CINE › ESTA NOCHE SE ENTREGAN LOS PREMIOS OSCAR DE LA ACADEMIA DE HOLLYWOOD
Las dos principales contrincantes, El artista y La invención de Hugo Cabret, son sendos homenajes a los comienzos del cine. Y Medianoche en París, que le puede valer un nuevo Oscar como guionista a Woody Allen, también viaja a los años ’20.
› Por Luciano Monteagudo
Gane quien gane –y todo indica que será El artista, una película muda y en blanco y negro–, el único, gran triunfo de la noche será el de la nostalgia, el del pasado, el de aquellos tiempos dorados que se añoran como a un tesoro perdido. ¿Qué pasó en la temporada 2011 para que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood tenga esta onda tan old times, esta vibración más retro que nunca?
Convengamos que la institución no es precisamente joven –cumple hoy 84 ceremonias– y que, según un estudio reciente del periódico Los Angeles Times (http://www.latimes.com/enter tainment/news/movies/la-et-un masking-oscar-academy-project html,0,6763063.htmlstory) apenas el 14 por ciento de los 5765 miembros con derecho a voto tiene menos de 50 años. Eso, en todo caso, explicaría en parte su eterno conservadurismo, su tendencia al statu quo, su gusto casi monolítico, pero no necesariamente esta repentina añoranza por los buenos, viejos tiempos. Quizá la masa societaria de la Academia –94 por ciento blancos, 77 por ciento hombres, siempre según L. A. Times– extrañe esa época en la cual todavía parecía que todo estaba por hacerse, ahora que la máxima novedad es el 3D, que ya fue inventado en la década del ’50.
Y hablando de números: la película con más candidaturas es La invención de Hugo Cabret, de Martin Scorsese, con once. Pero todas las encuestas y el boca de urna de Hollywood, por no decir las casas de apuestas de Las Vegas, señalan como firme ganadora a El artista, de Michel Hazanavicius, que reúne diez nominaciones. Si la primera es el de-sembozado homenaje de uno de los grandes directores estadounidenses a un verdadero pionero del cine, el francés Georges Méliès, la segunda, a su vez, en una suerte de juego cruzado, es la celebración que hace un director francés del Hollywood de los años ’20, cuando el recién nacido todavía no había empezado a hablar y cantar.
Scorsese no es el único neoyorquino seducido por París, cuando todavía era una fiesta. Ahí está también, mezclada en el pelotón principal, con cuatro candidaturas (entre ellas a la mejor película), Medianoche en París, de Woody Allen, donde el protagonista añora con tanta fuerza el magnetismo de la Ciudad Luz durante los años ’20 que literalmente se transporta cada noche a los bares donde se codeaban Ernest Hemingway y Scott Fitzgerald, mientras Salvador Dalí y Luis Buñuel pergeñaban Un perro andaluz.
Se supone que Midnight in Paris no representa ningún peligro para El artista en la categoría mayor, pero es muy probable que Woody Allen gane el premio al mejor guión original, algo que no sucede desde Hanna y sus hermanas (1986), que fue la tercera estatuilla de Allen después del premio al mejor director y al mejor guión por Dos extraños amantes (1977). Todo eso fue allá lejos y hace tiempo, cuando Woody se quedaba tocando el clarinete en Nueva York. Pero en aquella época la ceremonia se hacía los lunes, el único día a la semana en el que tocaba su banda, un ritual que nunca quiso cambiar por nada en el mundo. Y ahora la fiesta de Hollywood se hace los domingos, con lo cual Allen se quedó sin excusas: si no aparece esta noche es que definitivamente le tiene fobia a Los Angeles, una ciudad que a su vez –hay que reconocerlo– siempre le dio la espalda.
Y si de recuerdos se trata, qué mayor déjà vu que tener a Meryl Streep como favorita al Oscar a la mejor actriz. Con la de esta noche, debida a su tour de force en La dama de hierro, ya acumula 17 nominaciones, de las cuales resultó ganadora como mejor actriz secundaria por Kramer vs. Kramer (1979) y protagónica por La decisión de Sophie (1982). Su única contrincante a la vista parece la negra Viola Davis por Historias cruzadas, otra película que evoca tiempos idos, los duros años de la segregación racial, y que les puede dar a los votantes de la Academia de Hollywood la oportunidad de exhibir su corrección política en los tiempos de Obama.
Finalmente, una duda que ha estado circulando últimamente en torno de El artista. ¿Por qué una producción mayoritariamente francesa, dirigida por un realizador francés, compite en igualdad de condiciones con los tanques de Hollywood en todas las categorías y no en el ghetto del Oscar al mejor film extranjero? Sucede que la película cuenta entre sus respaldos económicos a productores estadounidenses (entre ellos los poderosos Weinstein Brothers, muy influyentes en Hollywood), que Michel Hazanavicius es de nacionalidad francesa pero tiene residencia en los Estados Unidos, que la película es muda y tiene intertítulos en inglés y que el rodaje se llevó a cabo en estudios de Los Angeles, con actores mayoritariamente locales, salvo los importados Jean Dujardin y Bérénice Bejo, la gran esperanza argentina.
Hija del realizador Miguel Bejo, Bérénice nació en Buenos Aires, pero a los tres años se encontró radicada en París, donde la familia debió exiliarse durante la dictadura militar. Ahora aspira al Oscar a la mejor actriz de reparto, aunque la mayoría de las encuestas dan por ganadora a Octavia Spencer, por Historias cruzadas. Sería todo un batacazo que esa estatuilla quedara repartida entre París y Buenos Aires.
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