Domingo, 8 de enero de 2012 | Hoy
CINE › LOS STONES QUISIERON PROTAGONIZAR LA NARANJA MECANICA
A cuarenta años del estreno del film de Stanley Kubrick basado en la novela de Anthony Burgess, no muchos recuerdan el interés de Mick Jagger en encarnar a Alex DeLarge.
Por Mateo Sancho Cardiel
Cuarenta años después del estreno de La naranja mecánica, pocos recuerdan que Stanley Kubrick pudo firmar una de las películas más impactantes gracias a que Los Rolling Stones se bajaron del proyecto por un problema de agenda y acabaron revendiendo los derechos de la novela para el cine. ¿Cómo hubiera sido La naranja... con Mick Jagger como Alex DeLarge y el resto de la banda –Bill Wyman, Charlie Watts, Keith Richards y Brian Jones– interpretando a los inquietantes “drugos” que bebían leche en el bar Milk More? El director previsto era John Schlesinger, autor de films como Cowboy de medianoche o Marathon Man, y el proyecto pretendía dar un empujón a la carrera cinematográfica de Jagger, que estaba a punto de estrenar dos películas destinadas al fracaso: Ned Kelly y Performance.
Aunque, físicamente, el cantante de los Stones podría haber funcionado como el psicótico y ultraviolento protagonista, casi se puede afirmar que la historia del cine agradeció que las agendas no cuadraran, porque parece improbable que el tándem Stones-Schlesinger pudiera superar el resultado del que hoy es un clásico del cine y entonces una bomba de tiempo. De hecho, el realizador declinó la oferta por tratarse de un film demasiado polémico en su reflexión sobre la violencia. “No es la clase de temas que particularmente me gusta abordar”, aseguró entonces.
La naranja..., el libro, era una de las cinco novelas que Anthony Burgess había escrito a las apuradas en 1961 para poder pagar la operación de su mujer, a la que le habían diagnosticado un tumor cerebral. Según el propio autor, se trató de un libro prácticamente por encargo. Se había inspirado en la violación que su esposa sufrió en 1944, mientras Burgess estaba sirviendo al ejército británico en Gibraltar. Y vendió los derechos para el cine con urgencia a un productor teatral del off Broadway llamado Si Litvinoff por la nimia cantidad de 500 dólares.
En mayo de 2008, una carta de Litvinoff a Schlesinger descubrió este curioso y poco conocido proyecto que, además, pensaba contar no con la música de Beethoven que utilizó sabiamente Kubrick, sino con una banda sonora de Los Beatles. “En cuanto leas el guión y la novela, estoy convencido de que verás el increíble potencial que todos vemos en este proyecto”, le escribía Litvinoff a Schelsinger. “Esta película debería romper los moldes con su lenguaje, su estilo cinematográfico y su música.” Hay que aclarar que el “Singin’ in the Rain” para las escenas de violencia fue idea del actor finalmente protagonista, Malcolm McDowell, por lo que nunca se llegó a pensar poner ese standard en la boca más famosa del rock.
Al propio autor de la novela se le llegó a encargar un guión, que pudo ser hojeado por el crítico Adrian Turner, quien fue demoledor en su opinión: “Tenía unas trescientas páginas y era ilegible. Burgess se había limitado a transcribir el libro palabra por palabra”, dijo. Litvinoff retuvo durante unos meses los derechos de la novela, pero los Stones, que por entonces se acababan de autoproclamar “la banda de rock más grande del mundo”, decidieron abandonar el proyecto. Fue entonces cuando el libro volvió a caer en manos de Stanley Kubrick, quien ya lo había leído con cierto de-sinterés años antes, pero que tras ver naufragar su ambicioso proyecto de rodar la vida de Napoleón Bonaparte, desenterró la posibilidad de dirigir La naranja... El resto, como dice el refrán, ya es historia.
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