CINE › TERMINó AYER EL 33º FESTIVAL INTERNACIONAL DEL NUEVO CINE LATINOAMERICANO
Abrir puertas y ventanas, primer film de Milagros Mumenthaler, fue distinguido con el Segundo Coral a las Operas Primas. Teniendo en cuenta la calidad y cantidad de películas presentadas, este año el cine argentino no tuvo tanto reconocimiento como en ediciones anteriores.
› Por Oscar Ranzani
Desde La Habana
El cine argentino no se fue con las manos vacías de Cuba: Abrir puertas y ventanas, primer film de Milagros Mumenthaler, fue distinguido con el Segundo Coral en la Competencia de Operas Primas del 33º Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, que concluyó ayer y que convocó a casi 300 mil espectadores, luego de diez jornadas de exhibición. Se trata de un nuevo reconocimiento a la película de una directora que, seguramente, será en un futuro cercano uno de los nombres esenciales del cine joven argentino. Mumenthaler también tiene en su vitrina el Astor de Oro al Mejor Largometraje y el Astor de Plata a la Mejor Dirección en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Previamente, Abrir puertas y ventanas había sido premiada con el Leopardo de Oro a la Mejor Película en el prestigioso Festival de Locarno. En ese mismo certamen, una de las protagonistas, María Canale –en su debut cinematográfico–, fue galardonada con el premio a la Mejor Actriz. Y si se tiene en cuenta que en La Habana competía con otros pesos pesado argentinos de los festivales, como El estudiante, de Santiago Mitre, y Las acacias, de Pablo Giorgelli, el mérito es doble.
Un cuento chino, de Sebastián Borensztein, que fue, a su vez, la película de apertura del festival, obtuvo una mención del jurado del concurso de Largos de Ficción. Según el jurado integrado por Eduardo Calcagno (Argentina), Senel Paz (Cuba), Ramón Almodóvar Ronda (Puerto Rico), Orlando Lübbert (Chile) y Patricia Pillar (Brasil), el film del hijo de Tato Bores fue premiado “por su capacidad de enfrentar en el plano ético a dos mundos lejanos que la historia termina acercando” (en referencia al ferretero huraño que interpreta Ricardo Darín cuando se encuentra con un chino que no sabe hablar español y que vino a la Argentina en busca de sus familiares, luego de una tragedia). Si se tiene en cuenta la cantidad y calidad de largometrajes nacionales que competían en la muestra latinoamericana, puede asegurarse que este año el cine argentino no tuvo tanto reconocimiento como en ediciones anteriores.
Los países que más lauros recibieron fueron México y, sobre todo, Brasil.
El Primer Coral de Ficción (el premio más importante del festival de La Habana) fue para El infierno, del mexicano Luis Estrada, que relata la historia de un hombre que fue deportado de Estados Unidos y que cuando regresa a su pueblo se encuentra con una realidad terrible, donde la violencia y la corrupción han crecido como hongos. Como no tiene opciones y su deseo es ayudar a su familia, decide involucrarse en el narcotráfico y su vida prospera. Pero no todo lo que reluce es oro, dice el refrán. El jurado eligió a El infierno “por la eficacia para impactar al público con uno de los temas más relevantes en la América latina de nuestros días”. El infierno también se llevó los Corales a Dirección Artística, Vestuario y Música Original
El segundo Coral en Largos de Ficción fue para El abismo plateado, del brasileño Karim Ainouz, quien construyó la historia de una mujer que se embarca en una aventura por las calles de Río de Janeiro. El jurado argumentó su decisión “por acercarnos de manera sensible e inteligente al desgarramiento emocional de un personaje femenino”. Y el tercer Coral de Ficción fue para la cubana Fábula, de Lester Hamlet, que presenta una historia de amor entre un universitario y una prostituta, que comienza de manera ingenua y, con el correr del tiempo, se va degradando. El jurado premió a Fábula “por la complejidad en la que sumerge las relaciones afectivas”.
El brasileño José Padilha, director de Tropa de Elite 2, fue premiado con el Coral a la Mejor Dirección. El film también cosechó el Premio Especial del Jurado “por convertir la perversa complejidad de la corrupción del poder en una película que estremece a toda la sociedad latinoamericana”. También fue galardonado con el Coral a la Edición. Otros premios importantes también fueron para Brasil: Rodrigo Santoro fue considerado el mejor actor por su interpretación en Heleno: allí compone al mítico y controvertido futbolista de los años cuarenta, conocido como Gilda. Y el Coral de Actuación Femenina fue para Alessandra Negrini por su trabajo en El abismo plateado.
Además del segundo Coral en el concurso de Operas Primas para Abrir puertas y ventanas, el Primer Coral fue para Distancia, del guatemalteco Sergio Ramírez, mientras que el tercer Coral lo obtuvo la brasileña Trabajar cansa, de Marco Dutra y Juliana Rojas. En este rubro, el Premio Especial del Jurado (integrado por el argentino Santiago Loza, la cubana Rebeca Chávez y el colombiano Ciro Guerra) quedó en manos de los brasileños Clarissa Campolina y Helvécio Marins Jr. por su labor en Remolino. Y la mención especial tuvo acento argentino: El premio, de Paula Marcovitch. Esta argentina, residente en México desde hace veinte años, ya había ganado el Oso de Plata por su aporte artístico en el Festival de Berlín. Si bien el film no contó con capitales ni producción argentinos sino mexicanos (además de otros países), Markovitch elaboró una historia ambientada en San Clemente del Tuyú, durante la dictadura militar: una niña de siete años tiene que ocultar la identidad familiar en el colegio donde estudia, ya que su padre, del que no tienen novedades madre e hija, es perseguido por los represores.
En cuanto a la competencia de documentales, el jurado integrado por Francisco Adrianzen (Perú), Tancrede Ramonet (Francia) y Rigoberto López Pego (Cuba) premió con el Primer Coral a Agnus Dei, Cordero de Dios, de la mexicana Alejandra Sánchez Orozco, “por su excelencia narrativa que, con delicado equilibrio, pone a la luz graves violaciones a la integridad y dignidad personal tras la manipulación de la fe religiosa”. Las carpetas, de la puertorriqueña Maite Rivera Carbonell, conquistó el Segundo Coral de Documentales “por el eficaz tratamiento cinematográfico en una investigación que revela métodos y mecanismos de control de vigilancia represivos sobre el movimiento independentista puertorriqueño”, según consignó el jurado. Y el tercer Coral de la Competencia de Documentales dejó otro premio en Brasil: Los últimos cangaceiros, de Wolney Oliveira, “por la originalidad de su historia, creatividad y gracia en su acercamiento y narración cinematográficos”.
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