CINE › EL AMANTE CUMPLE VEINTE AñOS Y DEJA DE SALIR EN SU EDICIóN DE PAPEL
La publicación de cine más importante de la Argentina reformula su estrategia después de dos décadas: a partir del próximo número, sólo saldrá en edición digital paga. Lo que no variará será todo el resto, incluida la extensión de las notas.
› Por Horacio Bernades
Dos noticias de relevancia. La primera es que la revista El Amante, que allá por los comienzos de los ’90 cambió para siempre el modo de pensar el cine (y de escribir sobre él) en la Argentina, cumple 20 años. Dos décadas en las que fue fiel a sí misma, sin permitir que los más profundos sacudones –externos e internos– le impidieran renovar, mes a mes y a lo largo de 235 números, el contrato tácito que liga a un medio con sus lectores. Compromiso nada fácil de cumplir para un emprendimiento independiente, cuyo fuerte nunca fue la venta de publicidad. Pero todo tiene un final, dice la canción, y ésa es la segunda noticia: a partir del próximo mes de marzo, El Amante interrumpirá esa sana costumbre mensual de estar en el kiosco. Pero (¡agoreros, atrás!) no la de salir todos los meses: mudada de medio por razones de costos, de ahora en más El Amante se podrá seguir leyendo ya no en papel sino en la pantalla (de la computadora, el celular o lo que fuera).
Nada cambiará: la extensión e intención de los textos seguirá siendo igual, la diagramación, presentación y sumarios se mantendrán como hasta ahora y sus redactores serán los mismos. Lo que ya no va a ser posible, avisa el editorial del número que acaba de llegar a los kioscos, será “acariciarla y sentirle el olor”, típica relación física del lector del siglo XX con su material de lectura. Es que el siglo XX ya quedó atrás. De los 20 años de El Amante y de su futuro digital habló Página/12 con Gustavo Noriega, director de la revista y único sobreviviente desde el número uno, y Javier Porta Fouz, desde hace ocho años jefe de redacción de la que desde hace rato puede considerarse (por intensidad, por consecuencia, por el indeclinable ánimo de revisarlo todo) la más importante publicación de cine editada en la Argentina.
–¿Qué los llevó a tomar esta decisión?
Gustavo Noriega: –Los tiempos que corren. Para una revista como la nuestra, el costo por ejemplar resulta altísimo. Eso nos condena a la mera reproducción mecánica: todo lo que ingresa se destina a pagar papel, imprenta y distribución. Como tenemos muy poca publicidad, los redactores no cobran. En estos términos, la economía de la revista tenía un techo imposible de correr. Nada indica que eso vaya a cambiar. Pasar al formato digital nos permite hacerlo sin ceder nada en términos de contenido y presentación, ahorrando el costo del papel, imprenta y distribución y bajando el precio de venta.
–¿La edición digital va a ser paga?
G. N.: –Sí, muchos medios digitales lo son. Eso nos permitiría pagarles a los redactores, en tanto podamos hacer una diferencia que hasta ahora fue imposible de hacer.
–¿Cuánto va a costar?
G. N.: –Todavía no lo sabemos con certeza. Lo que sabemos es que va a ser menos que el precio de tapa actual, que es de 22 pesos.
Javier Porta Fouz: –Pasar al digital tiene otras ventajas. La llegada a los lectores, por ejemplo. La distribución por kioscos es muy complicada: los suscriptores de Mar del Plata se quejan porque la revista tarda semanas en llegar. Los de Tucumán, ni le cuento. Para no hablar de los potenciales suscriptores del exterior: nos cansamos de recibir mails de gente de España, Perú, Chile, diciendo cuánto les gustaría recibir El Amante a un precio razonable. Que no es el caso actualmente: el correo aéreo es una cosa muy cara. Ahora, los suscriptores de todas partes van a recibir la revista al mismo tiempo y por el mismo precio, todos los meses.
G. N.: –Otra cosa: los tiempos de edición digital, que son casi instantáneos, nos van a permitir mantener cada número permanentemente actualizado. En el curso del mes, el suscriptor va a recibir updates, tanto de estrenos a los que no llegamos a tiempo con el cierre, como de nuevas opiniones sobre los mismos estrenos. El Amante se caracteriza por tener un amplio plantel de redactores, y ninguno de ellos es de quedarse sin opinar. ¡Y tienden a opinar lo contrario que el redactor de al lado! De allí las frecuentes polémicas, que en muchos casos se extienden de un número a otro, y a veces por varios números. Ahora, todo eso va a ocurrir en el mismo número.
–¿Van a aprovechar el cambio de medio para introducir modificaciones de diagramación o de tecnología, como links a fotos o videos?
G. N.: –En principio, no es ésa la intención. Lo que queremos es mimetizar en la compu la edición en papel. Desde ya que va a haber linkeos y esas cosas, porque son propias del medio, pero no pensamos volvernos locos con la tecnología digital.
J. P. F.: –El Amante es una revista para leer y queremos que lo siga siendo. Para leer textos largos y elaborados, no pastillitas, tweets o esas cosas. Va a seguir siendo así.
–¿Cuál creen que fue el mayor aporte de El Amante en todo este tiempo?
G. N.: –Desde que sale la revista, la crítica de cine no volvió a ser igual en la Argentina.
–¿Cómo era antes, cómo es ahora?
G. N.: –Antes era una crítica bastante desinformada, gacetillera, burocratizada. Llegué a leer críticas, en alguno de los grandes medios, donde se notaba que el tipo que la escribía ni siquiera había visto la película. Eso hoy es inconcebible. Creo que la crítica de cine se profesionalizó, se volvió más interesante, subió la vara. Y creo que El Amante ayudó mucho para que así fuera.
J. P. F.: –Tampoco es que El Amante haya salido de un repollo. Antes de El Amante se hizo muy buena crítica de cine en la Argentina: Primera Plana en los ’60, el diario Convicción a fines de los ’70, Tiempo Argentino más tarde, Página/12 después... La diferencia es que antes de El Amante la crítica que valía la pena era una crítica estilo guerrilla, que combatía a la crítica oficial por un tiempo y después desaparecía. El Amante logró hacer eso con continuidad, durante veinte años.
–En términos de pensamiento cinematográfico y estilo periodístico, ¿qué aportes ven?
J.P. F.: –Creo que en ambos casos, El Amante se manejó siempre con una libertad y desparpajo absolutos. Se ha publicado prácticamente cualquier cosa en la revista. No hay nada impublicable, siempre que cumpla con condiciones de escritura y argumentación. Y no sólo en relación con el cine, porque otra característica de El Amante es no imponerse límites de “encuadre” tampoco. Las cosas que se han escrito en referencia al sexo en la revista son increíbles. Declaraciones de amor a actrices, de calentura hacia entrevistados, de calenturas en el cine, análisis sobre la sexualidad de Papá Pitufo... Creo que esa libertad de alguna forma se desparramó hacia fuera.
–¿Tenían algún modelo cuando empezaron?
G. N.: –El Amante fue siempre una revista muy personal. Al menos desde el momento que definió su estilo, allá por el número siete, más o menos. En términos de personalidad propia, una nota clave fue una de Quintín, que hasta que dejó la revista fue, como todo el mundo sabe, un nombre esencial. La nota se llamaba 10 razones para odiar a Peter Greenaway, y fue muy revulsiva por su iconoclastia: Greenaway era, en ese momento, un intocable para todo el ámbito de la cultura. De allí en más, esa iconoclastia con fundamentos pasó a ser, creo, parte de la esencia misma de El Amante.
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