquico, un Pato Lucas intentando acaparar la pantalla, quitándole el lugar al más cool Bugs Bunny, como en la citada Gremlins 2 –-un festín de locura y diversión descerebrada que sólo superficialmente se parece al clásico producto industrial de Hollywood– o la más reciente Pequeños guerreros (1998). El Festival de Mar del Plata homenajea ese hálito libertario con la exhibición de varias de sus creaciones, incluidas su más reciente incursión en el horror, The Hole (2009), y un lisérgico experimento con found footage realizado a la sombra de los años ’60, de título ciertamente sugerente: The Movie Orgy (1968).
–En sus películas puede adivinarse una cinefilia abarcadora, que incluye las películas de ciencia ficción y horror de los años ’50 y los dibujos animados clásicos de la Warner, entre muchas otras referencias.
–Es que ésa fue nuestra infancia, ésas eran las películas con las que crecimos, que se exhibían constantemente en la TV a toda hora. Eramos realmente unos conocedores de esas películas viejas, de actores que habían muerto antes de que nosotros naciéramos. Y eso se convirtió en una suerte de piedra fundacional para muchos de nosotros. Películas como El monstruo de la laguna negra (Jack Arnold, 1956), que no eran respetadas en aquel entonces, que nadie tomaba seriamente. Nosotros, chicos que ya habían crecido, tuvimos la oportunidad de volver a contar esas mismas historias, pero con un nivel de producción mainstream. Una consecuencia negativa de ello fue que se comenzaron a hacer menos películas para adultos, porque el cine norteamericano comenzó a ser dirigido fundamentalmente a un público más joven. Lo cual es una pena, porque a comienzos de los ’70 se producía un cine realmente interesante, cosas que no se habían hecho antes. De alguna forma todo se redujo a las siguientes preguntas: ¿Cuánto dinero recaudó Mi vida es mi vida (Bob Rafelson, 1970) y cuánto recaudó Tiburón (1975, Steven Spielberg)? ¿Qué tipo de películas quieren hacer entonces los productores?
–La situación no ha cambiado, más bien todo lo contrario. Pero Gremlins 2 es una película que hoy sería imposible de producir en Hollywood.
–Por supuesto que no. Y fue casi un milagro que la produjeran en aquel entonces. El presupuesto de Gremlins 2 fue de 32 millones de dólares, mucho dinero para ese momento. Si no hubieran estado desesperados por producir una secuela a toda costa no hubiéramos podido salirnos con la nuestra. En definitiva, creían que el nombre Gremlins bastaba para que fuera un éxito, aunque pensaran que la película era horrible. En ese sentido, se trata de mi película más personal. A los productores de Hollywood no les gusta romper la cuarta pared, lo cual es muy interesante porque en los años ’40 se hacía todo el tiempo: ocurría en los dibujos animados, Bob Hope y Ben Crosby le hablaban a la audiencia diciéndole que estaban en una película, en los estudios Paramount, y hacían chistes sobre sus vidas personales. Y era considerado gracioso. Creo que la situación actual tiene que ver con el hecho de que los ejecutivos de cine ya no son cinéfilos, se sienten incómodos con cualquier alteración de las estructuras porque piensan que la audiencia les va a dar la espalda. En la secuela de Gremlins pudimos hacer cosas inimaginables unos años antes, porque la tecnología había evolucionado mucho. Por supuesto, hoy en día esa misma tecnología es obsoleta, todo se hace con computadoras. Eso también tiene su costado negativo, porque hay poca interacción personal, todo se hace delante de una “pantalla verde” y los actores miran sin saber muy bien hacia dónde, se los ve incómodos porque no hay nada con qué relacionarse. Puede verse en las últimas películas de la saga Star Wars. Hacer ese tipo de cine no me interesa. Y sin embargo, es el futuro del cine.
–¿Cuál es su relación con Hollywood en estos días?
–Digamos que ya no somos novios, no estamos “saliendo” más... (risas).
–En ese contexto, ¿fue fácil producir su último largometraje, The Hole?
–Se trata de una película realmente independiente, hacerla fue una experiencia muy buena. Luego no tanto, porque todavía no encontró distribuidor en EE.UU. Tampoco en Canadá, donde la filmamos, y la gente con la cual trabajamos todavía no tuvo oportunidad de verla. Esa es siempre la parte más difícil de hacer una película, lo que sigue al proceso de montaje, que es sin dudas la parte más divertida.
–¿Cómo surge la idea de The Movie Orgy, una suerte de happening fílmico que ahora cobró nueva vida?
–A mediados de los ’60 se publicó un artículo de Susan Sontag llamado “Notas sobre lo camp”, que describía cómo la gente encontraba graciosas ciertas cosas que habían sido planteadas originalmente como serias. Por esa misma época se volvió a exhibir el serial animado Batman, de 1943; los quince capítulos en una única función que solía presentarse en los campus de algunas universidades. Era increíblemente racista, por supuesto con un espíritu antijaponés muy fuerte. Muchos chicos comenzaron a comprender un poco mejor a sus padres al ver cómo habían sido criados. Volviendo a The Movie Orgy, junto con mi amigo John Davidson comenzamos a juntar fragmentos de películas que habíamos coleccionado y a proyectar, por ejemplo, un rollo de una película, luego otro rollo de otra película... todo mezclado y sin demasiado sentido narrativo. Las primeras funciones las hicimos en la universidad donde John asistía y fue un éxito, por lo que comenzamos a ir a otros lugares. Una compañía cervecera se interesó por el fenómeno y nos ofreció cien dólares por proyección a cambio de vender cerveza durante las funciones. Al final terminamos con una copia integrada por 2000 fragmentos de diferentes películas. Todo eso había quedado en el recuerdo hasta que hace algunos años encontré la copia en mi colección privada y pensé que sería interesante volver a verla. En 2000 la mostramos en el Festival de Locarno, hicimos algunas proyecciones en el New Beverly, la sala de cine de Quentin Tarantino, donde agotó funciones, e incluso la presentamos hace poco tiempo en el Museum of Modern Art. ¡La idea misma de mostrarla en el MOMA es tan surrealista!
* The Hole se exhibe el viernes 11 a las 15 y el sábado 12 a la 1, en Cines Ambassador 1.
* The Movie Orgy se exhibe el sábado 12 a las 14.30, en Cines Ambassador 4, y el domingo 13 a las 14, en Cines del Paseo 1.
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